LA PANDEMIA, LA CUARENTENA Y LAS TAREAS DE LOS REVOLUCIONARIOS
- La ferocidad de la pandemia y de la cuarentena, del virus y de la hambruna, de la enfermedad y de la “cura”, prueban por enésima vez la irremediable decadencia y agonía histórica de la sociedad capitalista. Frente a esto, las masas están respondiendo con nuevos levantamientos revolucionarios. Sin embargo, el capitalismo subsiste aun únicamente por obra y gracia de las direcciones reformistas que lo sostienen. La crisis de la humanidad se reduce, por tanto, a la crisis de la dirección revolucionaria del proletariado mundial.
- A la nueva recesión mundial iniciada el año pasado se añaden ahora los efectos del virus y de la cuarentena conduciendo a la agudización extrema de las contradicciones económicas y sociales del capitalismo. Se han impuesto despidos y reducción de salarios, se han disparado la especulación y el costo de vida, se ha prohibido trabajar a los ambulantes y migrar a los desocupados. En suma, se ha extendido y profundizado la enfermedad y el hambre que padecen desde siempre las masas trabajadoras del campo y la ciudad.
- Esta nueva pandemia del capitalismo que se inició en China, fue usada inicialmente para lanzar una campaña xenófoba y racista contra esta nación atrasada de Asia. Sin embargo, una vez que el virus se expandió a todo el mundo, se impuso una cuarentena militar global y las fronteras fueron cerradas para todos en casi todos los países del mundo. Esta cuarentena no tiene nada que ver, entonces, con una supuesta rivalidad “interimperialista” entre EEUU y China. La propaganda militar de EEUU presentando a China, Rusia o Corea del Norte como potencias económicas, militares o nucleares tiene como objetivo justificar una posible invasión contra estos países atrasados cuya productividad del trabajo es superada incluso por algunos países africanos. Los socialdemócratas y demás reformistas que repiten este verso solo desnudan nuevamente su vieja y conocida vocación socialimperialista.
- Esta cuarentena se debe a dos razones principales. La primera tiene que ver con la necesidad de proteger la salud de la burguesía y de su clase media privilegiada que también puede enfermar y morir por el virus. La segunda está relacionada con la necesidad de imponer la dictadura militar contra el proletariado, sobre todo en países donde estaba en pie de lucha. La burguesía imperialista está aprovechando también esta militarización para oprimir más a las naciones pobres y lanzar nuevas invasiones como la frustrada en Venezuela. La cuarentena es, por lo tanto, una medida política contrarrevolucionaria que no coincide en ningún aspecto y en ningún país con los intereses históricos e inmediatos del proletariado.
- En algunos países como EEUU, Brasil o México, la cuarentena militar no ha sido tan profunda y extensa como en el resto del mundo. Esto se debe, en primer lugar, a la necesidad de evitar quiebras y pérdidas por la paralización económica que produce la cuarentena. Pero también debido a que la burguesía advierte que la cuarentena extrema puede conducir a una hambruna generalizada sobre todo en países donde los trabajadores informales son la mayoría. Efectivamente la cuarentena y el hambre han producido nuevos levantamientos revolucionarios como en el Líbano, Santiago de Chile, y ahora en Serbia. Y es que los explotados prefieren luchar en las calles e infectarse, a morir de hambre encerrados en sus casas como les recomienda la clase media reformista. La insostenible cuarentena capitalista ha producido, entonces, sus propios sepultureros: más desempleados hambrientos.
- Es evidente que esta hambruna producida por la cuarentena es más aguda en los países pobres y oprimidos, los que albergan a la gran mayoría de la humanidad. Sin embargo, el extraordinario levantamiento del proletariado de los EEUU demuestra que también en las metrópolis imperialistas las contradicciones del capitalismo son insoportables. Si bien la chispa fue el asesinato de un proletario negro a manos de un policía blanco, es evidente que la crisis económica y la pandemia contribuyeron también a hundir más las condiciones de vida del proletariado afroamericano y latino, punta de lanza de un movimiento que conquistó la expulsión de la policía de Minneapolis y el asedio a la Casa Blanca, obligando a Trump a ocultarse como una rata espantada.
