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LA CUARENTENA Y EL REFORMISMO

El asunto de la cuarentena frente a la pandemia del COVID 19 ha representado un problema ineludible para todas las tendencias del movimiento obrero, muchos reformistas se han visto obligados a cuestionarse parcialmente y parchar su posición respecto a esta medida que consideraban hace no mucho indiscutible. Los levantamientos de las masas en distintos países rompieron aquella tranquilidad rutinaria que infesta a las organizaciones pequeñoburguesas que dirigen al proletariado y que las alejan de los criterios de clase más elementales.

Los marxistas entendemos que este problema debe ser abordado desde los intereses de las clases sociales irreconciliables. Lejos de detenernos en la superficie de opiniones al respecto, debemos tomar este problema desde el punto de vista material de las condiciones históricas y económicas que la producen. Reflexionar sobre las clases sociales que sostienen esta medida, y los fines que buscan con ella nos revelan la profundidad del asunto.

La cuarentena no cae del cielo, así como cualquier otra práctica humana tiene un origen histórico. Desde las cuarentenas que se relatan en los pasajes bíblicos, las aplicadas en los antiguos imperios, durante la Edad Media y las de los últimos siglos tienen fundamentos materiales. Incluso cuando algunas de ellas no dieran resultado por desconocerse la fuente real de transmisión. Algo similar podría ocurrir respecto a los últimos datos sobre la trasmisión del SARS-CoV-2 por aerosoles (partículas en el aire) que la misma OMS ha empezado a aceptar. Aun así, las cuarentenas fueron aplicadas a la población que había estado expuesta y se presumía que había contraído la infección. En el Medievo se las separaba de la ciudad para que esta siguiera su actividad, como en el puerto de la Ragusa (actual Croacia) donde se construyeron Lazaretos. Pero incluso desde esos tiempos las cuarentenas solo han servido para alejar o expulsar de las ciudades a los enfermos esperando que sanaran sin tratamiento o que murieran inevitablemente.  

La cuarentena como tal, es una medida de la ciencia médica cuando ya no le quedan más recursos para salvaguardar la vida de las personas. Es decir, es un último recurso ante la carencia de recursos científicos, expresa la incapacidad de dominio sobre la naturaleza o las limitaciones de esta. Comprendiendo las condiciones históricas en la que se aplicó concretamente la cuarentena en determinada fase del capitalismo y no pensando en lo que debería ser esta, es que podemos entender los fines con las que se aplica y así diferenciarlas de otras cuarentenas en la historia del desarrollo de la sociedad. Las cuarentenas de los últimos siglos han servido para sostener un sistema en decadencia, si bien hace posible cierto retraso en las epidemias sobre todo en sectores privilegiados, esto ha contribuido más a salvaguardar el sistema sanitario social del capitalismo que a salvar a las masas empobrecidas que siempre se han visto más afectadas. Desde la Primera Conferencia Internacional Sanitaria en 1851, realizada en París a causa del brote de cólera, en Europa los gobiernos han discutido la cuarentena para “prestar servicios al comercio y la navegación[1]. En México quedó establecido en la constitución de 1917 la necesidad de una “autoridad sanitaria ejecutiva” en casos de que el país afrontara una epidemia, ya que sería la única dictadura que “los pueblos civilizados” podrían tolerar.

En medio de la Primera Guerra Mundial los capitalistas y sus Estados aplicaron como regla general medidas dictatoriales pero solo en algunos casos las acompañaron con cuarentenas para frenar la pandemia de influenza mientras seguían con su guerra reaccionaria. No hay incongruencia entre la aplicación de estas “medidas necesarias” y la clase dirigente para salvaguardar sus intereses. De hecho, el régimen de guerra tiene la semejanza con la cuarentena de establecer una dictadura “necesaria” al enfrentar al “enemigo externo”.

La forma en la que se ha planteado la cuarentena actual hizo que dejara de ser solo un método de la medicina atrasada y junto al aislamiento hecho de forma selectiva se han convertido en una política de sanidad pública mundial impulsada por los capitalistas. Esta política sanitaria está mucho más enlazada con el régimen político. Esta diferenciación de su empleo dentro de la salud pública no ha sido comprendida ni en su profundidad ni en su alcance.

No negamos a priori la utilización de cuarentenas y aislamientos selectivos como parte de las prácticas médicas inclusive en medio de luchas revolucionarias para aislar a sectores vulnerables específicos (enfermos crónicos y ancianos), sin embargo, estas medidas estarían totalmente subordinadas a los intereses de la revolución proletaria, a los levantamientos de masas, insurrecciones callejeras y a los frentes inevitables de lucha contra las clases en resistencia durante una guerra civil.

La burguesía y la cuarentena

El reformismo parte de la premisa fundamental de que los intereses de la burguesía son totalmente contrarios a la cuarentena. Así podemos ver, por ejemplo: “La denuncia de la LITci ha sido y es en primer lugar a los gobiernos del mundo que se han negado a declarar el confinamiento. Pero también contra los que haciéndolo, como el Gobierno PSOE-UP, lo han declarado tarde y mal”.[2] También en la FT-CI podemos ver de forma similar la denuncia: “Los gobiernos que fueron negligentes desde el comienzo (Estados Unidos, Irán, Italia y tantos otros) están reaccionando con medidas que se limitan a prohibir vuelos y fortalecer las cuarentenas y el aislamiento”[3] (negritas nuestras). Así mismo el PO de Argentina partido-madre del CRCI nos dice: “A los capitalistas que quieren quebrar la cuarentena para retomar el régimen de trabajo aun cuando esto le cueste la vida a miles o cientos de miles de trabajadores se los ´comprende`”[4]. Y desde el PO-Tendencia: “la reacción política internacional se opone a las cuarentenas y busca imponer un funcionamiento ‘normal’ del proceso capitalista sin que importen el número de víctimas”[5].

Pero ¿es cierto que la burguesía está irremediablemente contra la cuarentena? Estos mismos partidos aceptan que se han declarado cuarentenas “tardías”, “malas”, “limitadas”, etc. Y como continuación de su política pro cuarentenas, todos critican que se la haga sin la aplicación de los test masivos como en Corea del Sur o algún otro modelo capitalista de salvación contra la pandemia. Pero ¿no es exactamente esto lo que, reconozcamos en su mayoría de forma limitada, ha venido haciendo la propia burguesía? Efectivamente, la burguesía empezó a declarar cuarentenas en todas partes. Si la burguesía es contraria a la cuarentena, entonces debemos preguntarnos ¿Por qué la terminó imponiendo en la mayoría de los países? Según el reformismo estas serían las razones:

Para la FT-CI: [Los gobiernos] Temen demostrar incapacidad frente a una crisis sanitaria de este tipo. Trump, a último momento, declaró la ‘emergencia nacional’ […] Si aparece como incompetente frente a la crisis y suman miles los muertos, puede perder la presidencia de EE. UU., incluso frente a Biden y su ´deterioro cognitivo`. Lo mismo cualquier otro gobierno.” Según la LITCI: “Pero esa política [la de ´No hacer nada`] fue abandonada por la mayoría de los países, fundamentalmente a partir de la repercusión mundial que tuvo la cantidad de muertos en Italia, España y en el propio EE. UU. pues los gobiernos seguramente temieron posibles revueltas cuando las masas comprobasen que no se trataba de una ´gripecita`”. Para el PO-Tendencia: “La aceptación de las cuarentenas por parte del inglés Johnson y de Trump, constituyen un recule de quienes advierten que esta crisis pone al capitalismo en una encrucijada histórica. Han debido retroceder por el temor de que una expansión de la letalidad de la pandemia provoque un levantamiento popular”.

