Por una verdadera lucha internacional de clase por Palestina

Por una verdadera lucha internacional de clase por Palestina

Por Dorian González

El capitalismo ha demostrado una vez más el despliegue sanguinario contra las masas pobres del mundo. En su situación de crisis, se ha recrudecido la política reaccionaria del imperialismo. Desde la contención de la revolución árabe gracias a sus lacayos los bolivarianos y las pandillas islamistas burguesas, hasta la guerra rusa – ucraniana, el imperialismo se ha encargado de imponer un régimen de terror en todo el planeta. El genocidio emprendido por Israel hace meses contra el pueblo palestino demuestra que el imperialismo es reacción política en toda la línea como lo caracterizaría Lenin.  

Desde la pandemia, también advertíamos un retroceso de las masas apuntalado gracias a la política reformista que sostuvo abierta o críticamente las cuarentenas militares en todo el mundo, lo que produjo que la reacción internacional alzara cabeza para terminar de ejecutar sus planes de estrangulamiento de las principales resistencias; y se lanzaba a una ofensiva que tiene sus puntas de lanza en Medio Oriente y en el Este europeo, mientras trata de reforzar sus posiciones en América Latina ante el desgaste claro de los bolivarianos, que luego de servir al imperialismo, son orillados a levantar una política más proyanqui sin tener mucho que envidiar a sus “enemigos neoliberales”.

En este marco internacional, el ataque de Israel desde el año pasado ha sido sostenido mundialmente por las potencias imperialistas, sin que el proletariado internacional haya podido reaccionar firmemente. Esto se explica porque sus direcciones políticas han venido traicionando y apaciguando al movimiento revolucionario llevándolo hasta su agotamiento, derrota o indiferencia.

El último ataque de Israel en Rafah, donde se encontraban refugiados palestinos, mientras se anunciaba negociaciones de un alto al fuego, demuestra claramente que la única salida para detener la masacre y liberar al pueblo trabajador y oprimido palestino es la destrucción del Estado Yanqui sionista de Israel.

Los marxistas revolucionarios nos enfrentamos a este problema desde el punto de vista de una irreconciliable conciencia de clase y la lucha del proletariado. El desarrollo de la sociedad contemporánea hace necesario comprender el papel del imperialismo y las naciones oprimidas, además, del análisis de las causas de estas consecutivas masacres contra el pueblo palestino. Con base en esto, el papel que debe jugar la clase trabajadora es fundamental tanto al interior de los explotados palestinos como en la lucha de clases a nivel internacional, del cual este conflicto actual, es solo un frente más de la lucha por el derrocamiento del capitalismo y la emancipación de la humanidad.

El carácter de la lucha anticolonial en Palestina recubre en cierta medida las contradicciones de clase al interior de la nación. Estas contradicciones tratarán de ser ocultadas precisamente por los interesados en mantenerlas. Sin embargo, es justamente mediante los métodos de la lucha de clases que la nación palestina podrá liberarse realmente de la ocupación sionista y derrocar el dominio estadounidense. Para esto, se requiere tener claridad respecto a las principales clases sociales que han entrado en conflicto, sus tendencias y pugnas. El proletariado debe saber interpretar el conflicto para poder luchar por el poder; en esto consiste la política marxista revolucionaria.

Sobre esta base se plantea claramente la estrategia de la revolución permanente en los países coloniales o semicoloniales que lucha por la liberación nacional, es decir, la necesidad de la dictadura del proletariado, pero en alianza con todas las masas explotadas del campo y la ciudad, atendiendo sus demandas democrático-burguesas, sobre la base de la expropiación de la burguesía y la lucha por el socialismo mundial. Sin embargo, esta estrategia solo es posible con una consecuente política táctica que requiere la mayor atención y discusión, sino un programa revolucionario solo sería un conjunto de frases generales lanzadas al aire.

