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VENEZUELA: LA REVOLUCIÓN ES LA SOLUCIÓN

La crisis en Venezuela ha puesto a la izquierda mundial en una gran encrucijada. Por un lado tenemos a los gobiernos burgueses del ALBA, el kirchnerismo y el PT brasileño que defienden a Maduro porque se sienten plenamente identificados con su política de reformas superficiales. Junto con ellos están sus sirvientes en el movimiento obrero y popular, que bajo la orientación del castrismo, siguen estafando cínicamente a las masas con el cuento de la “revolución bolivariana”. Esta izquierda, reunida en el Foro de Sao Paulo[i], acusa a la derecha latinoamericana de conspirar contra los gobiernos “progresistas de la Patria Grande”.

Lo que no dice esta izquierda es que los mismos gobiernos bolivarianos contribuyeron a darle armas a la derecha para desprestigiarlos. La crisis política del gobierno de Maduro, no resuelta con su reciente “triunfo” electoral[ii],  es la consecuencia directa de la crisis capitalista que azota al país desatada años atrás con la caída del precio del petróleo, lo que ha empujado a este gobierno no hacia el socialismo, sino hacia planes de ajuste y represión contra los trabajadores. Esta es, evidentemente, una crisis de naturaleza internacional y por esta razón vemos como estos gobiernos “progresistas” han perdido el apoyo de la clase media también en otros países como Argentina o Brasil, frente a una derecha que ofrece el mismo callejón sin salida del capitalismo.

Por otro lado, tenemos a la izquierda que critica a Maduro pero sigue reivindicando el “legado del comandante”. Según ellos Hugo Chávez impulsó “grandes cambios” para Venezuela y Latinoamérica que ahora Maduro estaría “revirtiendo”. Lo cierto es que Maduro solo está continuando con las reformas, contrarreformas y zigzagueos propios de un régimen bonapartista que elevándose por encima de las clases, tiende a oscilar entre las masas y el imperialismo. La dependencia de la renta petrolera, el pago puntual de la deuda externa, la banca privada que fuga capitales y los grandes monopolios extranjeros que dominan la economía, todo esto ya existía bajo el gobierno del comandante Chávez. La diferencia radica únicamente en que Chávez tuvo los precios del petróleo a picos históricos de más de 100 dólares el barril. Esto le permitió invertir más en programas sociales, pero sin romper con las cadenas que atan a Venezuela al sistema capitalista mundial, en su fase imperialista de decadencia.

Finalmente, está la izquierda que critica tanto a Chávez como a Maduro, pero plantea en esencia el mismo programa reformista y pacifista del chavismo crítico o incondicional. De esta izquierda destaca el Partido Socialismo y Libertad (UIT-CI) de Orlando Chirinos. Debido a su concepción reformista, que los llevó a votar “tácticamente” por Chávez, esta organización plantea un frente de lucha abstracto contra el gobierno, en el que caben también los chavistas decepcionados con Maduro, en lugar de convocar acciones independientes desde los organismos de la clase obrera. Se confunde con la derecha imperialista al descartar toda posibilidad de golpe militar contra Maduro y levantar la consigna de Asamblea Constituyente sin vincularla directamente a la toma del poder.

Esta organización, si bien menciona la necesidad de “brigadas de defensa”, “asambleas populares” y de un “gobierno de los trabajadores”, no llama al levantamiento de los soldados rasos contra la casta de oficiales, por el contrario, esta organización le pide a los policías que “no repriman al pueblo”[iii]. Por esta razón no levantan la consigna fundamental del momento: la Huelga General Revolucionaria. A esta consigna oponen la de “Huelga General” sindical, como lo han expresado en el manifiesto internacional que también cuenta con el apoyo de la LIT-CI y de algunos dirigentes del FIT[iv]. Este manifiesto abstracto y pacifista, que no compromete a nadie a realizar ninguna acción concreta, es el verdadero programa del seudotrotskismo para Venezuela. La consigna de “Huelga General” sin definición demuestra nuevamente su carácter reaccionario frente a la actual coyuntura revolucionaria.