En esencia todos estos partidos hablan de una amenaza latente de perder base social, provocar crisis políticas y hasta de concesiones por presión de la lucha del proletariado. Esto es una estupidez porque en ninguna parte del mundo hubo la suficiente fuerza revolucionaria para que la burguesía retroceda e imponga la cuarentena. Quizás solo una situación revolucionaria mundial podría hacer que la burguesía diera semejante concesión a nivel mundial. Ellos destacan las huelgas sobre todo del sector automotriz cuya presión “salvaje” hizo retroceder a la burguesía, sin embargo, no en todas las fábricas que cerraron en el mundo hicieron huelgas y muchos menos en todos los demás sectores productivos que fueron cerrados. El turismo no cerró porque sus trabajadores presionaron a todo el sector del planeta. La prensa como fiel mercenaria reproducía en todas las televisoras los llamados a quedarse en casa. Por eso la cuarentena no es una política de ruptura con la forma habitual de actuar de los capitalistas.

Analicemos un poco más esta “concesión” de la burguesía. Todo el reformismo está de acuerdo que esta cuarentena se aplicó con hambre y represión. Esta sería la gran concesión de los capitalistas. Pero, es que ¿acaso las masas necesitan que un gobierno haga algo para que puedan encerrarse en sus casas? ¿no es lógico que si quisieran encerrarse lo harían sin que el gobierno tuviese nada que ver? Lo que no nos explican todos estos reformistas charlatanes es que, si la cuarentena fue una exigencia de las masas trabajadoras, por qué los gobiernos utilizaron las fuerzas policiales y militares para imponerla.

Entonces, ¿qué es la cuarentena? Es encerrarse en la casa, pero para hacerlo solo hay dos formas: que las masas lo hagan por voluntad o que necesiten que se las imponga militarmente. Que las masas se encierren en sus casas voluntariamente sería un deseo que nadie puede quitárselo. Ninguna ley burguesa le prohíbe el derecho de quedarse en su casa, es obvio que la burguesía no le ha concedido este “derecho”. ¿Qué ha “concedido” la burguesía? Nada más que el “deber” de encerrarse. Es decir, la aplicación de la cuarentena por la fuerza. Estos canallas nos dicen que la militarización es una demanda de las masas y que la burguesía se lo ha concedido amenazada por un potencial levantamiento a favor de la cuarentena.

Solo la aristocracia obrera puede haber demandado la militarización, y por esto el inconsciente de estos miserables los traicionó y simplemente reproducen esa idea, de que la militarización es una concesión, en todo caso es una concesión de la burguesía a la aristocracia obrera que desea ver a los pobres diablos “desclasados” en prisión domiciliaria.

Lo que en todo caso ciertos sectores de obreros ocupados han pedido es una cuarentena “sin hambre” porque ningún obrero ha renunciado a su trabajo para proteger “su salud y vida por encima de cualquier concepto materialista”. Hasta los obreros del norte de Italia son materialistas, porque prefieren infectarse a dejar de comer. La única demanda de ciertos obreros fue entonces la cuarentena sin hambre, y la pregunta es ¿qué gobierno les ha concedido esto? Ciertamente, una cuarentena con todo pagado sería una demanda y una concesión económica real, pero nadie cedió esto. Lo que hubo fue una “concesión” militar, ¿o acaso imponer despidos, y la prohibición del trabajo callejero es una concesión económica?, ¿encerrarte a la fuerza en tu casa para que te mueras de hambre es una concesión económica de la burguesía al proletariado? ¿Miedo al levantamiento proletario? Y si fue así ¿por qué entonces los millones de despidos?, ¿porque encerrar a los ambulantes en sus casas? ¿Por qué prohibir a los migrantes hambrientos cruzar las fronteras hasta del interior de su propio país? ¿es la cuarentena militar del hambre una concesión por presión de las masas? Por el contrario, en todos los países los gobiernos han dado millonarias sumas de dinero a la burguesía para que enfrenten la cuarentena ¿Esto es una concesión económica a las masas? Quizás solo a los “grandes intelectuales” y profesores universitarios les habrán concedido una cuarentena sin hambre, justamente para que metan el veneno al movimiento obrero a través de los sindicatos estatizados que asesoran. En países como Arabia Saudita ni siquiera la revolución árabe le hizo ceder nada y ahora “conceden” la cuarentena ¿también fue por miedo a las masas? Más adelante veremos las razones reales para imponer la cuarentena.

Respecto a los más recientes brotes epidémicos, la política de cuarentena fue empleada contra el SARS (2002) y del MERS (2012) para contener la propagación en favor de los capitalistas, el confinamiento colectivo se aplicó especialmente en China. Frente al SARS-CoV-2 se aplicó la misma política de cuarentena en el país asiático y esta contó con el apoyo de la burguesía internacional justamente para detener su expansión lo más pronto posible y que no afectara los negocios del capital. Como esa primera contención no pudo detener el virus, la burguesía pensó que podría hacerlo extendiendo la cuarentena a la mayoría de los países por un reducido intervalo de tiempo. En las semicolonias las cuarentenas fueron, por supuesto, más prolongadas, restrictivas y brutales. En las metrópolis fueron más relativas. Esto tampoco era uniforme y dependía de las particularidades políticas de cada país. Los capitalistas tuvieron interés en acabar con la pandemia en la medida que afectaría sus negocios y al menor costo posible. Estos, como es lógico, empezaron a entrar en conflictos por la lucha de las actividades “esenciales”.

La cuarentena fue la continuación de una política clara que venían desarrollando los países que la han implementado. Es una continuación de las muertes, la represión y la militarización de los países. La crisis actual del capitalismo provocó los procesos revolucionarios de la época y que luego de ser traicionados por las direcciones reformistas sufrieron un estancamiento y retroceso importantes. En un periodo de reacción internacional cuando levantaba cabeza el fascismo, se fortalecían los bonapartismo y golpes militares, la burguesía se encontraba a la ofensiva para aplicar una medida como esta, a pesar de que también existieron respuestas revolucionarias de las masas que expresaban una tendencia frente a la contrarrevolución como en El Líbano, Ecuador y Chile.