Contrario a las ideas anarquistas y reformistas, las tácticas tienen que ver directamente con el desarrollo de la lucha, el camino emprendido por las masas y por el ritmo de los acontecimientos; estas condiciones pueden variar incluso de un día a otro. Es necesario saber distinguir las acciones progresivas que plantea el movimiento y de la que el reformismo hace eco, pero debemos mantenernos sobre aviso para prevenir el peligro de la política de traición. Es necesario poner a las masas en alerta. Solo bajo una política firme y realista, la lucha puede desarrollarse hacia un cause revolucionario.

Ante el genocidio: resistencia internacional

Desde el inicio del ataque de Israel en octubre del año pasado, algunos sindicatos palestinos hicieron un llamamiento al movimiento sindical internacional para llevar a cabo acciones en solidaridad con el pueblo palestino[1]. Este consistía en no construir armas y boicotear su envío a Israel, tomar medidas contra las empresas vinculadas con la ofensiva sionista y ejercer presión sobre los gobiernos para detener el comercio militar con Israel, y que EE. UU. cese el financiamiento.

Trabajadores portuarios de varios países empezaron a detener el flujo comercial de armamento al conflicto, sin embargo, es necesario aclarar aquí la necesidad del paso de armas a la nación oprimida, reconociendo claramente entre esta y el imperialismo opresor. Así los trabajadores de EE. UU., Francia y Alemania deben hacer todo los posible por boicotear el envío de armamentos a Israel, en tanto que el proletariado no debe impedir que lleguen armas a la resistencia palestina. Esta es la única política que constituye un verdadero internacionalismo revolucionario.

Esto plantea cuestiones relevantes sobre la actitud de los trabajadores hacia sus propios gobiernos y burguesías en cada país, ante el ascenso de la lucha por la causa palestina por EE. UU.  y Europa concentrado principalmente en los estudiantes que levantaron campamentos para protestar contra esta masacre. Es precisamente en EE. UU. donde se ha desatado el mayor rechazo hacia el genocidio financiado y sostenido política y militarmente por esta metrópoli. Varios miles de estudiantes establecieron campamentos en más de 90 universidades y llegaron a protagonizar choques con la policía. Miles fueron detenidos en las últimas semanas, mientras se iniciaban algunas manifestaciones.

Las acampadas por Palestina se replicaron en Europa entre el movimiento estudiantil universitario, actualmente hay más de 180 de ellas en lucha en París, Sheffield, Bristol, Mánchester, Leeds, Newcastle, entre otras ciudades. En España, estas manifestaciones iniciaron en la Universidad de Valencia y luego se replicaron en Barcelona, Euskadi, Navarra, Sevilla, Madrid, Alacant, Málaga y Granada. Estas acampadas estuvieron acompañadas por marchas masivas que culminaron en enfrentamientos con la policía, arrestos y heridos.

La acción central de la lucha estudiantil ha sido inicialmente instalar campamentos, esta medida pacífica se extendió rápidamente luego de la represión el pasado 18 de abril en la Universidad de Columbia. Recientemente se desmanteló el campamento apostado en la Universidad de Michigan luego de una protesta realizada frente a la casa de una funcionaria de la institución. Por su parte, las autoridades de las Universidades de Rutgers y Northwestern desmantelaron el campamento mediante negociaciones con los estudiantes donde el único acuerdo al que llegaron fue la reinstalación de una comisión que se encargaba de la responsabilidad en las inversiones israelitas o analizar el tema en cuestión, es decir, ni si quiera se pudo concretar la ruptura de lazos con el sionismo. Lynn Mahoney, presidente de la Universidad Estatal de San Francisco, emitió un comunicado luego de algunas reuniones con los Estudiantes por Gaza (S4G) apostados en el campus universitario, el cual indicaba de manera general que iba a apoyarla incorporación de una estrategia de inversión basada en los derechos humanos[2], además de la desinversión en lo vinculado a fabricantes de armas, entre otras cuestiones sobre la divulgación de información, es decir, el acuerdo fue una promesa. Algunos partidos reformistas han catalogado a esto como una victoria parcial.

