
Por: Carlos Vargas
El 5 de mayo de 1818 nació en Tréveris, Alemania, Carlos Marx. Desde su juventud se identificó con las ideas progresistas de su época y fue desarrollando su propio pensamiento científico de la mano de la propaganda y la acción revolucionaria. Con solo 29 años escribió junto a su camarada Federico Engels, el famoso Manifiesto Comunista que sintetiza su concepción materialista del mundo y proclama la inevitabilidad del triunfo del proletariado sobre la burguesía.
Su doctrina científica se construyó sobre la base de la crítica revolucionaria a la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés. Su más grande trabajo teórico fue El Capital, donde demostró científicamente que la riqueza de los capitalistas proviene de la explotación de los trabajadores y que la propia sociedad capitalista crea las condiciones necesarias para su transformación socialista. Sin embargo, Marx no se limitó a la actividad intelectual, también fue un organizador político del proletariado participando de la fundación de la primera Asociación Internacional de Trabajadores en 1864 y fue él quien escribió su declaración oficial en apoyo a la Comuna de París, el primer gobierno obrero de la Historia. Su crítica no solo apuntó a los defensores abiertos del capitalismo sino también a los anarquistas y falsos socialistas que pretendían imponer los prejuicios de la pequeña-burguesía al interior del movimiento obrero.
Por más intentos de la burguesía y sus lacayos de silenciarlo, calumniarlo y destruir su obra, el pensamiento vivo de Carlos Marx ha orientado la actividad revolucionaria del proletariado en los últimos 150 años, contribuyendo a grandes victorias como la Revolución de Octubre de 1917 bajo la dirección de Lenin y Trotsky, sus mejores discípulos. La falsificación y deformación de sus ideas por parte de socialdemócratas, estalinistas y sectarios no desmerece su obra, por el contrario demuestra la necesidad que tiene la pequeña-burguesía de vestirse de marxista para poder engañar mejor al proletariado. La tarea de los revolucionarios del siglo XXI es estudiar a profundidad sus escritos y sobre la base de la prodigiosa experiencia de victorias y derrotas del proletariado continuar defiendo su legado orientando las luchas de los trabajadores hacia la conquista del poder y la liquidación de toda forma de explotación, opresión y miseria humana.