La burguesía ha tenido como finalidad sacar a las masas de las calles, y parcialmente terminó logrando este objetivo con el pretexto de luchar contra la pandemia. En manos de los capitalistas, la enfermedad se convirtió en un arma contra las masas para hacerlas retroceder de sus combates revolucionarios permitiendo la imposición de las medidas más dictatoriales.  La campaña de pánico sostenida también por el reformismo produjo el reflujo y la confusión sobre todo de los sectores más atrasados, esto hizo que el reformismo declarara la “derrota de los explotados”. Sin embargo, así como las medidas reaccionarias de la burguesía son utópicas para resolver las crisis profundas generadas por el sistema capitalista y no termina más que exacerbando las crisis, de igual forma la cuarentena resultó inservible para solucionar la pandemia. La cuarentena es la continuación de la política sanitaria que la burguesía venía desempeñando para dejar morir a millones seres y aplastar a las masas en todo el mundo que se negaban a tal masacre. Lo que ha cambiado en esta política sanitaria durante la crisis de la pandemia es su forma de acción: más extendida y por lo tanto más contradictoria. Esto terminó provocando los nuevos estallidos revolucionarios por hambre en todos los continentes.

La burguesía intentó contener la pandemia aplicando cuarentenas, esta medida fue inevitable, no por un temor a la opinión pública ni porque las masas amenazaran con insurreccionarse si no la imponía, es decir, como si de una concesión se tratase. La aplicación de la cuarentena es el resultado de la dialéctica de los intereses de las clases dominantes. La gran burguesía podría encerrarse fácilmente en un bunker o una isla y listo. Pero este no es el caso de la pequeña burguesía rica que comparte su espacio público con el proletariado, y justamente termina siendo la base social del bonapartismo que es finalmente el régimen de la mayoría de los países en distinto grado. Por otro lado, los sectores más “débiles” o perjudicados de la burguesía buscarán evitar la quiebra de sus negocios y son los que rechazan la cuarentena. Entonces, la pandemia asusta a la misma élite y esta no puede permitirse la expansión indiscriminada del virus, por eso lleva adelante acciones sanitarias, aunque insuficientes, pero las mínimas necesarias para evitar contagiarse tratando de no comprometer el funcionamiento normal de los negocios.  Sin embargo, la lucha de los trabajadores por su salud que no la tiene asegurada, así como por sus condiciones materiales necesita seguir otro camino distinto.

Otra de las razones que nos ofrece el reformismo por las cuales la burguesía no habría querido tener nada que ver con la política de cuarentena es que esta ha generado caídas en las más importantes bolsas de valores del mundo, la quiebra de negocios, recesión, etc. es decir, crisis económica. Como si fuera la primera vez que el capitalismo generara por sí mismo estas crisis coyunturales. Los capitalistas nunca desean las crisis ni los conflictos, pero estos son inevitables e inherentes al sistema. ¿Qué tiene que ver el deseo de algunos con las fuerzas históricas que hicieron inevitables las dos guerras mundiales? Y así como aquellas circunstancias hicieron inevitable la política de guerra, también fue inevitable el levantamiento revolucionario del proletariado contra dicha política. La burguesía como clase viva tendrá facciones a favor o en contra de la cuarentena dependiendo del peso que tenga y la situación política en cada país.

La misma política sanitaria que ha seguido la burguesía en un periodo anterior a la crisis actual es continuada por la misma clase social durante la crisis. Toda la historia del capitalismo en descomposición es la historia de genocidios, guerras y fascismo. No vivíamos relativamente sanos antes y ahora es el apocalipsis. Por ejemplo, los migrantes centroamericanos y de Medio Oriente escapaban de zonas de exterminio y fueron recibidos a golpes y balazos en los otros países, las zonas eran militarizadas cuando los pobres se negaban a morir por hambre o por la guerra, encerraban en jaulas a nuestros hijos, nuestras madres y hermanas eran violadas y los refugiados eran albergados en campos de concentración. Esta ha sido la forma en la que el régimen burgués ha tratado a quienes querían salvar su vida. La cuarentena es una consecuencia de la política de la burguesía, todos los gobiernos tienen la misma responsabilidad de venir matando a millones de trabajadores por políticas de salud o por condiciones de vida. De allí que sea ridículo encontrar diferencias entre tal o cual gobierno por su política actual frente a la pandemia. No hay gobiernos “reaccionarios y progresistas” que enfrentan a la pandemia como algunos miserables nos quieren hacer creer.

El régimen político de México, EE. UU. y Brasil asesinaba a los trabajadores en las fábricas al igual que el de todos los países donde se promovieron más las cuarentenas, mejor dicho, donde se establecieron de forma más explícita. Los trabajadores no empezaron a morir porque los gobiernos se negasen a aplicar las cuarentenas. Inclusive en todo el mundo se respetan las actividades “esenciales” del capitalismo que dejan morir a los obreros en las fábricas, las minas y los campos de la agroindustria. Es evidente que las actividades “esenciales” no están en cuarentena, todos los gobiernos por igual están “contra la cuarentena” de las actividades esenciales al igual que el reformismo. En estos “sectores esenciales” la cuarentena solo significa la prohibición de libertades políticas como el derecho a reunión y a las protestas. Ellos solo tendrían derecho a salir de sus hogares para ser explotados, esto es vivir bajo una dictadura absoluta. Y así el reformismo nos quiere presentar esta cuarentena que excluye a los “esenciales” como una concesión por el temor al levantamiento de las masas.

Todos los reformistas están de acuerdo que esto no se puede cuestionar más que solo en algunos matices alrededor de la división de la producción que tiene como fin sostener a la burguesía como parásito. De esto solo se podría sacar dos conclusiones contrarias, una falsa y otra lógica: Como no podemos cuestionar la cuarentena debemos aceptar la separación de las actividades que por ella se imponen forzosamente en las ramas productivas bajo el capitalismo. O, por otro lado, como lo hace nuestro núcleo, como la cuarentena además de sacarnos de las calles impone la división forzada de las actividades productivas para mantener a la burguesía siendo un parásito hay que traerla abajo para poder redirigir la producción al servicio del pueblo trabajador y para enfrentar la pandemia.

Algunos reformistas hablan de cerrar ramas enteras de la producción como la construcción, la minería y el sector automotriz por no ser “necesarias” para el proletariado en tiempos de pandemia. Ni en los manuales burgueses de economía se dice tanta idiotez junta. ¿cómo construiríamos los hospitales que nos hacen falta? ¿Los productos de la minería no sirven para construir los equipos médicos? Los mismos capitalistas saben sacar provecho de las fábricas automotrices para dedicarlas a la producción de ventiladores mecánicos, pero nuestros reformistas creen que le hacen un bien al proletariado renunciando a todo esto en lugar de redirigir la producción en beneficio de la humanidad. Hasta para sostener su teletrabajo “intelectual” hacen falta productos de la minería. Sin duda no les hace falta nada de esto. Como decía Lenin, quien no pasa hambre no lucha por pan.

