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CON ARCE EN EL GOBIERNO EL MAS VUELVE A SOSTENER EL RÉGIMEN DE SAQUEO

La crisis provocada por la pandemia y la cuarentena mundial desembocó en levantamiento revolucionarios en todo el mundo. El ataque de la burguesía no se hizo esperar, pero las masas ofrecieron resistencia a pesar de sus direcciones traidoras que les recomendaban poner las fuerzas en cuarentena. La burguesía y las direcciones contrarrevolucionarias no pudieron lograr que las masas proletarias se quedaran encerradas muriéndose de hambre. La amenaza de insurrecciones por hambre y levantamientos reales se han expresado como tendencia revolucionaria en todos los países. La explosión del proletariado negro en EE. UU. ha impactado a toda la región llevando la lucha de clases al corazón del imperialismo y en sus semicolonias, como Bolivia, se advierte que el atrevimiento de rebelión puede contagiar a todo el proletariado y a las clases desposeídas.

PACTO CON LOS GOLPISTAS

La región latinoamericana se encuentra en convulsión, pero ha sido contenida por la política de las direcciones reformistas que abiertamente traicionaron al proletariado dejándolo paralizado en medio de la crisis sanitaria mundial. Los combates de las masas chilenas y ecuatorianas a finales del año pasado abrieron el camino para nuevos levantamientos que se expresaron en Bolivia con la resistencia revolucionaria a la reacción.

Luego del golpe en Bolivia que terminó con la huida cobarde de Evo Morales y con Añez en la presidencia, las masas no se quedaron pasivas. La respuesta revolucionaria de los obreros y campesinos enfrentó los planes del imperialismo de profundizar la explotación y el saqueo. Hace más de un año las movilizaciones reaccionarias encabezadas por Camacho y la Media Luna trajeron abajo el gobierno de Frente Popular de los bolivarianos. Sin embargo, los levantamientos del Alto, La Paz y Cochabamba mostraron la resistencia de los explotados, así el país entraba en una profunda crisis que la lucha de clases tendría que resolver y los explotados mismos ya gritaban: ¡Ahora sí, guerra civil! Las direcciones reformistas, alarmadas y temerosas del enfrentamiento agacharon la cabeza al gobierno golpista de Añez quedando como un miserable apéndice del régimen militar.

El 14 de noviembre de 2019, y a tres días de haber asumido Añez, el gobierno lanzó el decreto 4078 que ponía a las Fuerzas Armadas a realizar tareas de “restablecimiento del orden interno y estabilidad pública” quedando “exentos de responsabilidad penal”. Así fue como la casta militar defendió el régimen bonapartista masacrando a obreros y campesinos en Sacaba, al día siguiente de emitir la norma y cuatro días después en Senkata, cobrándose la vida de decenas de explotados y cientos de heridos como consecuencia de brutales represiones en varias regiones del país.

Tres días después y para evitar que la sangre derramada incendie la revolución, los dirigentes de la Central Obrera Boliviana y la Confederación Sindical Única de Trabajadores se reunieron con la golpista Añez para establecer una “mesa de pacificación y reconciliación” garantizando la presencia de los políticos del “Pacto de Unidad” y levantando los bloqueos pero dejando militarizadas las “zonas estratégicas” del país, quedando así miserablemente subordinados al régimen burgués y tras de ellos a las masas engañadas que buscaban la salida revolucionaria. De esta forma el movimiento que había iniciado tras el golpe militar quedaba atado al imperialismo gracias a las direcciones bolivarianas nuevamente. Este es el principal freno que los oprimidos tienen al frente y al que los reformistas le hacen el juego por derecha y por izquierda como ya lo denunciáramos en su momento[i].