Lo que no entienden estas direcciones oportunistas es que estamos frente a una crisis internacional, una crisis histórica y coyuntural del capitalismo que está matando de hambre y enfermedades a los oprimidos de todo el planeta. La revolución árabe es la respuesta heroica de las masas del Magreb y Medio Oriente a esta situación, revolución traicionada por estos mismos reformistas que prescriben recetas pacifistas para Venezuela. Unos apoyan abiertamente Al-Assad y otros a la oposición democrática financiada por los EEUU. En Europa también han hecho estragos apoyando la insurrección fascista del Maidán o apoyando el frente popular en Dombás. En Grecia llamaron a votar por Syriza y en Francia han sostenido la trampa electoral de la burguesía y la burocracia sindical. En América Latina han aislado el levantamiento de las masas de la colonia francesa de Guyana y de los campesinos pobres y obreros del Paraguay. La crisis política de Venezuela es solo el reflejo local de la actual crisis mundial del capitalismo.

Toda crisis política se expresa en la actitud de las clases sociales frente al gobierno de turno. Para la burguesía el gobierno de Maduro es un gobierno débil y vacilante que no está satisfaciendo todas sus exigencias. Su salida electoral no parece factible en la medida que Maduro está usando el tribunal supremo y su fraudulenta asamblea constituyente para boicotearla. El imperialismo está tentando entonces la opción militar, que ha probado también en Turquía aunque sin éxito[v]. Al acto aislado del policía Óscar Pérez le ha seguido la toma frustrada de un fuerte militar dirigida por el teniente en actividad Yefferson García y el oficial retirado Juan Caguaripano[vi].

Estas acciones son evidentemente preparatorias y buscan medir la reacción del gobierno y las masas frente a las mismas. El presidente del parlamento, Julio Borges, declaró que “la Fuerza Armada es un espejo de un país que quiere cambio[vii], y el mismo Donald Trump ha señalado que “tenemos muchas opciones para Venezuela incluyendo una posible opción militar si es necesario[viii]. Un mes después la ONU empezó hablar cínicamente de “crímenes contra la humanidad[ix]. Esto no nos sorprende. Hace un año atrás el NRCI advirtió que: “El imperialismo necesita un gobierno más fuerte, puramente militar, que termine el trabajo sucio que Maduro solo ha comenzado. Por ello, mientras apuesta por el diálogo y la revocatoria ‘pacífica’ no descarta la posibilidad de un golpe militar”. La burguesía ya no requiere de los servicios del chavismo pero este le hace frente ofreciendo diálogo y negociación[x].

Frente a esta encrucijada, la clase media se encuentra dividida. Una parte aún se aferra al chavismo como “mal menor”, otra simpatiza con la opción del golpe militar, pero la más empobrecida está manifestando su descontento en las calles. Este movimiento llamado “La Resistencia” está siendo el principal protagonista de los choques violentos con las fuerzas represivas del gobierno. Por su dirección reaccionaria podría pensarse que se trata de un movimiento fascista, sin embargo, carecen del armamento necesario para calificar como tal. Esta clase media quebrada y desesperada por la crisis podría ser acaudillada por la clase obrera en un sentido revolucionario, sin embargo, los dirigentes oficiales del proletariado continúan impulsando su política conciliadora con distintas consignas. 

Unos están sosteniendo a Maduro de forma incondicional o “crítica”, paralizando las fuerzas de la clase obrera que sufre la falta de alimentos y medicinas. Otros están llamando a ponerse a la cola del movimiento pequeñoburgués, sembrando falsas ilusiones en reciclajes burdos como el “chavismo crítico”. Sin embargo, las condiciones objetivas extremas pueden obligar al proletariado de los barrios y fábricas de Caracas, a sobrepasar a sus direcciones y abrir una salida obrera independiente. Una huelga general revolucionaria que arrastre también a los soldados rasos es una posibilidad objetiva que se desprende del conjunto de la situación actual definible como pre-revolucionaria o en transición a una revolucionaria, bajo un ritmo de lucha acelerado.

La clase obrera solo podrá soldar su alianza revolucionaria con la clase media empobrecida si recoge sus principales demandas y enarbola sus banderas de lucha. Junto con la demanda de aumento real de salarios y la expropiación sin pago y bajo control obrero de toda la industria alimentaria y farmacéutica, la clase obrera debe plantear la necesidad de una verdadera reforma agraria que liquide la concentración privada de la tierra, la necesidad de la estatización sin pago del comercio exterior y de la banca, el desconocimiento de la deuda externa, la expulsión de las transnacionales y la nacionalización total del petróleo. Estas demandas podrán ser votadas en una verdadera asamblea constituyente que solo podrá realizarse bajo un verdadero gobierno de los trabajadores, gobierno que conduciría inevitablemente a la expropiación del conjunto de la burguesía y al desarrollo de la revolución en la arena internacional.