Actualmente estas acciones han ido disminuyendo y mediante una combinación de represión y negociación se vienen levantando los campamentos. Ante este panorama los revolucionarios reivindicamos estas medidas, que, aunque limitadas, han sido un paso para que los sectores más explotados puedan salir a la lucha. Sin embargo, estas no dejan de ser insuficientes al nivel que demanda un conflicto como el que se está perpetrando contra el pueblo pobre palestino.

Como ya se ha indicado, en la actual situación la única medida progresista en la lucha por la liberación de la palestina oprimida es la destrucción del Estado yanqui sionista de Israel. Esta tarea recae sobre las clases oprimidas de la nación y del proletariado mundial. En general la mayoría de las fracciones del movimiento obrero que se reivindican trotskistas declaran la necesidad de la destrucción del Estado de Israel o de terminar con la masacre de alguna u otra manera, sin embargo, es necesario indicar que este planteamiento pierde todo sentido cuando a nivel internacional su estrategia y las tácticas de lucha no son más que aspectos claros de reformismo.

Las principales demandas de este movimiento son la ruptura de vínculos académicos, el cese al fuego y la liberación de los detenidos. Estas demandas, evidentemente limitadas por la clase social que las levanta, deben ser analizadas en el terreno de la lucha de clases como ya lo hemos indicado. Sin embargo, hoy observamos a algunas tendencias que se reivindican del trotskismo representando en el mejor de los casos un seguidismo con las intenciones de expandir el movimiento, pero añadiéndole a este el “elemento” obrero.

Indudablemente los revolucionarios defendemos al movimiento estudiantil pobre vinculado sobre todo a las universidades públicas, pero siempre con nuestras propias banderas. Revindicando las acciones que pueden propiciar un avance en el desarrollo de la lucha de clases en EE. UU. y por los países europeos donde estas acciones empezaron a mostrarse.

Por el contrario, vemos que para la Liga Internacional de los Trabajadores – CI “esta táctica ha servido a una estrategia más amplia para crear las condiciones necesarias para la revolución social y política: democracia ascendente y acción de masas”. Los revolucionarios conocemos la democracia obrera y la democracia burguesa. Al hablar de estudiantes universitarios el falso trotskismo intenta decir que aquí hay una democracia ascendente y acción de masas, pero no señala que es un movimiento pequeño burgués. Y si este es el caso, ¿qué rol juega el movimiento obrero? Veremos más adelante el asunto. Por su parte, La Fracción Trotskista – CI, dice que hay que “transformar los campamentos en sitios de organización y deliberación que discutan el camino a seguir” ya que “no están atadas a las autoridades universitarias y de los políticos que trabajan en contra de las demandas del movimiento; esto hace que los campamentos sean verdaderamente ‘nuestros’ en el sentido de que son los participantes del campamento quienes toman las decisiones”, además “pueden articular y amplificar estos cambios y dirigir el poder de la clase trabajadora y los movimientos sociales”. Nuevamente surge la pregunta, ¿qué clase social es la que no está atada a las autoridades? El movimiento actual dirigido por lo estudiantes parece que se ha convertido en una especie de soviet, el cual no estaría atado a las “autoridades”, se desconoce la pertenencia de clase de estas “autoridades”, pero el movimiento no solo puede articular, dice el reformismo, también debe “dirigir el poder de la clase trabajadora”. ¿El movimiento pequeño burgués estudiantil es el que debe dirigir a la clase obrera?, cuando ni siquiera se plantea una separación seria entre las tendencias de los grupos pequeñoburgueses y las “banderas propias” que un partido proletario debe defender absolutamente.

En el mismo sentido los Comunistas Revolucionarios de América indican que “Deberían organizarse asambleas masivas diarias en cada campamento para debatir y decidir formas concretas de mantener el movimiento y atraer a capas cada vez más amplias de trabajadores y estudiantes”. Se trata entonces de que los trabajadores deben ir a los campamentos a organizarse, incluso sin considerar que ya se van levantando en parte por el periodo vacacional.

