
Movilizaciones contra la impunidad de los corruptos hacen retroceder a la burguesía
Los llamados países “ex comunistas” se encuentran actualmente en crisis. El proceso contrarrevolucionario de restauración capitalista ni creó economías estables ni mucho menos elevó el nivel de vida de su población. Todo lo contrario, la liquidación de los Estados obreros burocratizados, condujo a la catástrofe económica y la pérdida de importantes conquistas sociales. Y uno de los países más golpeados con la restauración capitalista ha sido definitivamente Rumania.
Rumania lidera la lista de las naciones más pobres de Europa, con una alta tasa de desempleo y una deuda pública cada vez más grande e impagable. La educación y la salud se encuentran colapsadas al punto que los niños mueren por enfermedades curables como el sarampión debido a la falta de vacunas[i]. Se trata de un país exportador de materias primas, básicamente de oro desde los tiempos del emperador Trajano, de petróleo y de alimentos (45% de su población es campesina), entregados a Alemania, Francia y otras potencias imperialistas. El nivel de atraso del país se puede medir con más exactitud comparando su productividad del trabajo: se encuentra detrás de países como Eslovenia, Hungría o Croacia y solo por delante de Bulgaria[ii]. Sus altas tasas de crecimiento para el contexto europeo (superiores al 5%) miden en realidad el ritmo del saqueo transnacional de sus recursos. Incluso su emblemática empresa de automóviles Dacia, se encuentra hoy en manos de la francesa Renault. Rumania es, como el conjunto de países de los Balcanes y Europa del Este, una nación esclava del capital financiero occidental.
Los explotados de Rumania han venido combatiendo duramente contra este estado de cosas. La revolución política de 1989 contra el régimen estalinista de Ceausescu que sobreendeudó y exprimió económicamente la nación, marcó un hito y estableció una tradición política de lucha. Sin embargo, como sucedió en los demás Estados obreros, sus dirigentes desviaron esta movilización revolucionaria hacia la restauración del capitalismo que el mismo Ceausescu había preparado. Los combates de los mineros (“Mineríadas”), fueron la punta de lanza de este proceso pero también de las luchas posteriores contra el nuevo régimen burgués, hasta el aprisionamiento de su líder reformista Miron Cozma en 1999. Esto impidió que Rumania se sumara a la ola de revoluciones en algunos ex Estados obreros, desarrollada a principios de siglo XXI (Serbia, Georgia, Ucrania, Kirguistán). Sin embargo, la actual crisis económica internacional y las revoluciones que ha provocado, ha motivado la movilización de los trabajadores de todos los sectores, desarrollándose importantes luchas obreras y también médicas, magisteriales y estudiantiles. Sobre todo a fines del 2013 convergieron distintas luchas como la opuesta al proyecto minero Rosia Montana o contra la presencia de la petrolera Chevron. Todo esto preparó el camino para las recientes grandes movilizaciones que han estremecido a la burguesía.
La insurrección fascista del Maidán en Ucrania fue un factor internacional decisivo para que la lucha del 2013 no se profundizara[iii]. Este influjo reaccionario impactó en toda Europa del Este, y en Rumania se expresó en el triunfo electoral de Klaus Iohannis del PNL, un político burgués de derecha que se pronunció abiertamente en defensa del Estado yanquisionista de Israel y contra las revoluciones árabes. Sin embargo, como sabemos, al Maidán le siguió el Anti-Maidán de los mineros revolucionarios del Dombás y esto supuso un revés para la ofensiva lanzada por el fascismo en Europa. En el 2015, los estudiantes de Rumania protagonizaron protestas que condujeron a la toma de sus centros de estudios, movimiento llamado “Ocupa la Universidad” en referencia al Occupy Wall Street norteamericano. A fines del 2016, los sindicatos organizaron huelgas contra las políticas de recortes y ajustes del gobierno de Iohannis. En países como Grecia el proletariado organizó nuevas paralizaciones como parte del proceso revolucionario abierto años atrás, en Polonia las mujeres trabajadoras salieron a combatir leyes antiaborto, mientras que en Francia la lucha de clases se volvió agudizar.
