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Declaración programática sobre la Situación Mundial votada en la IV Conferencia Anual del NRCI

LA SITUACIÓN MUNDIAL Y EL PROGRAMA DE LOS TROTSKISTAS

  1. La situación mundial actual está definida fundamentalmente por la crisis histórica de la dirección de proletariado. El capitalismo está podrido de raíz y la clase obrera está abriendo revoluciones para destruirlo. Son sus dirigentes reformistas los únicos responsables de que el capitalismo siga en pie, prolongando su agonía.
  2. El capitalismo se encuentra actualmente en su fase final de decadencia imperialista a la que ha ingresado desde fines del siglo XIX. Catástrofes económicas devastadoras y dos guerras mundiales, han sido los aportes del capitalismo a la humanidad durante el siglo XX. Los monopolios del capital financiero se han hecho la guerra para disputarse los mercados y recursos de los países atrasados donde sobrevive la mayoría de la humanidad. Sus mejores ganancias no las obtienen de la producción industrial sino de la especulación financiera que multiplica los precios de los alimentos, las medicinas y las viviendas. El progreso científico y tecnológico ha sido concentrado en esa rama dedicada a destruir las fuerzas productivas: la industria de la guerra. La superproducción capitalista descontrolada ha creado una crisis ecológica global. Capitaneado por los EEUU, el mundo capitalista se aproxima cada vez más a la barbarie.
  3. La restauración del capitalismo en aquellos países donde se impuso la dictadura del proletariado solo sirvió para entregar sus valiosos recursos a la sobreexplotación, robo y destrucción propios de un sistema caduco. La planificación socialista en estos países produjo un avance significativo de sus fuerzas productivas imposible bajo el capitalismo, sin embargo, en la medida de que estas fuerzas tienen un carácter mundial la planificación socialista solo puede triunfar a nivel mundial. El socialismo en un solo país y la irracionalidad parasitaria impuestos por la burocracia estalinista en el poder, condujeron primero a la parálisis del desarrollo industrial y luego al endeudamiento y la crisis. La clase obrera de estos países se rebeló contra la burocracia abriendo revoluciones políticas unidas a la lucha de clases mundial. La burocracia estalinista las aplastó en sangre y traicionó cientos de revoluciones proletarias en todo el mundo con el apoyo de reformistas, anarco-reformistas y centristas de todas las banderas. Por su parte, los dirigentes de la Cuarta Internacional a la muerte de Trotsky traicionaron su programa fundacional profundizando la crisis de dirección del proletariado. Así se crearon las condiciones para el pacto restauracionista entre el imperialismo y la burocracia, transformándose ella misma en burguesía en la URSS, Yugoslavia, Alemania Oriental, China, Cuba, Corea del Norte, etc., imponiendo en todos estos países una caída brutal de sus fuerzas productivas ya ahogadas por la planificación estalinista.
  4. Lejos de transformarse en nuevas potencias industriales e imperialistas, China y Rusia han abierto sus puertas a conocidas transnacionales yanquis, europeas y japonesas cuya elevada productividad del trabajo no ha podido compensar el atraso histórico del conjunto de sus economías. Por esta razón tanto China como Rusia siguen ocupando los últimos lugares del mundo en productividad del trabajo y PBI per cápita. Sus bancos y transnacionales estatales sobreendeudadas con el FMI solo sirven de intermediaros del verdadero capital financiero. Políticamente, las dictaduras bonapartistas de estos países suelen apoyarse en Alemania para negociar mejor con EEUU. Sus crímenes sobre algunas nacionalidades oprimidas siempre son a cuenta del imperialismo. Desde sus enclaves militares de Hong Kong y Taiwán, el imperialismo supervisa a China y con la OTAN y Japón tiene rodeada a la Rusia de Putin. La imposición del fascismo en Ucrania buscó también fortalecer este cerco. El resurgimiento del fascismo en Alemania, por otra parte, preanuncia la posibilidad de una nueva guerra mundial entre las verdaderas potencias imperialistas pero que sufrirán todos los países bajo su dominio financiero. La campaña mediática de los EEUU presentando a China, Rusia o Corea del Norte como potencias económicas, militares o nucleares, solo prepara las condiciones para la intervención colonialista en estos países atrasados.