Las condiciones objetivas plantean la necesidad del derrocamiento de Maduro y la burguesía y la imposición de un gobierno de los trabajadores, es decir, de la dictadura del proletariado apoyada en los millones de oprimidos del campo y la ciudad. El armamento de los trabajadores para derrotar a la policía y cualquier intentona golpista, la insurrección de los soldados contra sus oficiales, la formación de asambleas populares centralizadas en un congreso de todos los explotados (soviets), la liberación de los presos por luchar y la necesaria unidad práctica del proletariado internacional, todas estas son tareas políticas inmediatas que deben ser parte de la agitación diaria en el movimiento de masas venezolano. Sin embargo, el desarrollo de las condiciones objetivas está muy por delante del avance de las subjetivas.

A diferencia de lo que piensan anarquistas y semianarquistas, sin un partido revolucionario centralizado a nivel internacional no puede haber dictadura del proletariado. Esta es la gran lección de la Revolución Rusa por la positiva y de la Revolución Española por la negativa. En el caso de Venezuela el 99% de los dirigentes de la clase obrera no quiere realmente derrocar a Maduro y esta es la única razón por la cual la clase obrera no ha tomado el poder hasta ahora. Un partido revolucionario que haga frente con éxito a estos traidores no puede ser improvisado de la noche a la mañana. No obstante, cabe la posibilidad que escisiones centristas por izquierda de partidos arraigados en la clase obrera, puedan ser unificadas y reorientadas por el camino de la revolución socialista internacional. Para la realización de esta alternativa histórica es que los trotskistas del NRCI ponemos nuestras fuerzas a disposición.

¡ABAJO MADURO, LA DERECHA Y EL IMPERIALISMO!

¡POR UN PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO EN VENEZUELA!

¡POR LA REFUNDACIÓN DE LA CUARTA INTERNACIONAL!


[i] La Prensa, “Foro de Sao Paulo cierran filas en apoyo a Maduro”, 19-07-17. 

[ii] A pesar que la derecha extenderá su gobierno a cinco estados (hasta ahora solo gobernaba en tres), la expectativa era mucho mayor considerando las últimas elecciones parlamentarias. El gobierno presenta estos resultados como un triunfo similar al de su “Asamblea Constituyente”, sin embargo, solo un chavista fanático podría garantizar su plena transparencia. Se debe tener en cuenta también que líderes de la derecha como María Corina Machado se abstuvieron de participar denunciando un posible fraude que ahora el parlamento de mayoría derechista afirma haberse consumado. Sin embargo, tampoco se puede negar la existencia de un sector de la población que todavía ve al chavismo como “mal menor” frente a la derecha golpista.

[iii] “¡Basta de represión! ¡Llamamos a los policias y guardias a que no repriman al pueblo, y no cumplan órdenes represivas de sus superiores!”. Miguel Ángel Hernández y Orlando Chirino, “El PSL no va a reunión de Miraflores para convocar Asamblea Constituyente fraudulenta”, 08-05-17.

[iv] LIT-CI, “Manifiesto internacional en apoyo al pueblo y a los trabajadores de Venezuela”, 07-10-17. 

[v] Ver artículo del NRCI ¡ABAJO EL RÉGIMEN MILITAR-POLICIAL TURCO! (05-08-16).

[vi] “…hemos sido objetos de una traición, una traición que tiene cara, que tiene nombre, en este caso por el primer teniente Jefferson García Dos Ramos, que se hizo cómplice de este ataque terrorista…”, declaró el comandante general Jesús Suárez. Panorama, “Comandante del Ejército a oficial cómplice de asalto a Paramacay: Enfrenta la justicia”, 09-08-17.

[vii] La Nación, “El gobierno de Nicolás Maduro asegura que los ‘terroristas’ de la rebelión militar ‘fueron derrotados’”, 06-08-17. 

[viii] Al Jazeera, “Trump threatens military action in Venezuela”, 11-08-17.

[ix] Al Jazeera, “Venezuela: UN warns of possible crimes against humanity”, 11-09-17. 

[x] El imperialismo crea y destruye gobiernos: “para mantener el control de este mercado, esencial a su existencia, el imperialismo de los EEUU está preparado para emplear cualquier medio: diplomacia, corrupción, la creación y destrucción de gobiernos locales, intervención armada, propaganda intensiva, y, finalmente, guerra contra cualquiera y todos los imperios rivales”. SWP, editorial del Socialist Appel, 17-12-38. 

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