El grado de desarrollo de las fuerzas productivas actualmente permitirían resolver las diferencias entre el campo y la ciudad como el hacinamiento y la falta de viviendas y espacios en las urbes. Cualquier epidemia podría encontrar en una sociedad organizada un escenario de poca transmisibilidad, sin embargo, el capitalismo no puede existir sin provocar estas diferencias y ahondarlas más. En lugar de eso el reformismo se empeña en sostenernos bajo la forzada división de trabajo e inclusive nos quiere mandar a la división feudal de los talleres independientes entre sí. Sin minería, sin transporte y sin casas, ¡Qué osada defensa del planeta! Ni los ambientalistas burgueses reaccionarios del progreso humano se han atrevido a tanto.

Al aceptar la división del trabajo entre “esenciales y no esenciales”, el reformismo acepta la condena social de pertenecer a cierta rama de la producción. La condena de ser socialmente esencial en una sociedad de trabajadores y parásitos no es más que la defensa de la separación de la sociedad entre trabajadores y patrones. Ni siquiera democratizan el riesgo repartiendo las horas de trabajo entre todas las fuerzas disponibles, peor aún, excluyen de este riesgo colectivo a la burguesía ya que esta no trabaja ni en actividades “esenciales” y ni en actividades “no esenciales”.

Sobre las demandas reales de los obreros.

Los oportunistas tienen miedo de alejarse de los “deseos de las masas”, siempre han temido eso, se esconden detrás de ellas. No pueden soportar hablarles a la cara y pelear por elevar su consciencia. Se acomodan a sus plácidos deseos, las complacen cuando retroceden y las contienen cuando avanzan. Este temor lo ha expresado bien la LITCI cuando teme que el gobierno utilice el rechazo de algunos grupos a la cuarentena para “estigmatizar a la izquierda”. La esencia del oportunismo es moverse hacia donde el viento lo lleve, esto lo hace incapaz de anticipar nada y en la lucha real un inepto para la política revolucionaria.

El Partido Obrero-Tendencia de Altamira ha defendido inigualablemente el método de la cuarentena. Así habla él del sectarismo o ultraizquierdismo que se opone a las cuarentenas”: “Presenta a la cuarentena como reaccionaria, incluso cuando la reacción política internacional se opone a las cuarentenas y busca imponer un funcionamiento ‘normal’ del proceso capitalista sin que importen el número de víctimas. Los socialistas debemos defender la necesidad de la cuarentena desde los intereses de la clase obrera, en oposición a los del capital y al gobierno que la implementa”.[6]

Para empezar esto es falso ya que se han desarrollado cuarentenas en EE. UU. y Brasil, pero incluso si tuviésemos forzosamente que hacer una cuarentena por el poco avance de la ciencia médica, esto no implica presentar a la cuarentena como progresista o poco reaccionaria. La cuarentena como se la ha impuesto de forma mundial implica un desequilibrio de las fuerzas productivas, incluso bajo la dictadura del proletariado con una economía de transición al socialismo implicaría una reducción de la capacidad productiva. No hay forma en donde la cuarentena mundial no representaría una limitación de las capacidades humanas.

Aun así, nos igualan con la reacción internacional desde una abstracción: “por la salud y la vida de los obreros”. Mejores frases han sido escritas por peores canallas. La lucha por la vida de los trabajadores no es una abstracción o noción metafísica suprahistórica, es decir, siempre está sujeta a las condiciones materiales y determinada por las fuerzas motrices de la historia. Dicen que no tomamos en cuenta la lucha de los trabajadores por la vida. Todos sabemos que la vida y la salud de los trabajadores están destinados ya al sufrimiento y a la funesta muerte por culpa del capitalismo. “Los proletarios no tienen nada que perder”, esta sentencia fue escrita ya por Marx y Engels hace más de 170 años y ella no ha perdido en absoluto su validez estratégica. Nuestra conclusión táctica se guía por la lucha contra todas las medidas que permitan al capitalismo empeorar nuestras condiciones de vida, esto es cierto, pero la única forma de conseguir esto es no limitar con la cuarentena nuestra actividad revolucionaria, es decir, la acción política de masas.

La LITCI busca un recurso “más científico” al decir que: “El hecho cierto, sobre el que luego volveremos, de la utilización del confinamiento con otros fines políticos, represivos o incluso que no siempre se obtuvieran los resultados deseados, no niega esta norma básica, científica, cuyo objetivo es contener la propagación de la enfermedad y evitar el colapso del sistema sanitario, para no aumentar por esa vía la letalidad de la pandemia”[7] (negritas nuestras).

El reformismo nos dice que hay que diferenciar las “medidas sanitarias necesarias” de los regímenes que la implementaron. Pasan por alto que no estamos todavía en un régimen obrero, sino burgués y que las “medidas sanitarias necesarias” son tomadas en su interés. Que las medidas necesarias tienen como base la economía necesaria para implementarla. Y en ese caso para implementar nuestras “medidas sanitarias necesarias” es en primer lugar necesario derribar el régimen económico en el que nos encontramos.

Esta separación entre el régimen y “las normas básicas” aplicable a cualquier sistema sanitario es una abstracción del reformismo. Incluso ellos han hablado de la relación que existe entre la aparición de epidemias cada cierto tiempo producto del capitalismo. Engels ya señalaba que “el régimen social capitalista sigue reproduciendo las plagas que se trata de curar”. El sistema social produce las condiciones y propicia el esparcimiento de enfermedades contagiosas mientras trata de contenerlas con determinada política sanitaria. El reformista quiere salvar la vida del proletariado haciéndolo que viva como el burgués: de la plusvalía sin trabajar, peor aún quiere que la burguesía, la clase media rica y los “no esenciales” vivan de la plusvalía que produce el trabajador que tuvo la condena de ser “esencial”. O por su lado más filantrópico, desea que la burguesía redistribuya su riqueza entre los más necesitados para que puedan soportar la cuarentena. El reformista va como curandero a evitar el colapso del sistema sanitario burgués, cuando los revolucionarios peleamos por enterrarlo. Esta salvación del régimen no es tarea novedosa, Stalin y la burocracia soviética ya se habían encargado de establecer la Organización Mundial de la Salud como parte de su política junto a los Aliados a la salida de la Segunda Guerra capitulando nuevamente al imperialismo ahora en favor de la “salud mundial”.

La LITCI trata de hablar de “normas científicas” para hacer valer la cuarentena como aplicación científica de la medicina, sin embargo, su ciencia queda al desnudo cuando al hablar sobre lo que necesita el proletariado dice: “La creación de comités es fundamental, acá estamos priorizando nuestra salud y vida por encima de todo concepto materialista[8] (negritas nuestras). La vulgaridad de estos falsos marxistas no tiene límite, lo que sí nos queda claro es que el interés abstracto de esta gente está por encima de la ciencia y la filosofía materialista. La pequeña burguesía acomodada y la aristocracia obrera “prioriza” su salud tan audazmente luego de tener sus condiciones materiales elementales ya satisfechas.