  5. La actual crisis económica mundial iniciada hace 10 años atrás no ha hecho más que agudizar todas las contradicciones propias del capitalismo imperialista. Las verdaderas potencias imperialistas están también sobreendeudadas pero arrojan su crisis al mundo imponiéndoles sus préstamos, tratados y bases militares, mientras buscan romper toda atadura que les impida disputarse el mercado mundial. Esta es la razón de la actual crisis de la “unión” monetaria y comercial europea impuesta bajo la dirección de los EEUU en la década de la restauración capitalista. Los movimientos chovinistas o abiertamente fascistas en Alemania, Francia o Inglaterra son la expresión política de esta tendencia centrífuga. La crisis económica ha terminado de echar abajo también el mito del “Estado de Bienestar” europeo, empezando por Grecia el primer “milagro económico” nacido del Plan Marshall a la salida de la segunda guerra mundial. Grecia no resultó ser ninguna potencia imperialista sino una nación más de Europa Oriental oprimida históricamente por Europa Occidental. Su fascismo representa los intereses del capital financiero alemán no del inexistente capital financiero griego. La actual crisis ha desnudado también a Turquía que tampoco es una potencia imperialista. El conjunto de países del Magreb y Medio Oriente han sido víctimas de esta crisis y de la especulación alimentaria lo que ha provocado el proceso revolucionario y contrarrevolucionario que viven estos países desde fines del 2010. La crisis también ha terminado por mostrar la cruda realidad de los países donde se restauró el capitalismo, países atrasados y quebrados donde se ha impuesto y se está imponiendo las peores dictaduras incluyendo la abiertamente fascista. Esta es la “libertad” que les devolvió el capitalismo.
  6. A China el imperialismo le había asignado un rol particular en la economía mundial, como fuente de mano de obra esclava para sus transnacionales industriales. Estas transnacionales yanquis, europeas y japonesas reubicadas en China, obtienen sus materias primas del resto de países atrasados, muchas veces a través de empresas estatales chinas. El Estado chino también se ha encargado de garantizar a estas transnacionales la infraestructura y el mercado interno necesarios para su actividad. Para financiar todo esto el Estado chino ha dependido siempre de los préstamos del imperialismo. Sin embargo, la deuda estatal china ya ha superado todos los límites y amenaza con colapsar y traer abajo todo este sistema de relaciones internacionales. En América Latina países “estrella” como Perú dependen completamente de este desenlace. Con la caída de los precios de los minerales, Perú podría entrar en una crisis similar a la que vive actualmente Venezuela por la caída del precio del petróleo. Lo mismo sucede con Bolivia que depende del precio del gas y también de los minerales. La Cuba capitalista de los hermanos Castro también tiene una estrecha relación con China así como el conjunto de países con gobiernos “bolivarianos” como Ecuador o Nicaragua. Países menos cercanos como Brasil o Argentina, ya están en recesión y se están aproximando a una nueva crisis de su deuda. Las inversiones estatales chinas también están presentes en África y el sudeste asiático. De cierta manera, el sobreendeudamiento estatal chino ha prologando la estabilidad económica de varios países atrasados. Sin embargo, nada parece garantizar que China puede evitar su colapso. La actual crisis económica mundial del capitalismo, lejos de terminar, podría profundizarse en cualquier momento.
  7. Frente a este cuadro infernal de hambre, saqueo y opresión, el proletariado y las masas explotadas del campo y la ciudad se han venido rebelando permanentemente abriendo revoluciones en todo el mundo. Ya Lenin nos advirtió que el imperialismo abre una época de crisis, guerras y revoluciones. Efectivamente en marzo de 1917, a la salida de la primera guerra mundial, las masas rusas derrocaron al Zar pero no pudieron tomar el poder por la traición de sus dirigentes reformistas. La dictadura del proletariado finalmente se impuso en noviembre de ese año, bajo la dirección de Lenin, Trotsky y el partido bolchevique, afiliado a la “Izquierda de Zimmerwald”, precursora de la Tercera Internacional (Comintern). Esta organizó 4 congresos en vida de Lenin, desde donde se dirigió la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y se votaron resoluciones por el triunfo de la revolución socialista mundial. Sin embargo, por errores del joven partido comunista de Alemania, la clase obrera no pudo tomar el poder en esta potencia industrial dejando a la Rusia soviética aislada. Fue en estas condiciones de aislamiento, atraso y escasez producto de la guerra civil, que la burocracia reaccionaria rusa, dirigida por Stalin fue desplazando a los soviets y capturando el poder del primer Estado Obrero triunfante de la Historia. Stalin lanzó la consigna del “socialismo en un solo país” y se dedicó a organizar la derrota de la revolución en el resto de países (China, Inglaterra, Alemania, Francia, España, etc.). Trotsky y sus camaradas se rebelaron contra esta traición al proletariado fundando primero la Oposición de Izquierda en 1923 y finalmente la Cuarta Internacional en 1938. Stalin respondió usando los recursos de la URSS para asesinar a varios de sus dirigentes incluyendo al mismo Trotsky en 1940. Tres años después ordenaría la disolución de la Comintern. Sin embargo, esto tampoco detuvo la marcha de la Historia.