- El desarrollo de la revolución en los EEUU, combinado con la reanimación de la revolución árabe, latinoamericana y europea a partir de la lucha en Líbano, Chile y Serbia, marcaría un verdadero salto en la situación política mundial. Se pasaría de la actual situación de transición a una clara situación revolucionaria mundial cuyo triunfo solo puede efectuarse a través de la dictadura del proletariado y de la construcción del socialismo mundial. Sin embargo, las direcciones reformistas están impidiendo este desarrollo con su sumisión ante la burguesía “progresista”, apoyando a los ejércitos árabes “democráticos”, a los caudillos bolivarianos o a los frentes electorales burgueses como Syriza. Por esta razón, los revolucionarios no podemos dejar de combatirlos y seguir luchando por la refundación de la Cuarta Internacional, el partido de la revolución socialista mundial.
- No obstante, es necesario tener claro que aún nos encontramos en esta situación de transición lenta y que, por tanto, son precisamente las consignas de transición y “lucha intermedia” las que cobran una importancia extraordinaria para lograr empalmar la lucha concreta de las masas con las metas revolucionarias más avanzadas. Los anarquistas y sectario-reformistas no pueden ni quieren comprender esto, acusándonos de reformistas por lanzar tácticas y consignas acertadas, mientras ellos apoyan por lo bajo la reforma de salud del imperialismo o llaman a encerrarnos en cuarentena “para impedir el colapso de los hospitales”, es decir, para impedir el colapso del capitalismo. Contra estos traidores y charlatanes, los verdaderos trotskistas defendemos la esencia de programa fundacional de la Cuarta Internacional que no es un resumen de declaraciones nacionales sino una sola orientación para la lucha del proletariado mundial.
- Debemos construir, entonces, un puente entre la lucha concreta de las masas y su dictadura revolucionaria. Sin embargo, debemos tener presente que “la orientación de las masas está determinada, por una parte, por las condiciones objetivas del capitalismo en descomposición, y de otra, por la política de traición de las viejas organizaciones obreras”. Y precisamente vemos hoy cómo se han venido realizando algunas huelgas de brazos caídos exigiendo la imposición de la cuarentena, es decir, pidiendo la inmovilización del proletariado. Aquí tenemos, primero, que identificar la demanda objetiva que se oculta detrás de las consignas impuestas por la política de traición de los dirigentes. Las masas reclaman proteger su salud y esto es progresivo y hasta revolucionario. Sin embargo, la burocracia sindical las extorsiona diciéndoles que la única forma de proteger su salud es acatando el “estado de emergencia sanitario”, es decir, la dictadura militar de la burguesía, cuando la solución está en expropiarla para garantizar atención hospitalaria, fármacos gratuitos y la investigación acelerada de una vacuna. Y para expropiarla hay que romper la cuarentena.
- Esto aún no lo han comprendido totalmente las masas revolucionarias de EEUU, Líbano o Serbia. Su lucha no es para salvarse del virus, sino contra la opresión racial o contra el hambre impuesto por la cuarentena. Y es que todo proletario sabe que ver morir a tus hijos de hambre es 100 veces peor que ver morir a tus abuelos de gripe. Para la pequeña burguesía rica, la peor calamidad es el virus porque de hambre ya no sufre. Y justamente de esta clase social es de donde provienen los dirigentes de las viejas organizaciones obreras; por esta razón insisten y persisten en recetarnos la cuarentena como único o principal medio de salvación. Sin embargo, su política contrarrevolucionaria choca todos los días con las necesidades y las luchas de las masas que no pueden evitar romper la cuarentena para poder comer. Nuestra orientación táctica debe partir, entonces, de esta lucha concreta contra la cuarentena y el hambre, completándola con consignas contra el sistema de salud capitalista.