Pero qué se esconde detrás de este interés en aplicar la cuarentena para así contener la propagación y evitar la letalidad como nos dice todo el reformismo. Veamos aquí el reconocimiento que hacen del uso de la cuarentena dentro del régimen burgués, mejor dicho, el servicio que hace la cuarentena para “evitar el colapso del sistema sanitario”, aunque esto mismo es falso ya que la realidad ha mostrado que todos los sistemas han colapsado aún con la aplicación más estricta de la cuarentena. “Las primeras medidas de cuarentena, a pesar de que fue parcial, sirvieron para contener la pandemia”[9] nos dice la LITCI, mientras que la FT-CI nos explica que: “Aún no se vislumbra el fin de la pandemia del COVID 19, ya que sólo en China y el Sudeste de Asia parece haber sido contenida, pese al peligro de rebrotes”, pero más claro aún: “medidas centrales que en conjunto con el aislamiento social (general o focalizado según el caso) y las medidas de higiene personal permitieron hasta el momento contener la transmisión del virus en algunos países”. Bien, si este método ha permitido realmente contener el virus entonces este es el camino que debemos seguir. Entendámoslo claro, este método es usado en el capitalismo, este método sirve para “salvar la vida de los obreros” sin necesidad de derribar el sistema social. ¿Acaso decir que por lo menos “algo permitió” hacer la cuarentena no es sugerir que, bajo el capitalismo los obreros podemos esperar si bien no ciertas mejoras, al menos el mantenimiento de nuestra miseria habitual? Nuestros reformistas nos objetarían ¿Pero acaso los socialistas no debemos luchar contra toda medida del capitalismo que intente rebajar más la miseria habitual? Y nosotros les preguntaríamos: ¿Al menos nos permitió salvar la vida miserable que ya llevábamos bajo nuestra explotación cotidiana? Nada más alejado de la realidad, la cuarentena no ha permitido siquiera mantener nuestro nivel de miseria. ¿Entonces para quién ha servido realmente la cuarentena? La clase social que encontrándose expuesta puede salvar su vida resguardándose con sus ahorros y si se enferma podría pagar los hospitales privados: la pequeña burguesía rica. Mientras que el proletariado tuvo que morir inevitablemente sin ahorros y sin atención médica. Detrás del “éxito parcial” de la cuarentena solo se esconden prejuicios pequeñoburgueses producto de una realidad pequeñoburguesa y no proletaria.

Esto bastaría para demostrar la impertinencia de esta táctica. Sin embargo, el reformismo ha continuado planteando la cuarentena. Ellos creen que defienden la salud del pueblo con la cuarentena. Se equivocan: defienden los intereses de la burguesía que puso en cuarentena la revolución de las calles. Pero no tardó mucho para que esta misma receta provocara verdaderos levantamientos populares. Y aquí es donde terminó en la basura todo el arsenal del reformismo a favor de la cuarentena. Negarse a estar contra ella es aceptarla, aunque se escondan detrás de las frases.

Todos sabemos que en el camino de la toma del poder podemos arrancar alguna concesión a la burguesía, pero esto es posible en una ofensiva revolucionaria. Y para lograr esta situación son necesarias consignas que liguen las demandas actuales con la necesidad de la toma del poder, es decir, un programa transitorio que parta de la expropiación de la burguesía como medida elemental contra el padecimiento general de las masas. Entonces nos preguntamos ¿Es la cuarentena una consigna de transición? “El viejo ´programa mínimo` es constantemente superado por el programa de transición cuyo objetivo consiste en una movilización sistemática de las masas para la revolución proletaria” nos dice Trotsky.  ¿Acaso la cuarentena no renuncia de hecho a por lo menos a alguna movilización? De allí que la LITCI se preguntase honestamente “¿Salir o no salir a las calles?” y se respondiera: “A las calles a exigir cuarentena”. Es evidente que sus contradicciones ya no caben ni siquiera en el mismo papel mucho menos en la vida real. Sin embargo, hay grupos que ni siquiera se atreven a plantear esta estupidez de manera honesta.

Los reformistas tienen otra concepción completamente distinta de la situación del capitalismo, la crisis ha hecho que pongan en evidencia abiertamente su condición de clase pequeñoburguesa. Estas ideas son la base para la concepción de sus tareas concretas. Por eso la cuarentena se convierte en un medio para salvar su vida.  

Ahora bien, la aplicación de la cuarentena bajo el régimen burgués es a través de sus herramientas (partidos políticos burgueses, leyes, ejércitos, prensa, etc.), en ese sentido, la agitación debe partir de estas demostraciones concretas de actuar de la burguesía contra el proletariado. Pero el reformismo como lo hace el PO-Tendencia sostiene que: “La coacción estatal para contener una crisis sanitaria es relativamente progresista, en contraste al abandono del rol del estado”[10]. Nadie puede negar que la cuarentena que se terminó imponiendo dentro del capitalismo es una cuarentena militar del hambre y aún esto lo siguen vendiendo como “una concesión de la burguesía”, como progresista. Esta sería una “conquista parcial” del proletariado en su larga lucha al socialismo. Todos los reformistas parten de esa base en la lucha de clases, por eso es completamente lógico que Altamira termine diciendo que al gobierno burgués: “Debemos exigirles, no que anulen la coerción estatal, sino que la apliquen en forma consecuente”[11]. Es decir, profundizar aquella “concesión política”.

Obviamente no todos los reformistas se han atrevido a decir tanto, algunos plantean que sea el proletariado mismo quien se discipline. Sin embargo, lo de este fanático del Estado burgués, es una consecuencia lógica de presentar a la cuarentena como lo hace la LITCI reconociendo que las cuarentenas “sirvieron para contener la pandemia”, pero, es indiscutible que si para algo sirvieron fue para contener las revoluciones en Colombia, El Líbano y Chile como ellos mismos aceptaron en su acto virtual del Primero de Mayo. Aquí todos los reformistas criminales estrechan la mano a la casta militar-policial del régimen. El ejército y la policía fueron los que se encargaron de “contener la pandemia”. Es lógico para un morenista ver en un policía un trabajador explotado. Y para terminar la completa subordinación al ejército burgués, la FT nos dice, mientras intenta criticar a Altamira:

El despliegue del ejército para repartir comida en barrios carenciados […] está en completa consonancia con la política de ‘dar vuelta la página’ anunciada por Alberto Fernández respecto de las fuerzas armadas. Es una política que tenemos que criticar fuertemente. Primero porque está dedicada a una tarea que no es imprescindible (no estamos hablando de poner a disposición un hospital militar en la crisis o auxilio logístico si hubiese un terremoto, por ejemplo) […] Las medidas de aislamiento social no requieren del amedrentamiento y represión de las fuerzas de seguridad y del ejército. Perfectamente podrían garantizarse en base a la organización popular en cada barrio, relevando además las necesidades y carencias de la población para llevarlo adelante[12]

Lo han dicho muy claro, en tiempos de crisis acudirían a pedirle ayuda a la casta militar sin cuestionar siquiera los mandos. Justamente en tiempos de crisis es cuando más se necesitaría desbaratar al ejército, pero es cuando más se subordinan al aparato miliar del régimen burgués. ¿Y para la cuarentena? El ejército solo necesita hacerse a un lado mientras sigue cumpliendo la función de sostener el régimen, porque claro está, en una crisis el régimen no puede caer, hay que pensar en “la salud y la vida del pueblo trabajador”. Solo podemos limitarnos a exigir al gobierno asesino que se tome un tiempo y trate de salvarnos la vida. Estos socialdemócratas ya nos cansaron con su parlamentarismo pacifista. Esta gente es incurable.