  8. La clase obrera abrió una extraordinaria cadena de revoluciones a la salida de la segunda guerra mundial, revoluciones que fueron traicionadas por los estalinistas y reformistas, pero también por los centristas que se quedaron a la cabeza de la Cuarta Internacional. Sin embargo, la burocracia rusa se vio forzada también a imponer la dictadura del proletariado en algunos países como Polonia, Hungría, Alemania Oriental, etc. Y lo hizo a su modo, de forma burocrática, “desde arriba”, sobre la base de la represión del proletariado y su vanguardia. Esto fue lo que también sucedió en Yugoslavia, China, Cuba, Vietnam, etc. bajo la presión revolucionaria de las masas. Pero estas fueron las excepciones. La regla general del reformismo es impedir a toda costa el triunfo de la dictadura del proletariado. La burocracia estalinista pactó con el imperialismo en Yalta y Potsdam, aplastó las revoluciones políticas en su contra (Hungría, Checoslovaquia, etc.) y traicionó todas las luchas del proletariado mundial (Francia, Portugal, etc.). La ruptura diplomática de la burocracia estalinista de Yugoslavia y China con la burocracia de la URSS no significó un paso hacia la democracia obrera, sino hacia la capitulación abierta al imperialismo. Los dirigentes de la Cuarta Internacional, por su parte, reivindicaron a Tito, Mao o al Che Guevara, cambiando el programa de revolución política contra la burocracia por un programa de reforma pacífica, capitulando al Frente Popular desde Bolivia en 1952 hasta Nicaragua en 1979. Con la Cuarta Internacional desintegrada en decenas de corrientes reformistas o sectario-reformistas, la burocracia estalinista pudo finalmente pactar la restauración del capitalismo, no sin aplastar primero la resistencia revolucionaria de las masas.
  9. Con la transformación del Estado obrero degenerado ruso en Estado burgués, se eliminó toda posibilidad de imposición burocrática de la dictadura del proletariado. Ya ha pasado casi medio siglo desde la última vez que se expropió a la burguesía en algún país (Vietnam, 1975), y hasta el día de hoy la regla del reformismo, sin ninguna excepción, ha sido la de impedir el triunfo de la dictadura del proletariado. El nuevo proceso revolucionario en América Latina, iniciado a fines de los 90 en Ecuador, está siendo traicionado por los dirigentes reformistas del proletariado, quienes lo han desarmado, desorganizado y puesto a los pies de gobiernos de Frente Popular como el de Evo Morales en Bolivia, donde burócratas sindicales ocupan ministerios para engañar y reprimir mejor a las masas. Los reformistas han contenido el instinto revolucionario del proletariado y le han impuesto un ritmo lento al proceso de desarrollo de su consciencia y organización revolucionaria. Han impedido su armamento y la insurrección de los soldados rasos, cerrando el paso al desarrollo de una verdadera situación revolucionaria. La situación política en América Latina sigue siendo de transición, de luchas “intermedias” por el armamento y el doble poder revolucionario. El imperialismo ha respondido pactando con los gobiernos de Frente Popular bolivarianos dirigidos desde Cuba y el Foro Social Mundial, pero también imponiendo la contrarrevolución abierta con invasiones (Haití), golpes militares (Honduras, Paraguay) e insurrecciones fascistas (Bolivia). Los recientes triunfos electorales fraudulentos de partidos derechistas no refuerzan la “democracia”, por el contrario, preparan las condiciones para su total liquidación. La clase obrera, sin embargo, no se ha rendido y está abriendo nuevos frentes de batalla como en México, la Guyana Francesa, o Nicaragua que está al borde de una verdadera guerra civil.
  10. Pero las revoluciones y contrarrevoluciones del siglo XXI no se han limitado América Latina. En Palestina se desarrolló la Segunda Intifada, y en países ex soviéticos como Georgia, Ucrania y Kirguistán se abrieron procesos revolucionarios contenidos por el reformismo. Desde el inicio de la crisis económica mundial, el 2007, la clase obrera europea también se ha movilizado desatando una ola de huelgas, combates callejeros y procesos revolucionarios como en Grecia. Sin embargo, fue a fines del 2010 cuando se abrió una cadena de levantamientos históricos que ha conducido a la caída de viejas dictaduras en Túnez, Egipto, Libia y a una guerra civil prolongada en Siria y Yemen. Una gran alianza contrarrevolucionaria internacional fue establecida para engañar y aplastar al proletariado árabe e impedir que su revolución se extienda a las metrópolis imperialistas. En Túnez se impuso el Frente Popular, mientras que en Egipto se impuso el golpe contrarrevolucionario, al igual que en Libia donde, no obstante, sus milicias revolucionarias siguen ofreciendo resistencia. En Siria, las potencias encabezadas por EEUU de la mano de sus lacayos de Rusia, China e Irán han intervenido militarmente, mientras el régimen bonapartista de Al-Assad masacra niños y mujeres y los ejércitos burgueses de “oposición” (ELS, Al-Nusra, ISIS, etc.) engañan y reprimen a las masas insurrectas por la espalda, con la colaboración política de sus direcciones pequeño-burgueses. Yemen también está siendo destruido por los bombardeos de Arabia Saudita bajo las órdenes directas de los EEUU. La extraordinaria revolución árabe está siendo llevada a su derrota definitiva por responsabilidad del reformismo mundial que la ha traicionado abierta o solapadamente. La esclavizada Palestina está siendo nuevamente masacrada por el Estado yanqui-sionista de Israel, mientras que el Kurdistán sigue desmembrado y oprimido por Turquía, que actúa como intermediaria de la OTAN. Irak y Afganistán siguen ocupadas militarmente a pesar de la heroica resistencia de sus masas insurrectas y de la movilización contra la guerra de los trabajadores de los EEUU. En Irán las masas han salido a combatir por el pan, pero han sido aplastadas por el régimen teocrático de los ayatolás. En países africanos como Burkina Faso o Burundi también se han abierto procesos revolucionarios que anticipan nuevas insurrecciones en el continente más esclavizado del planeta.
