Arden las calles y los parlamentos en Indonesia

Arden las calles y los parlamentos en Indonesia

Desde hace unas semanas los parlamentos regionales, residencias de ministros y diputados son asediados por una multitud enardecida en Indonesia. Luego de que se anunciara el aumento de sueldo a 14 mil dólares mensuales de los 580 miembros de la Cámara de Representantes, las calles en la capital Yakarta y las principales ciudades se llenaron de manifestantes convocados por organizaciones sindicales y estudiantiles.

Desde entonces fueron escalando las protestas y con ello la represión policial. El viernes pasado un joven repartidor de aplicación fue arrollado brutalmente por un camión policial blindado causando mayor indignación entre la masa de jóvenes desempleados, quienes terminaron arrojando bombas molotov a edificios policiales, intentando asaltar una brigada móvil de policía en la capital, siendo repelidos por gases lacrimógenos y cañones de agua.

El gobierno del empresario y exmilitar, Prabowo Subianto ha puesto en alerta máxima a todas las unidades policiales y soldados del Ejército para repeler las acciones de las masas. Este perro guardián de Wall Street salió de las entrañas de la dictadura anticomunista derrocada a finales de los 90 en el siglo pasado y es conocido por sus crímenes y torturas contra los que luchaban por traer abajo el régimen de su exsuegro Suharto, por lo cual fue expulsado de la misma institución militar.

Ahora, bajo su dirección, el gobierno siguió profundizando la militarización, encargándole tareas civiles a las fuerzas armadas, dándoles acceso a mayor cantidad de cargos en la administración y  llevando adelante proyectos alimenticios bajo la tutela directa de la casta militar, esto como producto de una ley aprobada en marzo de este año y que tuvo como respuesta la manifestación de jóvenes desempleados que reconocieron este acto como el regreso a la dictadura de hace más de dos décadas.

Sobre la base de importantes yacimientos de minerales, especialmente de carbón, se han concretado jugosos tratos con las potencias europeas (Tratado de Comercio con la Unión Europea) y con los EEUU de Trump. Con más de 280 millones de habitantes, Indonesia ha sido convertida en una cárcel destinada a sostener la producción mundial de minerales y energía, mientras aumentan las tasas de pobreza y desempleo.

El presidente se vio obligado a suspender un viaje a China y tuvo que retroceder en su intento de privilegiar aún más a las fuerzas reaccionarias, retirando los aumentos salariales y otros incentivos que ya recibían los diputados, pero las manifestaciones exigían ahora la caída de la Cámara de Representantes y del Gobierno. Esto ha puesto al régimen burgués y a la élite militar en aprietos, mientras Subianto intenta mostrarse conciliador con las exigencias de los manifestantes, manda desplegar más puntos policiales y militares con francotiradores en lugares claves de las ciudades.

La juventud proletaria es la que encabeza las acciones más radicales de estas manifestaciones, sin embargo, pesa sobre ella varios años de traiciones de las principales direcciones políticas que se encargaron de llevar el movimiento de masas a los pies del Estado burgués. El maoísmo, como principal corriente política décadas atrás se encargó de que la clase obrera y la enorme masa de campesinos sostuvieran el Gobierno de Sukarno, lo que condujo al periodo de represión anticomunista más grande en la región.

Viejas fórmulas de conciliación política interclasistas intentan ser revividas bajo la excusa de la lucha contras las potencias extranjeras. En Indonesia se vivió uno de los capítulos más oscuros de la traición de las viejas direcciones reformistas al subordinarse al nacionalismo burgués y sus consecuencias la pagaron miles de militantes de base al ser brutalmente asesinados. Esta historia aleccionadora solo deja un camino para abrir la revolución socialista mundial, el Programa de Transición del trotskismo que toma las demandas democráticas burguesas y las combina con las de la revolución proletaria. Más exactamente, resolver la cuestión nacional y democrática con las manos de la clase obrera y el apoyo del campesinado más pobre, desarrollando la revolución socialista mundial.

El proletariado asiático ha visto grandes combates en los últimos años, incluso en medio de la pandemia, como también lo demostró el proletariado de Indonesia al protestar contra la profundización del militarismo. Una y otra batalla demuestran que solo es posible conseguir las demandas más elementales con la lucha callejera, con nuestros propios organismos políticos, nuestras autodefensas y con el proletariado más explotado a la cabeza. La unidad con la juventud explotada del resto del continente es vital al igual que el aliento de los combates en las metrópolis como en EE. UU. recientemente.

Que las protestas se extiendan nuevamente por Myanmar y Bangladés, que la clase obrera vuelve a las calles para traer abajo al podrido y corrupto régimen militar burgués al servicio del capital financiero internacional.

¡PASO A LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN TODA ASIA!

¡POR LA REFUNDACIÓN DE LA CUARTA INTERNACIONAL!

NRCI