Dejando de lado a los que dejan que las fuerzas militares nos impongan la cuarentena están los que llaman a que seamos los propios trabajadores quienes nos la impongamos por voluntad. Hay que decirlo más claro aún, la cuarentena burguesa no deja de serlo porque estos reformistas lancen consignas sobre su necesaria aplicación, o bajo los intereses de los “barrios carenciados”; en todo caso la cuarentena dejaría de servir a los capitalistas cuando estos sean derrocados y sustituidos por la clase revolucionaria. Mientras tanto sus consignas siguen siendo frases de filisteos pequeñoburgueses alejados completamente de la realidad de clase.

“Se necesitaría una dictadura del proletariado, el único capaz […] de tomar todas las medidas realmente necesarias en lo inmediato: detener la producción (con la excepción de los de primera necesidad), detener realmente el transporte, interrumpiendo así realmente la cadena de contagio del virus”[13] nos dice la LITCI. Y claro, la dictadura del proletariado podría hacer todo eso y más mientras la burguesía observa tranquilamente sin hacer nada después de que le arrebataron el poder, entendiendo que todo debe paralizarse porque se trata de evitar el colapso del sistema sanitario obrero para no aumentar la letalidad de la pandemia. Si hubiera una dictadura del proletariado esta no dudaría en enfrentar la pandemia realmente utilizando todas las ramas de la producción a su alcance en beneficio de las masas trabajadoras y no tocaría la retirada como quisieran estos morenistas. No se esconderían en sus casas como su temor rastrero los obliga.

¿Pero cómo llegaríamos a esta dictadura? No lo sabemos. Los programas reformistas dicen grandes cosas que se tienen que hacer, pero ninguno de ellos dice cómo hacerlas, esto no significa otra cosa más que una renuncia a todas ellas. La LITCI lo ha dicho claro: “Solo se detuvo esta revolución para cuidarnos de la pandemia”[14]. ¿Cómo se podrá seguir la revolución con el proletariado en cuarentena? Esa duda nos la llevaremos a la tumba probablemente, pero lo que sabemos gracias a la historia de la burguesía y de lucha del bolchevismo es que una pandemia no detuvo ni la guerra imperialista del capital financiero ni la revolución socialista del proletariado.

Y si la burguesía terminó tomando las medidas necesarias para contener una propagación solamente lo haría posible mediante una dictadura brutal: “En los pueblos civilizados, sin excepción, la autoridad sanitaria es la única tiranía que se soporta en la actualidad, porque es la única manera de librar al individuo de los contagios, a la familia, al Estado y a la nación; es la única manera de fortificar la raza y es la única manera de aumentar la vida media, tan indispensable ya en nuestro país.”[15] Así se expresaba la burguesía mexicana que se hizo con el poder tras la revolución y en medio de la Gran Guerra.

Por otro lado, sabemos que los bolcheviques en medio de la guerra y enfrentando una pandemia cien veces más letal que el COVID 19 al verse asechado el joven Estado Obrero por una docena de ejércitos imperialistas puso en pie el Ejército Rojo armando a todo el proletariado por la defensa de la revolución proletaria y alentando la revolución socialista mundial, sin declarar jamás la cuarentena.

De las calles a la cuarentena

Muchos combates se encontraban en curso antes de que se declarase la cuarentena en la mayoría de los países. Este retroceso parcial del proletariado hizo pensar al reformismo que las masas habían sufrido una gran derrota histórica como lo decía la LITCI en el mes de abril: “El Covid-19 está ganado una batalla detrás de otra, y si eso continúa así, llevará a una casi inevitable derrota de los explotados y oprimidos del mundo. No podemos negar esta posibilidad, o… más bien, esta realidad” y luego ellos se preguntan cómo responderían las masas a esta derrota: “Sobre el futuro, a partir de una nueva realidad que está surgiendo, nada puede ser descartado”. Lo que hemos visto es que este futuro los alcanzó en unos pocos días. Antes que termine el mes de abril las masas en El Líbano incendiaban los bancos por la ruina económica que se terminó de profundizar por la cuarentena.

La FT-CI no pensaba diferente: “Tenemos que alentar cada experiencia de resistencia en curso y plantear la perspectiva para que la clase trabajadora intervenga en todos los terrenos que esta crisis plantea en forma independiente, sabiendo que el encierro actual es el preámbulo de tiempos convulsivos que vamos a ver más temprano que tarde”[16]. Aquí señalan dos momentos distintos: el primero del encierro actual y luego el de los tiempos convulsivos. Pensaban que las consecuencias del virus iban a ser posteriores porque soñaban al igual que la burguesía que con las cuarentenas podrían contener la pandemia. Sin embargo, lo que vemos es exactamente todo lo contrario. Tres días después de su publicación estallarían las masas libanesas, estos socialdemócratas dirían: “el paro de la economía en los países, especialmente en los países semicoloniales donde los Estados tienen menos recursos que los Estados desarrollados para compensar las pérdidas financieras de la población, lleva a la miseria a una gran parte de la población, especialmente aquellos que trabajan en los sectores informales”. El paro de la economía en El Líbano fue la consecuencia directa de las “medidas de contención”, de la cuarentena. Ahora estos reformistas intentaban acomodarse tras su programa a favor de las cuarentenas hecho trizas.

El PO-Tendencia comprendía perfectamente estos tiempos por eso semanas atrás de este primer levantamiento en medio de la cuarentena mundial, Altamira decía: “Alentar una rebelión popular en las circunstancias actuales sería más que un error[17]. Todos los reformistas comprendían igual la situación. El “encierro actual” era lo necesario la revolución vendría en “el futuro”. Cada uno lo expresó con su cinismo y fraseología encubridora particular, en lo esencial no tuvieron diferencias ni de grado.

Todo el reformismo ha sido muy cuidadoso en no llamar, como antes: ¡A las calles!, esto se puede comprobar sencillamente en toda la prensa reformista anterior a la pandemia. Que digan lo que quieran de nosotros, pero el Primero de Mayo, día internacional de lucha del proletariado, no llamaron a salir ¡A las calles!, esto hubiera sido un acto “irresponsable” y en ese sentido no podían denunciar a quienes llamaban a luchar desde la casa con cacerolazos o con carteles por Internet porque ellos mismos fueron quienes lo promovieron e hicieron directa o indirectamente.