  11. Una de las tareas fundamentales del reformismo ha sido impedir que la revolución de los países atrasados llegue a las metrópolis. Se podría decir que la verdadera tragedia de la revolución socialista mundial ha sido el triunfo del reformismo en este punto cardinal. La derrota de la revolución alemana en 1923 dejó aislada a la URSS e influyó en su degeneración burocrática. Nuevas oportunistas históricas se presentaron para romper su aislamiento en Inglaterra en 1926 y en Alemania, Francia y España en los años 30, pero el estalinismo y el reformismo las echaron todas a perder. Lo mismo sucedió con Italia y Francia, otra vez, al final de la segunda guerra mundial. Entre el Mayo Francés y la revolución en Portugal (1968-1974) otra oportunidad extraordinaria fue creada para el triunfo de la revolución en un país avanzado. Con el inicio de la última crisis mundial, la burguesía ha buscado a toda costa impedir que esto suceda. Por esta razón ha concentrado sus fuerzas contrarrevolucionarias en Europa del Este que es el verdadero puente entre el mundo colonial y sus metrópolis de Occidente. La insurrección fascista del Maidán desatada a fines del 2013 es el resultado directo de esta política consciente. Convertido en un movimiento de masas a fines del 2010, el fascismo ucraniano se apoyó en la pequeña-burguesía quebrada por la crisis y decepcionada con los resultados de la revolución “pacífica” del 2004. Como agente cipayo de una ofensiva imperialista, representó también una amenaza directa para la Rusia de Putin. Este respondió defensivamente retomando Crimea y dando su respaldo a los gobiernos contrarrevolucionarios de Frente Popular impuestos en Dombás, donde sus obreros mineros tomaron las armas para aplastar al fascismo.
  12. El fascismo también se ha desarrollado en Grecia como complemento político del gobierno de Frente Popular de Syriza. Con estos puntos de apoyo, el movimiento fascista ha resurgido en toda Europa, incluso en la misma Alemania aunque todavía de forma marginal. El primer blanco de los fascistas han sido los trabajadores inmigrantes desplazados por el hambre o la guerra. En EEUU los reformistas han levantado un muro entre la revolución latinoamericana y sus movilizaciones obreras contra la guerra, la desocupación y el racismo. El gobierno de Trump está reprimiendo brutalmente la Caravana Centroamericana y al conjunto de trabajadores migrantes gracias a esta política social-imperialista. Pero todo esto no ha podido impedir que las masas de Francia se insurreccionen nuevamente y que arrastren a la lucha a otros países como Bélgica o Hungría. La situación mundial actual es, por tanto, “pre-revolucionaria” o de transición hacia la dictadura del proletariado. Esta, como tendencia inexorable de la historia, busca abrirse paso a pesar y contra las medidas desesperadas de la burguesía y sus lacayos reformistas. Sin embargo, sin una dirección revolucionaria, el proletariado mundial está condenado a la derrota. Los verdaderos trotskistas que combatimos por la dictadura internacional del proletariado y el socialismo mundial también peleamos por la refundación de la Cuarta Internacional. Estos son nuestros objetivos estratégicos fundamentales.