Estas posturas son claras en general al no caracterizar al movimiento que se encuentra resistiendo en los campamentos universitarios. Este impulso es propio de tendencias que sobre la cuestión palestina en particular han terminado subordinando políticamente al proletariado palestino a las direcciones burguesas o pequeñoburguesas del movimiento de alguna u otra manera.

Además, en ninguna parte de las declaraciones se señala la necesidad de organizar la defensa de estos mismos campamentos por lo menos poniendo en pie comités de autodefensa, a pesar de que ya han sufrido la fuerte represión del régimen estadounidense, esto es también un rasgo esencial del reformismo que en los hechos termina mezclado con el movimiento sin la capacidad de plantear una orientación desde el punto de vista de clase.

Por ejemplo, no mencionan la influencia que tiene en las demandas estudiantiles el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones, y cuando lo hacen como la LIT-CI, esta señala que “El crecimiento del movimiento BDS en el campus es un aspecto clave de la lucha por la plena liberación de Palestina. Podría servir como catalizador para una acción de masas más amplia de los trabajadores, los jóvenes y las organizaciones comunitarias, bajo el liderazgo activo de las organizaciones palestinas”. De las dirigencias pequeñoburguesas, el falso trotskismo saltó a someterse a un liderazgo de, vayamos a saber cuáles, organizaciones palestinas son las que deben encabezar la acción de masas de los trabajadores. Más adelante veremos la implicancia que tiene el movimiento BDS.

Así se podría repasar documento tras documento de esta y varias organizaciones que se reivindican del trotskismo y nos daremos cuenta del rol conservador, conciliador y destructor de la conciencia de clase de los trabajadores frente al movimiento actual de acampadas universitarias.

Los revolucionarios sostenemos que la manera de apoyar la liberación de la Palestina ocupada es desarrollando la revolución en otros frentes de lucha que deben y pueden abrirse principalmente en las metrópolis que financian y sostienen esta guerra, es decir, en EE. UU., Alemania, Francia, Italia, etc. En estas luchas los demás sectores deben plantear sus demandas más elementales, como la educación gratuita, la lucha por vivienda, por trabajo, etc.

Pero para esto es necesario tener una visión clara de los movimientos progresistas que empiezan a surgir en estos países, el ritmo del desarrollo, sus limitaciones, saber distinguir entre las medidas progresivas o reaccionarias de este movimiento pequeñoburgués, y la política de conciliación de los dirigentes.

No es de extrañar que todos los partidos reformistas apoyen estas acampadas en la medida que están imbuidas de un espíritu pacifista y que no han sido capaces todavía de unirse al proletariado industrial de estas naciones.  

En esa medida, la tarea consiste en hacer avanzar el movimiento emprendido por los sectores universitarios en EE. UU. y Europa, que pasaron de las acampadas a las manifestaciones, entonces no se trata aquí se poner en pie más acampadas, sino de desarrollar otras formas de lucha política que se vinculen a las luchas del proletariado desde las fábricas hasta los puertos. Se trata de que los explotados que se van sumando al combate puedan desarrollar otros métodos de lucha como la paralización total de los centros de enseñanza, la movilización revolucionaria de los trabajadores, la toma de fábricas y puertos, etc.

Desde el inicio de la ofensiva sionista, trabajadores portuarios empezaron a boicotear el envío de armas a Israel paralizando los puertos. De esto se trata, porque incluso aquí, el movimiento sindical presenta sus propias limitaciones, al no albergar a la mayoría del movimiento proletario explotado, sectores más pauperizados como los obreros en negro, los migrantes y los desempleados; de aquí se desprende la necesidad de unidad con el movimiento obrero de las colonias y semicolonias.  

Pero en esta unidad el proletariado es el que puede y debe estar a la cabeza del movimiento democrático, o de liberación nacional. Solo mediante este papel, las demandas de los estudiantes y del campesinado pobre puede desarrollar una lucha real contra el capitalismo, cuya necesidad es la de emprender masacres como la actual.