Sin duda estar en las calles para estos reformistas se convertía en un acto reprochable propio de la ideología capitalista: “Es por eso que es tan difícil incluso aplicar las medidas racionales necesarias (aunque insuficientes en sí mismas) para evitar el contagio. Gobernantes y plumíferos están indignados porque en las horas en que no están concentrados en el lugar de trabajo, los trabajadores no respetan las distancias de seguridad, los jóvenes no quieren renunciar al bar o la fiesta, y muchos se muestran indiferentes al contagio que también es causado por estos comportamientos egoístas”[18]. Esto es lo que los morenistas de la LITCI dicen y que otros ni siquiera se atreven a insinuar.

Es por esta razón y no otra que estos miserables mencionan los muertos de AMLO como el albañil de Jalisco, pero en ninguna parte mencionan la causa de su asesinato, esto es, el no haber cumplido con las medidas sanitarias. Mucho menos pueden decir nada de las protestas de la gente que se quedó sin empleo como la de los comerciantes y ferieros en la Ciudad de México. Ante el asesinato de 13 jóvenes en una discoteca de los barrios de Lima a manos de Vizcarra en Perú silencian que se debió por hacer cumplir la cuarentena. Ni media palabra del motivo por el cual detuvieron al taxista asesinado en Colombia por la policía. Callan sobre las causas de las revueltas en El Líbano, son incapaces de explicar a qué se deben. Sí, son por hambre y desempleo, pero producto de qué otra cosa sino de la cuarentena que le exigen al gobierno o a las filas del proletariado; más aún, no mencionan en absoluto las protestas de los taxistas cuando les prohibieron trabajar previo al estallido en Trípoli donde hay más desempleo e informalidad.

No pueden explicar el levantamiento en EE. UU. incitados por el asesinato de un proletario afroamericano pero que encuentra su motor y fuerza en los millones de desempleados echados a las calles por “las medidas sanitarias necesarias” y sin importarles infectarse del virus. Callan o falsifican las revueltas en Serbia luego que el presidente anunciara nuevas medidas de confinamiento.  De igual forma no pueden decir nada de las masas que irrumpen en Indonesia provocadas por el nuevo régimen de explotación feroz que busca aplicarse y que solo hizo estallar la agobiante condición de vida de los trabajadores a semanas de que se había impuesto nuevamente la cuarentena.

Ante estas causas profundas callan escandalosa y cobardemente porque no pueden hacer otra cosa. Y es que una parte de su capital político -la lucha por la cuarentena- fue usado para asesinar o reprimir al albañil en México, al taxista de Colombia, a los jóvenes de Los Olivos en Perú, a los barrios de Chile y a las masas en El Líbano, Serbia, Bielorrusia, EE. UU. y Indonesia, Nigeria y ahora España, Italia y Francia. Además de los miles de muertos en el encierro o por falta de hospitales que la cuarentena no podía salvar y terminó siendo totalmente impotente. Muchos de estos reformistas no están en el parlamento para votar los recursos destinados al confinamiento, pero para reprimir o matar se utilizan sus créditos políticos a favor de la cuarentena. Pueden hablar fuerte sobre el norte de Italia o de México, pero cuando el sur de Italia llamaba a la rebelión por el hambre o en Jalisco y la Ciudad de México los jóvenes se enfrentaban a la policía en las calles, estos reformistas palidecieron, y es que ni siquiera en sus “ejemplos de lucha” que desencadenarían revoluciones pudieron prever nada y mucho menos tener una política revolucionaria mientras las masas en esos mismos países salían a las calles y los traidores pedían cuarentena. 

Los trotskistas podemos decir claramente y sin ambages que estas muertes fueron producto de las políticas de sanidad y confinamiento de todos los gobiernos del mundo, de la “ultraderecha” hasta la “ultraizquierda”[19] con sus fuertes medidas propias de regímenes totalitarios (vigilancia digital, brazaletes electrónicos, penas de cárcel). Sencillamente porque esta política es la continuación de la política sanitaria anterior a la pandemia y la cuarentena: dejar morir a los proletarios por todas las enfermedades que ya existían y fortalecer el régimen de terror. Cuando los trabajadores salen a exigir, salarios, aumento de sueldos, más personal médico, oxígeno, hospitales, camas UCI, etc., el gobierno envía a la policía para reprimir las protestas por violar la cuarentena. Ante estos ataques los trabajadores tenemos que decir: ¡Abajo la cuarentena burguesa! Un trabajador nos puede objetar que también necesitamos la cuarentena para cuidarnos, que él la hace para no morir, sin embargo, no se da cuenta que una cuarentena implica la paralización de nuestras fuerzas y recursos para pelear. No comprende que la cuarentena la aplicó el gobierno para sacarnos de las calles, del único escenario donde podemos desarrollar la lucha y pelear por nuestras demandas.  No entiende el beneficio de la cuarentena para el gobierno y los capitalistas. No sabe que para que el gobierno aplique la cuarentena tiene que sostenerse en el aparato militar-policial que reprime a los que necesitamos trabajar y masacra a los que trasgredimos su cuarentena criminal. En fin, desconoce que, si se impone por voluntad propia la cuarentena, lo hace en beneficio de la burguesía y no del proletariado que para comer y no morir necesita hacer la revolución callejera.

Además, no debemos olvidar que el reformista pide “la cuarentena general necesaria para parar la propagación” y salvar solo a los sanos dejando fuera a los millones de infectados que ya no necesitan para nada esta cuarentena sino los recursos médicos. Para estos es necesario que se tomen las farmacias, las fábricas de oxígeno, los hospitales privados. Los reformistas nos siguen mintiendo cuando dicen que el virus es intratable mientras hay millones de recuperados y los muertos que van en aumento se deben no solo al virus sino en su mayoría a la falta de camas, medicamentos, etc. como en México que 8 de cada 10 muertos por COVID ni siquiera llegaron a tener atención médica. Esto sigue pasando porque la burguesía no acepta dar ni siquiera una mínima concesión económica en esta área. Por eso los reformistas nos recomiendan quedarnos en casa para que los hospitales de la burguesía no colapsen mientras olvidan que se pueden construir hospitales en 10 días y que esto no se hace simplemente porque la burguesía se niega.

El reformista es impotente frente a esto y no hace más que complacer a los capitalistas que al no dar ninguna concesión económica real para no morir termina razonando: como el capitalista no quiere construir hospitales, ni darnos medicamentos entonces si nos infectamos moriremos, ¡debemos quedarnos en casa! Hace esto mientras cínicamente exige “lo necesario” para el confinamiento masivo cuando ya renunció a lo esencial y necesario que ahora mismo pudiera salvar la vida a millones de proletarios. Por eso: hay que cerrar el sector construcción, cancelar las manifestaciones el Primero de Mayo, postergar para un futuro las marchas, dejar de movilizarnos, de salir de las calles, detener la revolución. Esto es pura capitulación al enemigo de clase. Los recursos para construir hospitales, contratar personal médico, adquirir medicamentos, etc., existen, los tiene la burguesía, pero como esta no está dispuesta a ceder nada quieren que acatemos la cuarentena.

