
El Estado, como poder organizado de una clase para oprimir por la fuerza a otra, necesita constantemente privar de las herramientas de lucha a la clase oprimida que busca rebelarse contra sus opresores. La burguesía se sirve de sus administradores sociales del régimen para que el capitalismo pueda prevalecer condenando a los explotados a sufrir las más grandes penurias en las mazmorras del imperialismo.
Cuando las contradicciones de la sociedad capitalista se exacerban y los proletarios se lanzan a las calles para derrocar el poder dominante, la burguesía emplea más abiertamente y con mayor violencia los métodos de opresión estatal con la intención de conservar el poder. La persecución es más encarnecida precisamente porque la burguesía sabe que no tiene otra opción para controlar la revolución social. Amedrentada porque su régimen tambalea, se lanza contra los explotados encerrándolos en las cárceles y llena las calles con su sangre.
En infinidad de ocasiones hemos visto los métodos de tortura y violación de los derechos civiles que la misma burguesía se jacta de proteger. En todas las dictaduras policiales se persiguen a los trabajadores desde los países asiáticos como en Myanmar hasta en Latinoamérica por las calles de Perú. Aún en las democracias capitalistas europeas y la norteamericana se persiguen a los manifestantes de París y a los afroamericanos en las calles de Memphis que protestan contra la represión y el salvajismo policial.
En los regímenes bonapartistas, donde gobierna la casta militar por medio de la Presidencia de la República, son más comunes los Estados de Emergencia donde se suspenden, por un lapso determinado de tiempo o de forma indefinida, los derechos políticos de la ciudadanía. En estas circunstancias se empieza a perseguir a todos aquellos que se levantaron contra la carestía de vida, el régimen y el orden capitalista de explotación y el saqueo transnacional. Situación similar se vivió durante la pandemia y la cuarentena, encerrando a quienes incumplieran los mandatos de los gobiernos, que con apoyo de los partidos reformistas, condenaron a más miseria a los trabajadores desempleados y enfermos. Hasta asesinatos se cometieron en esta cuarentena como el caso de un joven en México, producto de su detención y la brutalidad policial, todo por no usar cubrebocas. Este régimen que producía arrestos en todo el mundo estalló desde el principio en El Líbano hasta las últimas protestas en China por el salvajismo que produjo las políticas de la burguesía contra la pandemia.
Desde la parasitaria burguesía imperialista hasta el más miserable reformista claman por el respeto de la “democracia”. Esta democracia, decía Lenin, enmascara la explotación y el saqueo del planeta. Esta forma de administrar el poder bajo el capitalismo no es más que la dominación de la burguesía que le garantiza el desmantelamiento “ordenado” de todos los recursos del planeta, es el sostenimiento de la anarquía de la producción, del sometimiento de la mano de obra esclava en las prisiones fabriles, significa la separación de la ciudad y el campo atrasado que condena a millones de campesinos a carecer de los servicios más elementales y las consecuencias que esto produce.
Lo cierto es que esta democracia en los países oprimidos culmina en la miseria, balazos, torturas y masacres. Los regímenes democráticos en las semicolonias y colonias terminan desenmascarándose y develando lo que verdaderamente son en estas regiones: la dictadura del aparato militar policial. Este es el régimen de la Batalla de Argel y de La noche de los lápices. Es la democracia griega con Amanecer Dorado golpeando migrantes, el régimen criminal sirio exterminando proletarios, y el ucraniano quemando trabajadores en Odesa y persiguiendo a sus organizaciones. O las detenciones que se producen en México y Centro América contra los migrantes en las cárceles de Obrador y que han producido la muerte de decenas de trabajadores que solo intentaban ganarse el pan para sus familias buscando mejores condiciones de vida. Este es un vil asesinato perpetuado por la burguesía que arroja a miles de personas a sufrir la condena de ni siquiera ser explotados por un parásito capitalista. Este es el régimen de terror que impone a diario la burguesía contra el proletariado de todo el mundo.
En las potencias, es la democracia francesa la que persigue musulmanes y reprime a los manifestantes en las últimas protestas en París que han terminado con varios cientos de detenidos, o en el corazón el imperialismo que asesina a afroamericanos en Tennesse y encarcela a los que protestan contra esa barbarie.
Hombres, mujeres y niños son arrebatados de sus hogares y puestos de trabajo enfrentándose a los tribunales que la burguesía a dispuesto para asegurar el mantenimiento del orden, o bien son desaparecidos por docenas. La administración de justicia se vuelve inservible para los pobres y explotados de todo el mundo. Encarcelamientos sin condenas durante años, maltratos, torturas y toda una serie de vejaciones le esperan a todo aquel que haya estado dispuesto a enfrentar la miseria y la explotación. Esta es la realidad de las madres que lloran a sus hijos que no vuelven a ver más y que claman justicia a los explotadores.
Por estas razones la clase obrera y los explotados de todo el mundo no pueden poner su libertad en manos de los jueces que compra la burguesía, cómplices del capitalismo más salvaje. La liberación de los explotados perseguidos ha sido y será obra de la lucha de los trabajadores contra el Estado y sus distintos regímenes burgueses, ya sean estos, democráticos, bonapartistas o fascistas.
Los dirigentes obreros que llevan a crear ilusiones en la justicia burguesa solo engañan a los pobres, la única justicia que podemos obtener los explotados son con los métodos de lucha de la revolución proletaria. La dictadura del proletariado se encargará de juzgar a los mercenarios del régimen capitalista, condenará a los enemigos de los trabajadores obteniendo justicia para todos los crímenes que ha cometido la clase poseedora contra los desposeídos.
¡Por tribunales obreros y populares para obtener justicia!
¡Libertad de los presos políticos!
¡Libertad a los luchadores del proletariado!