Aunque los estudiantes sostengan que frente a la indiferencia del proletariado (debido a todas las traiciones de sus dirigentes) no les quedan más que hacer estas acciones “simbólicas”, “económicas”, “académicas” o “diplomáticas”, es necesario reconocer que históricamente en el proceso sudafricano o de la guerra de Vietnam, el proletariado ha sido la fuerza capaz de luchar decididamente contra el imperialismo y el colonialismo, sirviendo de motor para la lucha estudiantil.

Además, no podemos olvidar que la consigna que denuncia la masacre no se trata de una demanda de paz en abstracto, como un imperativo moral de las “sociedades democráticas” por fuera de las condiciones materiales y de opresión. Los revolucionarios peleamos por transformar una ofensiva imperialista en una guerra revolucionaria. En la medida en que los reclamos de paz y otras demandas vinculadas a las fuentes de financiamiento imperial se pongan al servicio de ocultar la necesidad de la lucha del proletariado o el desarrollo de una guerra de liberación nacional, lo que provocan es el sostenimiento de la opresión palestina que ahora desarrolla una avanzada, pero que incluso si estas acciones militares cesan y se logre “apaciguar” a Israel (¿por cuánto tiempo?), no atacan la cuestión de la destrucción del Estado yanqui sionista.

Acciones de este tipo sin tener esta claridad, solo pueden terminar en el aislamiento y agotamiento de los sectores de vanguardia que despiertan a la lucha o siendo utilizados por fracciones burguesas liberales que creen que vivimos en una democracia ciudadana y no bajo el capitalismo que impone dictaduras, guerras y masacres constantemente como modo de supervivencia. Esto es lo que algunas organizaciones por los derechos civiles u organismos internacionales no muestran a los explotados y que el reformismo termina sosteniendo en la práctica.

BDS y su pacifista lucha contra el imperialismo

Boicot, Desinversión y Sanciones es un movimiento internacional cofundado por figuras palestinas como Omar Barghouti, académico formado en Israel, entre otras organizaciones sindicales palestinas y ONG. Su principal objetivo es conseguir que el pueblo palestino tenga los mismos derechos civiles que los israelís en el territorio ocupado mediante la conformación de un solo Estado laico. Inspirado en el proceso sudafricano contra el apartheid, se apela a que los gobiernos e instituciones rompan relaciones con Israel. Es así como, sin reconocer la organización de masas en la lucha de los trabajadores sudafricanos donde estas demandas de boicot político y comercial no representaron mayor fuerza, se trata de apelar a acciones que desincentiven la colaboración de países y organizaciones con el genocidio perpetrado por el sionismo.

En 2014, Barghouti creía que la figura de Israel se debilitaba debido a las acciones globales de este movimiento y por su política de “extrema derecha”; esto habría conseguido un aumento de boicot académico en EE. UU. hacia Israel e Irlanda, además, instituciones financieras de Holanda y Dinamarca se habrían sumado a esta retirada de inversiones dirigidas a la ocupación palestina de la misma forma que Alemania excluía a Israel de los acuerdos de instituciones con quien mantenía vínculos destinados a la investigación.[3]

El académico de Jerusalén anunciaba la llegada del “momento sudafricano” contra la ocupación yanquisionista al considerar la hipocresía de EE. UU. por declarar el boicot contra Rusia, suponiendo que el imperialismo se daría golpes de pecho y abdicaría de la persecución contra los activistas propalestinos. Sin embargo, lo que vemos actualmente es el sostenimiento absoluto del imperialismo a la masacre palestina, el apoyo pleno de Países Bajos al derecho de Israel a “defenderse”, luego del ataque de Hamas, y la justificación de Alemania para sostener el apoyo armamentístico a Israel durante el ataque en la Franja de Gaza.