La restauración del capitalismo no supuso el “fin de la historia”[iv] sino solo un revés temporal en la lucha por el socialismo mundial. A principios de este año cientos de miles de rumanos marcharon en la capital y al interior del país, para traer abajo un decreto que disminuía las penas por corrupción de funcionarios públicos. Las acusaciones contra políticos burgueses de Rumania se remontan por lo menos al año 2008, donde varios miembros del Partidul Social Democrat (PSD), fueron acusados de actos de corrupción. A fines del 2015, protestas masivas derribaron al cuestionado primer ministro Víctor Ponta y a todo su gabinete. Dos años antes, el parlamento votó una ley que les daba total impunidad a sus miembros. Este fue el precedente inmediato del reciente decreto que ha desatado la ira de los rumanos. Emitida en enero por el Ministro de Justicia y sancionado por el gobierno, se trata de una norma que pretendía modificar el código penal con el fin de reducir el castigo para ciertos crímenes como el “abuso de poder”. Explotados y oprimidos de todos los sectores se rebelaron contra esto y contra las condiciones de vida miserables que les impone el capitalismo, haciendo estallar en movilizaciones callejeras toda la indignación acumulada por años[v]. Los dirigentes reformistas trataron de mantener la lucha dentro de los márgenes de la legalidad burguesa, sin embargo, los choques fueron inevitables y finalmente, el 5 de febrero, el gobierno anunció el retiro del decreto de impunidad, forzando la renuncia del Ministro de Justicia[vi].
Esta concesión, sin embargo, no aplacó la furia de las masas que siguieron movilizándose exigiendo la salida de todo el gabinete e incluso del presidente. El 21 de junio renunciaría el primer ministro Sorin Grindeanu del PSD, que sería reemplazado por Mihai Tudose del mismo partido. Si bien estas conquistas parciales han hecho retroceder las movilizaciones, el régimen bonapartista semiparlamentario rumano no ha alcanzado en absoluto la estabilidad. La actual crisis económica mundial no deja margen para eso, ni el desgaste sufrido por el gobierno frente a este gran combate. A nivel internacional emergen nuevas luchas como la desarrollada en Bielorrusia contra el régimen de Alexander Lukashenko y su impuesto a los desocupados[vii], o crisis políticas como la que está sufriendo Albania, otro ex Estado obrero. Si bien la lucha de clases en Rumania se desarrolla bajo un ritmo lento, existen factores que podrían acelerarla como la reivindicación de las conquistas perdidas con la restauración capitalista, la experiencia ganada con la revolución del 89 y las Miríadas, pero sobre todo, la influencia del combate internacional del proletariado. Liberados de las falsificaciones del estalinismo y las ilusiones socialdemócratas, los trabajadores de Rumania y toda Europa del Este encontrarán en la lucha por el socialismo mundial, la única salida a todos los padecimientos impuestos con “el fin de la historia”.
¡POR UNA FEDERACIÓN DE REPÚBLICAS SOCIALISTAS SOVIÉTICAS DE LOS BALCANES!
¡POR EL RESTABLECIMIENTO DE LA DICTADURA DE PROLETARIADO SIN BURÓCRATAS, EN EUROPA DEL ESTE Y LOS PAÍSES DE LA EX URSS!
¡POR LA REFUNDACIÓN DE LA CUARTA INTERNACIONAL!
Notas
[i] Financial Times, “Romania fights worst outbreak of measles for decades”, 4-8-17.
[ii] World Bank, “GDP per person employed (constant 2011 PPP $)”, Marzo 2017.
[iii] NRCI, “Ucrania: se reanuda la ofensiva fascista sobre Dombás”, 27-2-17.
[iv] Esto en referencia al famoso libro The End of History and the Last Man, del reaccionario norteamericano Francis Fukuyama, donde expone la vieja idea ingenua del triunfo final y definitivo de los explotadores sobre los explotados.
[v] El antiguo líder del SDP, Mircea Geoana, necesita creer que esta gran lucha nada tiene que ver con los obreros o el capitalismo, se trataría por el contrario de “jóvenes universitarios con trabajos bien pagados” buscando “más globalización…más participación norteamericana y de la OTAN en nuestra región”. Mircea Geoana, “In Romania, Faith in Globalization Survives”, The New York Times, 2-3-17.
[vi] The Guardian, “Romanian justice minister resigns after angry anti-corruption protests”, 9-2-17.
[vii] Reuters, “Thousands of Belarussians take to the streets to protest ‘parasite law‘”, 17-2-17.