  13. Los reformistas no solo han impedido directamente el triunfo la dictadura de proletariado sino también el desarrollo de la más elemental independencia política de clase, porque saben que una conduce a la otra. A diferencia de lo que piensan los anarquistas, la clase obrera no adquiere una consciencia socialista de la noche a la mañana. Por el contrario, la consciencia de las masas pasa por diferentes etapas de transición vinculadas a sus propias luchas y experiencias. La tarea de los reformistas es paralizar y hacer retroceder a las masas, la tarea de los revolucionarios es hacerlas avanzar. Bajo ciertas condiciones, el ritmo de la educación política de las masas podría ser veloz acortando la duración de estas etapas. Para Trotsky los factores que podrían acelerar el ritmo del desarrollo de la consciencia y organización del proletariado son tres: una experiencia revolucionaria reciente, la guerra, y la existencia de un partido revolucionario. En 1917 en Rusia, estos tres factores estuvieron presentes y explican el plazo tan corto en que la clase obrera pudo tomar el poder, “de Febrero a Octubre”. Sin embargo, el proceso revolucionario español iniciado en 1930 estuvo marcado por un ritmo lento impuesto por la acción del reformismo. Las condiciones para la dictadura del proletariado se desarrollaron cinco años después, con el inicio de la guerra civil. Durante toda la etapa previa la consigna central de Trotsky para la agitación no fue la dictadura del proletariado, sino la independencia política para la puesta en pie de soviets.
  14. La estimación precisa de las etapas, ritmos, situaciones, perspectivas y momentos de la lucha de clases es imprescindible para la elaboración de un verdadero programa marxista, es decir, de un programa de transición que construya un puente entre la consciencia actual de las masas y su consciencia revolucionaria futura. La vieja división entre programa máximo estratégico y programa mínimo táctico ha caducado. Asimismo, el entrelazamiento económico y político de todos los países exige la formulación de un programa internacional concebido no como la suma de programa nacionales sino como un todo superior. En este programa deben estar sintetizados los principios estratégicos y tácticos fundamentales, aplicados dialécticamente a la situación política mundial. En este sentido, todo programa marxista tiene en parte una vigencia histórica y en parte una vigencia solo coyuntural. Este es el caso del programa de la Primera y Segunda Internacional de Marx y Engels, y del programa de los cuatro primeros congresos de la Tercera Internacional, reivindicado pero a la vez superado por el programa de la Cuarta Internacional. La tarea de la nueva generación de revolucionarios es rescatar su esencia revolucionaria contra todas las falsificaciones del sectarismo y del oportunismo.
  15. Las consignas de escala móvil de los salarios y escala móvil de las horas de trabajo siguen estando totalmente vigentes. El capitalismo sigue imponiendo la elevación desenfrenada del costo de vida y la masificación del desempleo, flagelos a los que las masas responden espontáneamente desatando huelgas, manifestaciones y en algunos casos insurrecciones. Los burócratas reformistas, apoyados en la aristocracia obrera, buscan siempre canalizar estas luchas en huelgas pacíficas por pequeños aumentos de salario o por la reposición de los despedidos, subordinando siempre los sindicatos al Ministerio de Trabajo y al “apoyo” de congresistas burgueses “progresistas”. Contra ellos los revolucionarios debemos exigirles en la agitación la puesta en pie de un frente único de lucha, totalmente independiente de la burguesía, que reivindique la necesidad de un salario móvil acorde siempre al costo de vida y por la reducción de la jornada de trabajo para dar empleo a todos, sin reducir el salario. La agitación de estas consignas es también completamente factible entre los obreros agrícolas que representan el eslabón entre los trabajadores del campo y la ciudad. Sin necesidad de agitar aún la toma revolucionaria del poder, estas consignas pueden contribuir a desarrollar su consciencia y organización, a forjar su alianza con los campesinos pobres y a desenmascarar a los reformistas como sirvientes de la burguesía. La necesidad de consignas más radicales o ya abiertamente revolucionarias dependerá del análisis concreto de la situación política nacional influida siempre por la situación política mundial.
  16. En muchos casos, estas luchas espontaneas por demandas mínimas son organizadas por los sindicatos dirigidos por los partidos reformistas. Los revolucionarios no podemos dejar ni siquiera estas organizaciones elementales en manos de los agentes de la burguesía, debemos intervenir en ellos con un programa de transición revolucionario. Debemos exigir la ruptura de los sindicatos con el Estado burgués, con sus leyes y reglamentaciones, elevar sus reivindicaciones, plantear la renovación de sus dirigentes, ofrecerles una orientación táctica hacia la dictadura del proletariado y la expropiación de la burguesía. Los sindicatos podrían llegar a armarse y a convertirse en organismos de doble poder como sucedió en Bolivia en 1952. Sin embargo, cuando sus dirigentes reformistas bloquean este camino, los revolucionarios debemos plantear la formación nuevos organismos de combate que se ajusten mejor a las necesidades de la lucha de los trabajadores convocando a los no afiliados, a los desocupados, a los más explotados.