Luego de pactar con los golpistas, el MAS votó junto a ellos la nueva Ley electoral, que excluiría a Morales de participar en los comicios. De esa manera se votó el sostenimiento del golpe militar y una nueva traición a los explotados que peleaban en las calles. Ya para el 25 de noviembre la Central Obrera Boliviana firmó el “Acuerdo de Pacificación” con el gobierno de Añez sobre nuestros muertos y detenidos que no fueron liberados, además de que muchos proletarios hasta la fecha siguen siendo perseguidos por la justicia burguesa. Días después de las masacres contra los obreros y campesinos pobres, el decreto 4078 fue derogado dejando impune a los criminales. Así el MAS terminó imponiendo la disciplina burocrática en las organizaciones de masas con apoyo del gobierno de Añez.

UNA NUEVA TRAMPA ELECTORAL

Las nuevas elecciones estaban pactadas para mayo de este año, pero por la pandemia fueron prorrogadas hasta septiembre. En medio de esto, el gobierno de Añez, como todos los demás gobiernos, administraron la pandemia a favor de la burguesía decretando cuarentenas que las masas hambrientas, como en otros países, iban rompiendo; además terminó sobrendeudando más a la nación. La agudización de las condiciones de vida y los levantamientos en todo el mundo amenazaban nuevamente la débil estabilidad que los reformistas y golpistas habían pactado. Las masas empezaban nuevamente a ganar las calles en Bolivia como en todo el continente por sus miserables condiciones de vida en medio de la cuarentena militar a favor de la burguesía. En el Alto se bloquearon varias carreteras exigiendo la libertad de trabajar frente a la imposición de quedarse en sus casas condenados al hambre. Ahora era el gobierno del pacto contrarrevolucionario del MAS-Añez quien reprimía a los obreros y campesinos por romper la cuarentena y retomar los métodos proletarios de lucha callejera.

Ante un nuevo aplazamiento de las elecciones, las masas impacientes por la crisis bloqueaban nuevamente las carreteras del país principalmente en El Alto y La Paz, pero ahora exigían la caída del gobierno de Añez. El movimiento iba nuevamente en ascenso y las direcciones conciliadoras trataron de frenarlo a toda costa. Morales llamaba a la calma desde Argentina. Por su parte Camacho volvía a llamar a “la gente de bien” para desbloquear el país e instaba al ejército y la policía a actuar. Grupos de paramilitares empezaron a reprimir los bloqueos dejando varios heridos a su paso. Los enfrentamientos ponían el armamento revolucionario a la orden del día.  La COB anunciaba el llamado a una huelga general que resultaron levantando, aceptando las elecciones finalmente para el 18 de octubre. Tras algunas fricciones por los candidatos que representarían al MAS en las elecciones presidenciales, se terminó imponiendo al exministro de Morales, Luis Arce. Añez renunciaría a su candidatura para fortalecer la oposición al MAS e impedir que ganara en primera vuelta.

Los reformistas concentraron todos sus esfuerzos para abortar la lucha revolucionaria, llevando a las masas a la trampa de las elecciones. Las direcciones obreras y campesinas le lavaron la cara al MAS para presentarlo como la única opción frente a la “derecha”. El MAS terminaría ganando la contienda y así frenaba un nuevo levantamiento. La victoria de Arce fue reconocida por la OEA y las potencias y a la toma del mando asistieron representantes de la Casa Blanca, el Rey de España y sirvientes del imperialismo norteamericano.  Mientras el Frente Popular del MAS se refugia en las instituciones del gobierno, las manifestaciones revolucionarias fueron el poder real que expresaban las masas en las calles. Esta contradicción señala abiertamente el carácter contrarrevolucionario y limitante del MAS, demostrando que cuando avanza la revolución, los reformistas se empeñan más en subordinar todo al poder estatal. Por el momento los reformistas y estalinistas han podido llevar a cabo esta subordinación, pero si el proceso revolucionario se desarrolla ya no servirán las argucias y engaños de las direcciones del movimiento para atar a las masas al gobierno. Cuando las masas se den cuenta que sus demandas se consiguen en las calles, el botín presidencial junto con el juego parlamentario y las elecciones perderán todo sentido. El Frente Popular del MAS se desgastará con el bonapartismo y probablemente morirá con él. Las masas pequeñoburguésas no solo perderán la confianza en el gobierno, sino también en las direcciones del proletariado por atar su suerte a una institución inservible en tiempos convulsionados y aquellas podrían terminar en las manos del fascismo.