De la cuarentena a las calles

Vemos que en la práctica esta consigna de la burocracia obrera por una “cuarentena sin hambre” no ha desencadenado ninguna lucha revolucionaria, ni un levantamiento, ni masivas protestas. Pero las masas han vuelto a las calles y lo han hecho de forma mucho más violenta que la precedente hasta en el mismo centro del imperialismo norteamericano.

Allí y en todos los lugares que los trabajadores han salido a las calles lo han hecho sin respetar “las distancias de seguridad”. Es que ¿cómo sería posible una lucha revolucionaria sin establecer el contacto necesario para tales acciones? Para los reformistas la confraternización de los soldados en el frente durante la Primera Guerra hubiera sido un crimen sanitario en medio de la pandemia de influenza.

Ahora hay levantamientos en todos los continentes que no esperaron las predicciones del reformismo que prometían las más grandes luchas revolucionarias una vez superado el impasse de la pandemia. Contrario a ellos, los marxistas no dejamos la lucha de clases para los “tiempos de paz”, en periodos de crisis las clases luchan por sus intereses con mayor fuerza. Estas tendencias se han expresado ya en las luchas actuales. Al igual que la burguesía, el reformismo con la cuarentena buscaba acabar lo más pronto posible con la pandemia para retornar a la normalidad y poder hablar nuevamente de “lucha de clases” en “tiempos de calma”.

Nos dicen que estos levantamientos no han sido “contra la cuarentena” a pesar de que en los carteles se lee: “¡el hambre es peor que el virus!”. Sin embargo, por lo menos deben aceptar que estas luchas no son a favor de la cuarentena, sino a pesar de ella. Además, en los lugares donde se aplicó una cuarentena militar las masas se levantaron contra esta política dictatorial de su gobierno burgués. Más allá de la necesidad abstracta de la cuarentena estos reformistas deben reconocer que los levantamientos son al menos contra la cuarentena militar real que ya impuso en primer lugar la burguesía. Por lo menos deberían estar contra la cuarentena burguesa y por “una cuarentena obrera” pero lo único que dicen mientras se esconden tras la necesidad abstracta de la cuarentena es que quieren que sea aplicada, pero sin los métodos totalitarios de la burguesía, esto es en esencia el programa reformista cuando la FT pide una “cuarentena, pero con GPS”. Todos terminan intentando parchar su posición reaccionaria exigiendo: “¡Una cuarentena sin hambre!”, nosotros respondemos: ¡la revolución proletaria no puede ser puesta en cuarentena!

Estos miserables no reconocen que al exigir esto le está pidiendo a los gobiernos del mundo que cedan algo, cuando sabemos que si las masas necesitan algo el primer deber del revolucionario es llamarlas a tomarlo con sus propias manos. Es decir, si la cuarentena es una demanda real de las masas, entonces esto podría ser impuesto por ellas mismas encerrándose en sus casas y no necesitarían que el gobierno les conceda esto. Ahora bien, si la consigna es una cuarentena sin hambre, entonces, habría que tomar las fábricas y las tierras, y para que esto triunfe nadie puede quedarse encerrado en casa, debe salir a la calle a luchar. Esto no quiere decir otra cosa más que: una cuarentena sin hambre mientras luchemos contra el capitalismo es imposible.

Por lo que resta, nuestro núcleo ha sido capaz de adelantarse a los hechos y recibir con entusiasmo el primer levantamiento contra la cuarentena en El Líbano, en el que, a pesar de las inevitables limitaciones por responsabilidad de sus direcciones, las masas han demostrado la certeza de nuestra posición dejando al reformismo a la cola de los acontecimientos. Allí se han sublevado rompiendo la cuarentena militar, los hechos duros nos han dado la razón. La revolución se alza contra la cuarentena reaccionaria, la política de una posible “cuarentena en defensa de los trabajadores” no ha tenido capítulo en esta historia. Los levantamientos en El Líbano, EE. UU., Chile, Serbia, Bielorrusia, Colombia, Indonesia, Nigeria, España, etc. son la realidad, lo demás ha quedado en la utopía.


Notas

[1] OMS (1958). Les Dix Premiéres Annes de l´Organization Mondiale de la Santé. Genebra: OMS. Pag. 6. Citado en http://www.salud.gob.ar/dels/entradas/organizacion-mundial-de-la-salud-oms

[2] https://litci.org/es/es-todo-esto-una-maniobra-del-imperialismo/

[3] http://www.laizquierdadiario.com/Frente-al-coronavirus-y-la-crisis-de-la-salud-publica-nuestras-vidas-valen-mas-que-sus-ganancias

[4] https://prensaobrera.com/movimiento-piquetero/por-que-decimos-que-el-gobierno-no-garantiza-las-condiciones-para-la-cuarentena/

[5] https://politicaobrera.com/politicas/938-cuarentena-gobierno-regimen-politico-etapa

[6] <https://politicaobrera.com/politicas/938-cuarentena-gobierno-regimen-politico-etapa>

[7] https://litci.org/es/es-todo-esto-una-maniobra-del-imperialismo/

[8] https://litci.org/es/argentina-las-medidas-de-alberto-son-completamente-insuficientes/

[9] https://litci.org/es/salir-o-no-salir-a-las-calles-protestar-para-exigir-una-cuarentena-con-garantias/

[10] https://politicaobrera.com/politicas/1634-estado-de-excepcion-estado-de-disolucion-estado-de-rebelion

[11] https://politicaobrera.com/debate/820-un-gran-equivoco-politico

[12] https://www.izquierdadiario.es/Coronavirus-y-coercion-estatal-el-derrape-de-Altamira

[13] http://www.corrienteroja.net/detener-el-capitalismo-para-detener-el-virus/

[14] https://litci.org/es/acompane-aqui-el-acto-de-la-lit-ci-por-el-1-de-mayo/ min. (19:28)

[15] https://www.inehrm.gob.mx/recursos/Libros/Diariodelosdebatestomo3.pdf

[16] https://www.izquierdadiario.es/Coronavirus-y-coercion-estatal-el-derrape-de-Altamira

[17] https://politicaobrera.com/debate/820-un-gran-equivoco-politico

[18] http://www.corrienteroja.net/detener-el-capitalismo-para-detener-el-virus/

[19] Porque si Trump, Obrador y Bolsonaro representan a la ultraderecha y reacción mundial por no aplicar la cuarentena; Vizcarra, Fernández, Duque y Piñera serían “progresistas”; y China, Israel y Corea del Sur serían la ultraizquierda.

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