  17. Uno de estos organismos son los Comités de Fábrica nacidos con la ocupación huelguística de los centros de trabajo. Los Comités de Fábrica tienen como objetivo organizar el control obrero de la producción. El control obrero y el levantamiento del secreto comercial son consignas de transición que pueden ser agitadas previamente pero que necesariamente deben encontrar en los Comités de Fábrica su expresión organizada. Desde su aparición misma los Comités de Fábrica ponen en cuestión la propiedad privada de los medios de producción. Por tanto facilitan las condiciones para la agitación de consignas económicas más radicales como la expropiación sin pago de ciertos grupos de capitalistas. Esta agitación parcial no niega la necesidad de la expropiación general de la burguesía, por el contrario, prepara las condiciones para su éxito cuando se han desarrollo las condiciones políticas para ello. Sin embargo, esta exigencia parcial sería oportunista si va dirigida al Estado burgués y no a los dirigentes del proletariado que bloquean la acción revolucionaria de las masas.
  18. La ocupación organizada de las fábricas representa un primer paso hacia la dualidad de poder. La burguesía responderá siempre con la represión brutal de los huelguistas poniendo a la orden del día la necesidad del armamento de los trabajadores. De hecho, en cada huelga que afecta seriamente los intereses de la burguesía, surge la necesidad de piquetes y de comités de autodefensa. Para los reformistas estos organismos están proscritos, para los revolucionarios son parte de su agitación cotidiana. El desarrollo de la lucha de clases hace necesaria la formación de milicias y de verdaderos organismos de doble poder. Es aquí donde entran a tallar los Soviets. Aunque adopten nombres diferentes, siempre se distinguen por su centralización democrática de abajo arriba, con delegados revocables por la base en cualquier momento. Otro de sus principales rasgos es que abarcan desde su surgimiento al conjunto de explotados del campo y la ciudad en pie de lucha. Mientras los sindicatos representan a sus afiliados y los Comités de Fábrica a sus operarios, los Soviets organizan también la lucha de los pequeños campesinos, de los artesanos y estudiantes pobres, de los soldados rasos y de las nacionalidades oprimidas.
  19. Para preparar y consolidar esta alianza, es necesario formular consignas de agitación que correspondan a los intereses de estos grupos de explotados. Los pequeños productores tienen necesidad de crédito barato y este será solo posible con la confiscación de los bancos e instituciones financieras. Se debe invertir por completo el sistema tributario en favor de los trabajadores y en perjuicio de las ganancias y propiedades de la burguesía. Se debe plantear también la confiscación de las tierras e industrias a manos de comités de lucha de los campesinos y artesanos explotados. El transporte, el crédito y el comercio deben estar bajo el control de comités de obreros y empleados pobres. Se debe llamar a formar comités de vigilancia de precios compuestos por trabajadores de todos los sectores. Entre los estudiantes pobres se debe agitar la necesidad de una educación estatal, gratuita, laica y universal financiada con los recursos confiscados a la burguesía. Se tiene que reivindicar los derechos políticos de los soldados rasos y el derecho a la autodeterminación de los trabajadores que se sientan parte de una nacionalidad oprimida. La lucha “intermedia” por estas consignas democráticas y de transición, debe encontrar su expresión organizada en un Congreso de todos los Soviets, como frente único de lucha políticamente independiente de la burguesía.
  20. El surgimiento y centralización de los Soviets pone a la orden del día la Huelga General Revolucionaria. En la época del imperialismo ya no es posible agitar la Huelga General sin plantear al mismo tiempo la toma revolucionaria del poder. Sin embargo, el desarrollo desigual y combinado de la revolución podría conducir a que los obreros avancen en poner Soviets cuando los campesinos pobres aún no han despertado a la lucha política o lo hacen muy lentamente. Esto fue lo que sucedió en Rusia en 1905, donde los obreros quedaron aislados y fueron derrotados luego de una dura y prolongada guerra civil. Por esta razón, es necesario caracterizar cada guerra civil de forma concreta estimando las etapas, ritmos y perspectivas de lucha de todas las clases. Trotsky decía que cuatro condiciones caracterizan una situación revolucionaria: la confusión de la burguesía, el giro a la izquierda de la pequeña-burguesía, la disposición a luchar del proletariado y la maduración del partido revolucionario. Añadía asimismo que pocas veces estas cuatro condiciones se desarrollan al mismo tiempo. Contra toda desesperación sectaria, es necesario siempre definir si estas condiciones realmente han surgido. Sin embargo, también es necesario contra toda pasividad reformista o centrista, concebir al partido como una organización que se desarrolla y madura en la lucha misma, no fuera de ella.
  21. Si los de arriba ya no pueden gobernar más y los de abajo ya no quieren ser gobernados, entonces, se han creado las condiciones para la agitación de la toma del poder, no solo como consigna de propaganda sino como tarea del día, incluso si la vanguardia está agrupada aún en un pequeño núcleo revolucionario. Si bien este no es capaz por sí solo de tomar el poder, sí son capaces de hacerlo los dirigentes reformistas o centristas de masas. Exigirles tomar el poder para imponer la dictadura del proletariado contra la burguesía, sin dejar de manifestarles nuestra profunda desconfianza, puede conquistar la simpatía y adhesión de la vanguardia y de las masas revolucionarias. Esta exigencia debe formularse de forma táctica como demanda por un gobierno obrero y campesino que expropie a la burguesía y extienda la revolución a nivel internacional hasta conquistar una Federación Mundial de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y debemos tener la plena seguridad de que la traición de los reformistas quedará expuesta ya que jamás han permitido que todo el poder pase a los Soviets ni siquiera en China o Cuba, donde la burocracia de Moscú impuso la dictadura del proletariado “por arriba”, burocráticamente.