UN GOBIERNO DÉBIL

El MAS pudo negociar su regreso al poder “pacíficamente”, vía electoral, gracias a las movilizaciones revolucionarias del proletariado minero y los campesinos pobres. Pero el MAS que tenemos ahora no es el mismo de hace un año. Que Camacho haya logrado levantar a los sectores medios y capitalizar el descontento de sectores que antes ponían sus esperanzas en Morales significa que el MAS se agota de manera irremediable. Camacho sirvió como pata derecha para que el régimen militar policial con el que había gobernado el líder indígena lo echara de la administración estatal. Esta era una tendencia reaccionaria en todo el mundo que se expresaba con su particularidad en Bolivia. El bonapartismo se saca la máscara para imponer un gobierno más rastrero al imperialismo y redoblar las cadenas de la semicolonia a las potencias. El capital financiero sigue sosteniendo al bonapartismo en la medida que todavía le sirve para garantizar el orden. La presencia de bandas fascistas solo ha demostrado que el régimen puede tambalear y que la burguesía más poderosa no se decide todavía a jugarse esa carta, pero la tiene entre sus manos.

Por su lado el POR-Masas declaraba que el MAS de la burguesía nativa había muerto por un levantamiento popular que echó a la calle a Morales. Sin embargo, no pudieron explicar cómo es posible que, tras ese “levantamiento” que derrocó al líder indígena, en las siguientes elecciones retornara al poder el mismo partido del caudillo. Toda su política basada en rechazar el enfrentamiento civil por tratarse de bandos burgueses los dejó inevitablemente al margen de la lucha de clases real que tomaba forma en las calles.

Las masas no pudieron derrotar el golpe en las barricadas por las direcciones reformistas que las contuvieron y engañaron hasta consumar la trampa electoral. El MAS ha vuelto al poder, pero débil, se aleja de las masas y se acerca a los pactos con “la derecha”. Los golpistas y asesinos quedarán impunes. El gobierno de Arce no será el de Morales, será peor. Las masas votaron al MAS para enfrentar a la burguesía que buscaba arrebatar sus conquistas. Le votaron al Frente Popular para hacer la tarea que no pudieron completar, le votaron para luchar contra el golpe. Pero el MAS se encuentra subordinado a la casta militar y con ella a la burguesía transnacional, porque el partido de Arce y Choquehuanca pactó con los golpistas la transición. Estos no podrán avanzar medio centímetro contra los oligarcas y millonarios. Por el contrario, Arce llega al poder para estabilizar el país, garantizando el orden de los negocios amenazados por las revueltas populares. Su objetivo es equilibrar el “ala derecha” con el “ala izquierda” en nombre de la “reconciliación” y “la unidad nacional”, esto significa el bonapartismo, pero en la decadencia del capitalismo solo expresará la subordinación a los intereses del imperialismo maniatando a las masas por arriba con la complicidad de sus direcciones burocráticas de los principales organismos del proletariado y el campesinado. Luis Arce inicia esta labor promulgando leyes que aprobaron un crédito al Banco Mundial y al Banco Interamericano de desarrollo por 704 millones de dólares. 