- A las direcciones obreras reformistas de masas debemos exigirles la puesta en pie de un frente único de lucha totalmente independiente de toda fracción burguesa, para romper la cuarentena y salir a las calles a combatir el hambre y la enfermedad impuestos por el capitalismo. Al inicio de la cuarentena global, convocar a un plantón callejero era considerado un acto de locura ultraizquierdista. Ahora la propia burocracia sindical de algunos países se ha visto obligada a organizar acciones y movilizaciones que rompen con la cuarentena que tanto promovieron, esto debido a la presión extrema de sus bases alentadas por la acción heroica de los explotados de Líbano y EEUU. Hoy no basta, entonces, con llamar a romper la cuarentena, se hace necesario exigir la lucha por salario móvil y empleo móvil, por la expropiación sin pago y bajo control obrero de toda empresa que imponga despidos masivos, y de las grandes empresas que producen y comercializan alimentos. Hay que luchar por los derechos del trabajador ambulante y por el libre tránsito de los obreros migrantes. Hay que exigir también la expropiación de los bancos, que viven de sangrar al pueblo trabajador. Para poner fin al hambre hay que expropiar a la burguesía, esa es la principal consigna económica del momento.
- Si bien debemos priorizar la lucha contra el hambre, eso no significa dejar en manos de los reformistas la lucha contra el COVID-19 y las demás pandemias del capitalismo. La solución no puede estar en la cuarentena porque esta panacea de la medicina medieval, además de no ser eficaz, es económica y políticamente insostenible para el proletariado. Se trata de una medida para los sanos, no para los infectados que podrían morir y que han sido abandonados por los reformistas a su suerte. Para el trabajador enfermo, la única solución está en el tratamiento efectivo de los síntomas y en el descubrimiento de una cura, medidas que la burguesía está reservando a una minoría privilegiada. Debemos exigir, por tanto, a las direcciones obreras la lucha en las calles por la expropiación sin pago y bajo control obrero de todo el sistema capitalista de salud, y la creación de un fondo público internacional para la investigación acelerada de una cura y de una vacuna de aplicación universal y gratuita. Como medida provisional se debe luchar por pruebas masivas y el confinamiento únicamente de ancianos y enfermos crónicos. Medidas equivalentes deben ser tomadas para poner fin a las demás pandemias del capitalismo (SIDA, diabetes, dengue, etc.).
- Esta lucha revolucionaria contra el hambre y la enfermedad podría tener su origen en el movimiento sindical. Sin embargo, debido al carácter burocrático y aristocrático de sus dirigentes, se hace necesario muchas veces plantear la formación de nuevos organismos de lucha que abarquen a todas las masas movilizadas, a los obreros y a los campesinos pobres, a los estudiantes y a los comerciantes pobres. Se deben lanzar, entonces, consignas para la formación de comités de huelga, de fábrica, de lucha, de autodefensa; en suma, se debe plantear la formación de soviets para la lucha “intermedia” por estas demandas de transición. Estos organismos armados también deben entrar en contacto con los soldados rasos, que deben enviar delegados a sus asambleas revolucionarias, vinculando también a los explotados de las nacionalidades oprimidas, trabajadores migrantes, etc. La lucha por los soviets es, por tanto, la principal consigna política de este periodo de transición revolucionario.