Según la BBC, actualmente Canadá, Italia, Japón, Bélgica o España indicaron que paralizarían la venta de armas a Israel, sin embargo, la realidad muestra que la hipocresía de la burguesía de estas naciones no tiene límites. Italia y Canadá reconocieron que continuaron mandando armas a Israel después del 7 de octubre, debido a que eran pedidos que ya se había realizado y que tenían el compromiso de no ser usados en ataques de Israel a Gaza. En Bélgica fue solamente una región la que suspendió la venta de pólvora, por su parte en España se reveló que, a pesar de la suspensión del envió de armas, se siguió enviando municiones bajo el pretexto de que se emplearían en “ejercicios militares”, y el gobierno español de Sánchez, también ha salido a reconocer a Palestina como Estado sin modificar las fronteras de 1967, una declaración vacía producto de maniobras y la presión del movimiento internacional.

En un informe sobre las tendencias de transferencias de armas se desatacó que entre EE. UU., Alemania e Italia se concentra el 99.9 % de armamento vendido a Israel[4], lo que cualquier “desinversión” declarada por otro país no representa ningún impacto en la política imperialista de EE. UU. Asimismo, el llamado al “boicot”, dejando de comprar algunos productos, ni siquiera se realiza con los verdaderos financistas imperialistas que sostienen esta masacre (EEU, Alemania o Italia). En ese caso, si fueran más consecuentes, deberían llamar a dejar de comprar todas las mercancías que se producen bajo el capitalismo. El problema esencial de esta propuesta es que toda la industria está sostenida por el proletariado y no por la burguesía a la que se pretende “boicotear”, medidas distintas serían paralizar la producción, tomar las fábricas y reorganizar la producción. Medidas como estas no tienen mucho sentido ya que no parten de la consideración de si es progresiva con el desarrollo posterior de la sociedad, o si corresponde a las demandas históricas del proletariado o al avance de su conciencia revolucionaria como nos lo enseñó Trotsky.

Además, EE. UU. es el principal proveedor de armas de Israel (69 %), y mantiene una ayuda financiera de prácticamente 5.000 millones de dólares anuales. Además. el pasado abril, su Senado aprobó una ayuda a Israel de 26.400 millones de dólares. Estas cifras son las que sostienen el genocidio en Palestina. Dentro de las exigencias “económicas” que se realizan al gobierno de Biden se encuentran la de dejar de otorgar este financiamiento tan poderoso al sionismo. Estamos hablando de que EE. UU. decida “por presión” dejar de llevar adelante su política imperialista en Medio Oriente. Al imperialismo se lo va a derrotar con el desarrollo de la revolución proletaria internacional, en todo caso la historia ha demostrado en muchas ocasiones que esta herramienta es la única capaz, como subproducto, de hacer retroceder a las naciones opresoras.

Por otro lado, entre los principales puntos de solución política de algunos partidarios de este movimiento se encuentra la Declaración de un Estado, publicada a partir de la reunión de Madrid y la Conferencia de Londres del 2007 y respaldado por una serie de académicos palestinos e israelís. Aunque el movimiento BDS alberga personas a favor de la solución de los Dos Estados, que ya demostró su inconsistencia y conciliación frente a la masacre, la declaración de estos académicos desestima esta opción abogando por la formación de un solo “Estado Democrático”, no sectario. Basado en la “igualdad de derechos civiles, políticos, sociales y culturares de todos los ciudadanos” sin importar su identidad étnica, religiosa o su origen nacional; además de agregar algunos aspectos sobre la justicia y retorno de palestinos y la igualdad abstracta de las nacionalidades que actualmente se encuentran en el territorio.[5]

Estas ideas, estrechamente vinculadas a nociones abstractas de libertad, fraternidad e igualdad ya tuvieron su lugar en la historia como parte de las revoluciones burguesas del siglo XVIII y XIX. Marx y Engels se encargaron de demostrar que esta idea solo encubría el nuevo conflicto entre la burguesía y el proletariado, Lenin luchó contra esta visión de democracia, que solo encubre el saqueo del imperialismo. La postura por un solo Estado, en el marco del capitalismo, solo servirá para subordinar a esa “nueva nación” a las relaciones entre las potencias mundiales, ya que no considera ese pequeño matiz de las relaciones económicas actuales. No toma en cuenta en absoluto que la sujeción de Palestina no es producto del nacimiento de un Estado libre israelí, sino que “la independencia formal del Estado de Israel no es más que una estrategia publicitaria del imperio norteamericano[6].