En tanto los reformistas de la LORCI – FT dicen que “el golpismo y la derecha ha recibido un golpe contundente por vía de las urnas” y que “las fuerzas armadas y la policía han recibido un golpe político”. Ni en los momentos de mayor efervescencia revolucionaria estos reformistas plantearon el armamento de las masas, mucho menos la caída de la casta militar. Para estos pseudotrotskistas el triunfo del MAS es un golpe a la “derecha continental” ubicándose como una simple ala izquierda en el Frente Popular del MAS. En ese mismo sentido varios líderes “progresistas” de la burguesía firmaron la “Declaración de La Paz” denunciando al “golpismo de ultraderecha” que “amenaza la democracia y la paz social”. Estos miserables llaman democracia al saqueo de las naciones y paz social a la esclavitud asalariada y masacres hacia los oprimidos. La declaración agrega que Bolivia se convertía en la “referencia internacional de la respuesta ciudadana al golpismo”. Esto se hacía en medio de la toma de posesión de Arce que juraba ante la casta militar que había derrocado a Morales. La victoria del Frente Popular no es la victoria de las masas oprimidas, el triunfo del “pacto social” es la victoria de la burguesía sobre la revolución. Quien estuvo al frente del MAS no fue Choquehuanca, líder más ligado al campesinado, sino el funcionario banquero Arce, a pesar del rechazo de las masas movilizadas. Luis Arce ya se apresuró a asegurar que Morales no gobernará y así tranquilizaba a sus patrones. La casta militar, bastión del régimen burgués está intacta. Esta determinó el golpe bonapartista de Añez, dejando de sostener al gobierno de Frente Popular “plurinacional” para profundizar el régimen bonapartista y esta misma casta regresó al MAS al poder para contener la revolución del proletariado boliviano.

HACIA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA

La última palabra en esta situación la tiene el combativo proletariado boliviano que indudablemente podría arrastrar al campesinado pobre del país contras las bandas de la reacción y contra todo el Estado burgués encabezado hoy por el MAS. La vanguardia obrera boliviana necesita unirse al combate por refundar la Cuarta Internacional para dirigir la lucha revolucionaria hacia la toma del poder del proletariado como caudillo de las masas pequeñoburguesas pobres sobre los escombros del Estado burgués y su casta de oficiales golpistas. Solo esa dirección revolucionaria podrá desplegar el mejor plan para vencer a la burguesía levantando consignas audaces para ganarse al campesino pobre y el movimiento indígena del país, consignas como la de Asamblea Constituyente Revolucionaria para romper con el imperialismo y darle la tierra al que trabaja, y que solo puede convocarse desde la dictadura del proletariado. Solo un partido mundial puede unir al proletariado de las semicolonias sudamericanas y centroamericanas con el proletariado de la metrópolis norteamericana que acechó la Casa Blanca, para juntos avanzar hacia la revolución socialista.

En el caso eventual de una nueva amenaza de la reacción y cuando el MAS ya ha demostrado su cobardía, debemos llamar a que los dirigentes de las organizaciones del proletariado rompan su pacifismo y subordinación al Frente Popular y pongan en pie verdaderos comités de autodefensa contra la represión militar-policial y las bandas fascistas de la Media Luna ganando a los soldados rasos luchando por sus reivindicaciones. Es necesario conquistar el armamento de los explotados para evitar nuevas masacres como en Sacaba y Senkata. Estos comités podrían retomar las fábricas estratégicas del país imponiendo el control obrero de la producción que el MAS desorganiza. Los campesinos deben imponer la toma de tierras, y junto al proletariado pelear por la nacionalización sin pago de los recursos del país, y por la ruptura con las deudas y tratados con las potencias. Hay que dirigir la producción para enfrentar la crisis sanitaria y el desempleo masivo que dejó la cuarentena militar, y avanzar desde asambleas obreras de base a la organización de una gran Asamblea Nacional Revolucionaria. Solo esta perspectiva de lucha puede arrancar a las masas empobrecidas de las garras de la reacción y junto a todos los trabajadores enfrentar a la burguesía transnacional y a la nativa que se subordina al imperialismo.

¡ABAJO EL GOBIERNO LACAYO DE ARCE Y LA REACCIÓN GOLPISTA!

¡PASO A LA VERDADERO REVOLUCIÓN SOCIALISTA LATINOAMERICANA!


[i] https://nrci.org/blog/2020/01/11/bolivia-abajo-el-gobierno-golpista-de-jeanine-anez/

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