Sheinbaum y la represión del movimiento estudiantil

Durante la última marcha para conmemorar la masacre de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968, unas diez mil manifestantes exigieron justicia por los estudiantes asesinados bajo el Gobierno de Díaz Ordaz. En esta nueva jornada la juventud se enfrentó a la policía del régimen burgués, hoy administrado por MORENA.
Pero ¿Por qué estos jóvenes arremetieron contra el gobierno de Claudia Sheinbaum? En su recurrente conferencia de prensa, la presidenta salió a denunciar que se trataba de un acto de provocación. Lo cierto es que, estas escenas que se difundieron de confrontación encabezadas por Bloque Negro solo muestran el epítome de una juventud constantemente asesinada y reprimida en el país. La juventud respondió con rabia ante un Gobierno que, bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, reproduce los mismos mecanismos de criminalización y represión contra los movimientos sociales y en específico contra los estudiantes.
La indignación juvenil no surge del vacío. La constante violencia en la que viven los jóvenes en sus escuelas instigada por los grupos porriles son una manifestación más de un Estado de guerra de baja intensidad que se vive en las colonias del país. La muerte de un estudiante en CCH Sur a fines del mes pasado provocó la indignación de la comunidad estudiantil frente a un estado latente de violencia que se ha normalizado y que es producto de la delincuencia común generada por el desempleo, la miseria y el saqueo la nación.
Por otro lado, los ataques contra normalistas rurales en los últimos años evidencian la continuidad de una política represiva que busca acabar con estas instituciones donde los hijos de los campesinos pueden anhelar una formación superior. Las normales rurales, históricamente ligadas a las luchas populares, siguen siendo objeto de persecución, precarización y desmantelamiento por una estructura económica que promueve la explotación del campo subordinado a intereses transnacionales.
Un ejemplo es el caso de la Escuela Normal Rural Mactumactzá, en Chiapas. En 2003, bajo el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía, se ordenó reprimir con gases lacrimógenos y armas de fuego una manifestación de estudiantes que exigían plazas laborales, dejando decenas de heridos y detenidos. Dos décadas después, en 2025 la historia se repite: la muerte del normalista Jesús Vázquez Pérez durante un enfrentamiento con la policía revela la persistencia de esa política de Estado.
MORENA, que juega ahora como la herramienta administrativa de este régimen, tiene su papel en toda esta situación. No olvidemos el apoyo de López Obrador a Ángel Aguirre, gobernador de Guerrero, luego de que se asesinara a dos normalistas en Ayotzinapa en 2011. La impunidad en que dejó el anterior Gobierno a los responsables de la masacre de los 43 normalistas en 2014 denunciada por las víctimas de Ayotzinapa.
En 2022, Claudia Sheinbaum se reunía con Salazar Mendiguchía, verdugo de Mactumactzá, y agradecía el respaldo que este le daba para su campaña presidencial. Y es que a Sheinbaum y Salazar Mendiguchía no solo los unió políticamente la candidatura de MORENA, también poseen un vínculo esencial: ambos son defensores del sistema que expulsa constantemente a la población campesina del campo a una vida de miseria y explotación y que busca desaparecer la resistencia de las normales rurales.
Como se evidencia, Claudia Sheinbaum no le bastó con agradecer el apoyo político de un represor de Chiapas, actualmente respalda en su Gobierno a Omar Harfuch, denunciado por los mismos padres de Ayotzinapa por vinculaciones con el caso. Aunque la presidenta en sus discursos siempre busca atacar a los “neoliberales” vemos que su política no tiene mucho que envidiar a los viejos partidos con los que hoy gobierna el país. Los provocadores del hambre, la miseria y la impunidad son los funcionarios de MORENA que conviven y confabulan con el PAN y PRI para sostener este sistema capitalista.
Como ayer se mataron estudiantes en Tlatelolco hoy se asesinan a los estudiantes de las normales rurales en todo el país como en Ayotzinapa y Mactumactzá. Para avanzar en la lucha por justicia, educación y una mejor calidad de vida de los trabajadores y campesinos pobres es necesario abrir la revolución socialista, bajo la dirección de un partido internacional de la clase obrera que combata todas las tendencias del reformismo que concilian y sostienen el gobierno de MORENA, así como a las corrientes del anarquismo que desprecia el movimiento de masas y creen que es necesario acciones que muevan a los pobres, como si las calamidades de este sistema no fueron suficientemente trágicas para que la clase obrera se levante. No faltan las razones ni espíritu de combate, sobran los traidores a la causa de la revolución socialista internacional.
¡Abajo el Gobierno de MORENA, lacayo de TRUMP y sus tratados comerciales!