Sobre las rupturas diplomáticas

Un espacio más para que las burguesías inunden la opinión pública con su hipocresía son las relaciones diplomáticas entre Estados. Toda la historia de las revoluciones y guerras tienen su apartado sobre las disputas y reconocimientos legales de tal o cual cuestión, y el conflicto en Palestina no es la excepción. En una sociedad divida en países oprimidos y opresores, la rapacidad de las potencias trata de ser velada con base en una supuesta comunidad internacional de naciones “iguales”, pero, cuando una nación demuestra abiertamente la fuerza que tiene para oprimir a otro, varias otras naciones declaran el apoyo abierto o la denuncia diplomática, con la pretensión de que el imperialismo ate a sus perros de la guerra y se reestablezca un estado de paz entre las naciones, nada más ingenuo e hipócrita que esto.

Estas exigencias son extremadamente ingenuas, en la misma medida en que se exhortaba a las potencias mundiales a no declararse la guerra hace más de 100 años. Bien sabemos que las potencias mundiales terminaron con el conflicto armado más alentados por el avance de la revolución socialista, que por sus intenciones de pacificar el mundo. Entonces, ¿se trata de seguir haciendo estas exigencias al imperialismo?

De la misma manera, se exige que un país semicolonial rompa relaciones con Israel; el proletariado consciente sabe que la burguesía es su enemigo mortal y no es extraño que las diferentes pandillas burguesas declaren su apoyo político o militar. Que un Estado burgués rompa relaciones con Israel (ni siquiera con EE. UU), solo sirve para que algunas fracciones burguesas se legitimen ante los ojos de los oprimidos, cuando al interior de sus propias naciones llevan a cabo una masacre sistematizada contra los trabajadores, campesinos pobres y los estudiantes.

Además, la misma fracción de Fatah reconoce que hay cientos de resoluciones de las Naciones Unidas que condenan las acciones de Israel contra el pueblo palestino durante décadas y esto no ha detenido en absoluto el accionar de Israel. Lo único que provocan estos pedidos de diplomacia burguesa internacional es servir a una u otra fracción burguesa. Detrás de este llamado está claramente la aristocracia obrera y sus partidos reformistas que preparan el camino para la traición del Frente Popular y de esta manera estrangular las fuerzas del proletariado como se ha hecho en innumerables ocasiones en el pasado.

Se trata de destruir el régimen de EE. UU., no de fortalecerlo frente a una masacre sosteniendo a una fracción pacifista frente a otra belicista, al final de cuentas, ambas sostienen los monopolios imperiales. Se intenta “debilitar” a Israel, “aislándolo” académicamente, no comprando sus productos, cuando quien mantiene las grandes cadenas de comercios y producción es el proletariado, he aquí la fuerza esencial en la sociedad actual.  

El poder financiero de EE. UU. está sostenido por su gran industria y por su dominio imperial en sus semicolonias. La manera de detener esta maquinaria de guerra se encuentra precisamente en las manos que mueven las industrias en Estados Unidos y en sus semicolonias, en ese sentido el proletariado es la única fuerza internacional capaz de detener esta masacre.

Es una estafa liberal la lucha por la ruptura de las relaciones diplomáticas, el proletariado sabe que entre pandillas burguesas se prestan apoyo político o militar, pero una política independiente consiste también en reconocer los intereses de estas clases sociales, aprovechando su disputa, pero esto no significa sostener políticamente a una fracción burguesa frente a otra. Pedir o apoyar una ruptura diplomática de un Estado burgués a otro es precisamente esto, es darle legitimidad a una fracción burguesa frente a las masas que explota. Se crea la invención de una burguesía “progresista”, “humana”, capaz de oponerse en el terreno diplomático al imperialismo, sin ningún resultado real frente a los acontecimientos. Esta es la traición más descarada al proletariado internacional y a la lucha contra el capitalismo.