  22. El desarrollo desigual y combinado del capitalismo mundial ha impuesto en los países atrasados, coloniales y semicoloniales, el desarrollo de una industria y de un proletariado objetivamente capaz de tomar el poder y expropiar a la burguesía en alianza con los explotados del campo y la ciudad. Sin embargo, si bien el proletariado de un país atrasado puede adelantarse en tomar el poder, necesita extender necesariamente la revolución socialista a los países donde está concentrada la industria más avanzada. Esta es la dialéctica de la revolución permanente que combina la realización de las tareas democrático-burguesas con las tareas socialistas bajo la dirección de los soviets. Los estalinistas y revisionistas creyeron y siguen creyendo que esta teoría marxista formulada por Trotsky había sido refutada por los acontecimientos de Yugoslavia, China, Cuba y Vietnam. Sin embargo, ya hemos demostrado que, como en otros miles de cosas, están falsificando los hechos. En primer lugar, en todos estos países atrasados se demostró que la burguesía nacional solo puede jugar un rol contrarrevolucionario al servicio del imperialismo. Por otro lado, su proletariado demostró ser capaz de imponer su dictadura. Precisamente por esto la burocracia de Moscú se vio forzada a intervenir para evitar que el poder pasara a manos de sus organismos revolucionarios. Y ahora que la URSS ya no existe, la vigencia de la teoría-programa de la revolución permanente está ya fuera de discusión.
  23. El “Socialismo del Siglo XXI” en Venezuela, bajo el mando de un militar “nacionalista”, resultó ser un fraude más del estalinismo y los falsos marxistas de todas las banderas. Allí en Venezuela, precisamente, existe la más alta concentración de la tierra y hasta el petróleo está en manos de una transnacional yanqui. Allí en la Venezuela “bolivariana” reina hoy el hambre y ha forzado la fuga desesperada de millones de trabajadores. Las tareas democráticas de revolución nacional y agraria solo pueden ser realizadas plenamente bajo la dictadura de proletariado. Esta es la única salida para el Kurdistán, la más grande nación sin Estado del mundo. Este también es el único camino para Palestina, cuya liberación pasa necesariamente por la destrucción total del Estado yanqui-sionista de Israel y el derrocamiento de los gobiernos colaboracionistas de Hamás y Al-Fatah. Lo mismo sucede en Europa con Cataluña, Irlanda del Norte, etc. El conjunto de naciones oprimidas por el imperialismo solo pueden hallar la salvación en la dictadura internacional del proletariado. Este también debe ser el destino de los países atrasados ex soviéticos donde la restauración del capitalismo se combinó con su sometimiento económico, político y cultural al imperialismo. Aquí es necesario formular también la consigna de restauración de la dictadura del proletariado pero bajo los principios de la democracia obrera y del socialismo mundial.
  24. Sobre todo en los países atrasados, consignas democráticas como la Asamblea Constituyente o Nacional son de importancia cardinal desde el punto de vista táctico. Si esta consigna debe agitarse antes, durante o después de la puesta en pie de Soviets, es una cuestión que solo se puede resolverse en el análisis concreto de la lucha de clases de cada país, en conexión con el análisis de la situación mundial. Sobre todo en estos países, donde se presentan las peores formas de opresión capitalista y pre-capitalista, es necesario agitar también consignas en favor de los derechos democráticos de la mujer y de la juventud trabajadora. Sin abandonar jamás la propaganda en contra de toda forma de idealismo religioso o sexual, es necesario reivindicar además los derechos democráticos de los trabajadores de cualquier credo o preferencia sexual. Se debe agitar en favor de la liberación de los presos y perseguidos políticos por órdenes del imperialismo. Es necesario también levantar consignas por la nacionalización de los recursos naturales y la expropiación sin pago de las transnacionales, por el desconocimiento de los tratados y deudas con el imperialismo y por la expulsión de sus bases militares. Las tareas de solidaridad internacionalista con los trabajadores de las naciones oprimidas corresponden en primer lugar a los trabajadores de las metrópolis. Las acciones en apoyo efectivo a sus luchas por medio de boicots, armas, dinero y hombres deben ser coordinadas sin retraso por todas sus organizaciones. Contra la política chovinista de la burocracia y aristocracia obrera, se debe agitar en apoyo de los trabajadores inmigrantes, por su derecho al libre tránsito, al trabajo y a la ciudadanía.