- La lucha contra el hambre y la enfermedad, no debe descuidar la lucha histórica de los campesinos pobres por la tierra y de las nacionalidades oprimidas por su derecho a la autodeterminación nacional. La lucha por la expropiación sin indemnización de los grandes latifundistas y de las transnacionales, es inseparable de la lucha del proletariado por el pan. Se debe luchar por el desconocimiento de la deuda externa y de los TLC en los países atrasados, por la expulsión de las bases militares del imperialismo, por la liberación de sus presos políticos. Se debe continuar con la lucha por la destrucción del Estado yanqui-sionista de Israel y por el derecho a la autodeterminación nacional del pueblo pobre palestino, kurdo, afroamericano, puertorriqueño, catalán, etc.; por asambleas constituyentes revolucionarias planteadas de forma táctica y condicional. Se debe luchar también por los derechos democráticos de la mujer y la juventud trabajadora.
- La lucha por la caída de los presidentes y dictadores burgueses es otra exigencia fundamental a las direcciones reformistas de masas. Estas con su lucha y contra estas mismas direcciones están conquistando brillantes victorias parciales en este sentido. Sin embargo, los reformistas buscan siempre canalizar esta lucha hacia el terreno del frente popular con los partidos de la oposición burguesa “progresista”. Por esta razón, buscan impedir a toda costa el desarrollo de los soviets y de la dualidad de poder. Sin embargo, los revolucionarios debemos combatirlos exigiéndoles en el momento oportuno la toma revolucionaria del poder mostrándoles siempre nuestra profunda desconfianza. Como sabemos los reformistas ya no podrán avanzar más en este camino revolucionario y así se mostrarán frente a las masas como los agentes contrarrevolucionarios que son. Por esta razón esta táctica del frente único revolucionario es esencial.
- Se debe impedir además que ciertos reformistas de izquierda confundan la consigna revolucionaria de gobierno obrero y campesino con su consigna estratégica de “gobierno de los trabajadores”, al estilo de la vieja socialdemocracia alemana, un gobierno que coexistiría pacíficamente con el parlamento, la policía y el ejército de la burguesía. Para los revolucionarios “gobierno obrero y campesino” es solo una formulación popular para la dictadura del proletariado que es imposible sin la destrucción del Estado burgués. Esta es pues la gran diferencia de principios que separa al verdadero del falso socialismo. El socialismo solo puede ser obra del proletariado mundial, como resultado de un periodo de transición marcado por su dictadura revolucionaria. En cualquier otra formulación solo escucharemos la voz de la contrarrevolución. El “socialismo” de Allende y de Chávez, del Kurdistán y de China, de Castro y de Bernie Sanders es un falso socialismo, es una máscara que se coloca el Estado burgués para engañar a las masas. Sin el poder armado del proletariado no hay socialismo posible. Nuestra lucha es, por tanto, por una verdadera Federación Mundial de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
- Sin embargo, sabemos que sin refundar la Cuarta Internacional será imposible conquistar estas metas estratégicas. Las masas son revolucionarias, pero tienen a su cabeza direcciones reformistas. Los revolucionarios no podemos unificarnos con estos reformistas sin traicionar a las masas. Podemos golpear juntos, pero debemos marchar separados. En otro tiempo, algunos centristas evolucionaron hacia posiciones revolucionarias. Hoy la pandemia ha unificado a todas las corrientes pequeñoburguesas bajo el mismo programa contrarrevolucionario a favor de la cuarentena. Otros oportunistas, obsesionados con supuestas potencias imperialistas, se han opuesto parcialmente a la cuarentena, pero no por eso han dejado de ser oportunistas. Puede ser que existan centristas, pero en todo caso no los conocemos. A pesar de nuestro aislamiento temporal, los revolucionarios debemos continuar nuestra lucha histórica por la refundación de la Cuarta Internacional, la lucha espontánea de las masas nos ha dado nuevamente la razón, tarde o temprano nos permitirá dirigirlas hacia su victoria definitiva.
¡VIVAN LAS REVOLUCIONES PROLETARIAS CONTRA EL HAMBRE CAPITALISTA!
¡VIVA LA LUCHA HISTÓRICA POR EL SOCIALISMO MUNDIAL!
¡REFUNDEMOS LA CUARTA INTERNACIONAL!