Ante los pronunciamientos y denuncias de unos gobiernos a otros, lo que se necesita es la unidad internacional, pero de la clase obrera, no de pandillas burguesas de las naciones semicoloniales, tan criminales como el imperialismo, que incluso continúan pagando su deuda externa y aprovechan cada circunstancia para fortalecer las cadenas de opresión de las masas para favorecer al imperialismo.

La unidad entre la clase obrera de diferentes países es posible como la historia misma nos lo ha demostrado cuando los obreros de los países europeos hicieron posible que la clase obrera rusa tomara el poder, tomando en sus manos una de las consignas más elementales de la fundación del comunismo. Esta unidad no es una simple solidaridad de palabra, sino de hecho para desarrollar la revolución socialista en todo el planeta.

La única manera de derrotar el genocidio en el corazón del Magreb y Medio Oriente es derrotando al imperialismo, retomando las tradiciones de lucha del proletariado de los países árabes que hace más de 10 años demostraron la absoluta capacidad para derrocar gobiernos y hacer temblar el dominio del capital, que solo gracias a las traiciones abiertas del estalinismo, el anarquismo y el pseudotrotskismo pudo sostenerse. Con el despertar nuevamente del proletariado árabe se puede hacer retroceder la maquinaria de guerra sionista, esta es su tarea fundamental.

El avance o triunfo de la lucha depende de si la clase obrera pueda llegar a asumir su papel de dirigente del movimiento. Las capas medias sienten el genocidio y rechazan esta política. Son clases medias que han ido radicalizando por la crisis y durante las últimas luchas en Estado Unidos por el movimiento contra la opresión racial y el hambre, y en Europa, también marcada por la guerra rusa – ucraniana y su impacto inmediato en la vida de millones de trabajadores.

El proletariado norteamericano está ligado al proletariado palestino, la lucha de uno impactará definitivamente en la lucha al otro lado del Atlántico, como en el caso de la rebelión anticolonial en Nueva Caledonia que debe impactar en el proletariado francés. Entre estas naciones se debe forjar la unidad proletaria con la más absoluta independencia política de clase de las fracciones de la burguesía y la pequeña burguesía. Por supuesto se debe sostener la resistencia armada contra Israel, pero criticando siempre su estrategia y táctica militar contrarrevolucionaria. La irrupción del proletariado en esta lucha puede acelerar el ritmo de los acontecimientos y lograr la movilización de millones de explotados cuyo impulso creará las condiciones para la creación de verdaderos organismos de la democracia revolucionaria. Con estos organismos se podrá poner en pie un verdadero Estado obrero y campesino como inicio de la revolución socialista en todo Medio Oriente que lleve a una Federación de Repúblicas Obreras Socialistas en toda la región.

Así mismo, la única manera de desenmascarar al reformismo en los hechos es con refundación del partido mundial de la clase obrera, la Cuarta Internacional, el único legado de las tradiciones de resistencia y lucha del proletariado y las masas hambrientas en todo el mundo.

¡ABAJO EL ESTADO YANQUI-SIONISTA DE ISRAEL!

¡POR UNA NUEVA INTIFADA OBRERO-CAMPESINA!

¡POR UNA PALESTINA LIBRE DESDE EL RÍO HASTA EL MAR!


[1] “Palestinian Trade Unions Call for an End to Arming Israel,” Middle East Report Online, Octubre 16, 2023.

[2] “President’s Messages “. Office of the President | San Francisco State University, 13 de mayo de 2024, president.sfsu.edu/presidents-messages.

[3] Daniela, Brik. “Omar Barghouti: el boicot acabará cuando los palestinos alcancen sus derechos”. La Vanguardia, 4 de febrero de 2014.

[4] SIPRI, Trends in Internacional Armas Transfers, 2023.

[5] “The One State Declaration”. The Electronic Intifada, 2007.

[6] Vargas, Carlos. Tesis sobre la cuestión palestina, www.nrci.org, 2014.

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