  25. En la guerra entre una nación oprimida y una nación opresora, los revolucionarios debemos agitar en favor del triunfo militar de la nación oprimida bajo la más absoluta independencia política de clase. Teóricamente no se puede descartar la posibilidad de que durante la guerra misma los obreros y campesinos pongan en pie Soviets creando las condiciones para la agitación por un gobierno revolucionario. En este caso la consigna precisa sería “solo el poder proletario puede asegurar la victoria militar”, consigna que tampoco descarta la victoria “transitoria y precaria” del ejército burgués de la nación oprimida. De no ser este el caso, la consigna sería “defendamos la nación oprimida con los métodos de lucha del proletariado”, es decir, confiscando las propiedades de la burguesía por medio de comités de obreros y campesinos pobres políticamente independientes del gobierno burgués. Una orientación táctica similar debe aplicarse durante la guerra entre un campo burgués “democrático” y otro fascista o bonapartista. En Rusia los bolcheviques defendieron militarmente al gobierno de Kerensky contra Kornílov y en ningún momento plantearon la consigna “solo el poder proletario puede asegurar la victoria militar” ni mucho menos la abstracción propagandística “por una dirección proletaria de la guerra”. En España los trotskistas, en ciertas condiciones, llamaron a aceptar el mando militar oficial pero poniéndolo bajo vigilancia, en otras llamaron a derrocarlo para asegurar la victoria por medio de la dictadura del proletariado. Nuevamente, la elección de la consigna justa para cada momento de la lucha de clases depende del análisis concreto de cada guerra civil. Lo que debe quedar absolutamente claro es que tanto por uno como por otro camino el triunfo de la dictadura del proletariado es posible siempre y cuando este cuente con una verdadera dirección revolucionaria internacional.
  26. Este programa revolucionario de transición es, por supuesto, completamente opuesto a la política formal y efectiva de los socialistas pequeño-burgueses de todas las especies. Los estalinistas en sus distintas variantes representan en la actualidad los desechos de un siglo de crímenes y capitulaciones contra el proletariado. Sin el prestigio y los recursos robados a la Revolución de Octubre, a los estalinistas solo les queda apoyarse en los aparatos corrompidos y estatizados de los sindicatos y en una Cuba capitalista que discute hoy si se confiesa anticomunista o no. La socialdemocracia, sostenida en la aristocracia obrera de las metrópolis imperialistas y siempre colmada de nuevas invenciones ideológicas, no ha hecho más que renovar en el siglo XXI su prontuario de traiciones inaugurado con su respaldo a la primera guerra mundial. Los anarco-reformistas, después de la traición en España, permanecen como una corriente marginal unida al estalinismo en algunos países como el Kurdistán. Los “Comunistas de Izquierda” y sectas “anti-bolcheviques” de todo tipo no han hecho más que vegetar a su sombra. Sin embargo, ninguna de estas tendencias existiría en la actualidad si es que los dirigentes de la Cuarta Internacional, a la muerte de Trotsky, no hubieran traicionado su programa fundacional adaptándose a Tito, Mao o el Che Guevara. La rápida degeneración reformista de Pablo y Mandel dividió las filas de la Cuarta Internacional, sin embargo, Cannon y Moreno se reunificarían con los pablistas en 1963 en base a su apoyo común a la burocracia cubana. La postura ultraizquierdista de Cliff, Healy y otros (como el japonés Kuroda), no impidió que finalmente desarrollaran una política oportunista similar a las demás corrientes revisionistas del trotskismo (como la “independiente” de Lambert, etc.). La desintegración de la Cuarta Internacional no hizo más que profundizar la crisis de dirección del proletariado y explica, en última instancia, la actual supervivencia del capitalismo.
  27. La tarea estratégica fundamental de los revolucionarios es refundar la Cuarta Internacional sobre la base de su programa original y los principios del centralismo democrático, abriendo sus puertas a la iniciativa y abnegación de la mujer y la juventud trabajadora. En el curso de esta lucha los revolucionarios no rechazan discutir sus diferencias con los centristas participando de sus conferencias internacionales. Sin embargo, los revolucionarios no asisten a las mismas para conciliar sus posiciones, sino para defenderlas a muerte frente a las vacilaciones, dudas y traiciones del centrismo. Uno de los principales rasgos del centrismo es su falta de confianza en el triunfo del proletariado. Lo cierto es que millones de explotados no ven actualmente ninguna salida bajo el capitalismo, miles de ellos ya están en las calles combatiendo a sus ejércitos, y otros cientos están buscando una verdadera dirección revolucionaria. La victoria del proletariado es inevitable, la victoria de su partido mundial también.

¡BASTA DE OPORTUNISMO! ¡BASTA DE SECTARISMO!

¡REFUNDEMOS LA CUARTA INTERNACIONAL!

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