
Retomemos la lucha por el pan, la tierra y todas nuestras demandas
A inicios de abril, estallaron una serie de protestas en Paraguay contra la enmienda al artículo 229 de la Constitución que permitiría la reelección del actual presidente Horacio Cartes y del defenestrado Fernando Lugo, enmienda aprobada de forma irregular en la oficina parlamentaria del partido de Lugo, el Frente Guasú (FG), por un grupo de senadores de este partido burgués, del partido de Cartes y de otros más, desconociendo la presidencia del senado. Esta enmienda, que ya fue rechazada el año pasado, debía ser ratificada por la Cámara de Diputados para entrar en vigencia, pero la sesión fue suspendida por las protestas que terminaron en la toma e incendio de parte de las instalaciones del Congreso, dejando un saldo de más de 200 detenidos, decenas de heridos y un muerto a manos de la policía.
Estas protestas populares en la capital fueron solo la continuación de la numerosa movilización campesina, desatada algunos días antes, exigiendo la renuncia de Cartes bajo el grito de “sin reforma agraria no habrá paz”. Estas acciones combativas chocaron con la política conciliadora de la dirección de la Federación Nacional Campesina (FNC), dominada por las capas acomodadas del campesinado, que el año pasado ya habían pactado con el gobierno un acuerdo tramposo para los campesinos pobres, ahogados por las deudas y los impuestos[1]. Por su parte, los partidos patronales “de oposición” dicen apoyar las manifestaciones pero en los hechos están sosteniendo al gobierno con su política pacifista y conciliadora. ¡Basta de engaños, ninguna confianza en los senadores y diputados de los ricos y las transnacionales!
Esta agudización de la situación política del país responde a la actual crisis mundial del capitalismo que viene golpeando a la clase obrera y los campesinos pobres de esta parte de Sudamérica. Las cifras de la prensa burguesa y sus instituciones, continúan vendiendo la idea de milagro económico y blindaje contra la crisis mundial, pero finalmente no hacen más que intentar esconder una llama que está empezando a arder nuevamente. Desde la agudización de la crisis en el 2002 en Paraguay, la burguesía no ha hecho más que dar “salvavidas” que han conducido, en realidad, a más deudas, represión, explotación, pobreza y desempleo, tirando la crisis sobre los hombros de los trabajadores y campesinos. Paraguay, como país capitalista atrasado y semicolonial que es, se sostiene básicamente en la agricultura (41% del PBI[2]), y contra las falsas ilusiones de crecimiento que fabrica la burguesía, la verdad es que la pobreza y el estancamiento se siguen imponiendo sobre todo lo demás.
A principios de año, según las cifras del propio gobierno, la deuda pública alcanzó los seis mil millones de dólares, lo que representa el 22% del PBI[3], mientras que el pago de los intereses creció en más del 30% el año pasado[4]. Paraguay es, además, uno de los países del mundo con mayor desigualdad en la posesión de tierras, donde menos del 3 % de la población es dueña de cerca del 85 % de la tierra, según las cifras de la ONG imperialista Oxfam. Gran parte de esas tierras son, en realidad, propiedad de grandes transnacionales de alimentos como Monsanto, Cargill, Nestlé y Unilever, dejando a más de 300,000 campesinos sin tierra.
El régimen bonapartista paraguayo, que llegó a su cima bajo el gobierno militar de Stroessner (1954-1989), aún sigue vigente con leyes profundamente anti-democráticas y los mismos partidos de la dictadura, como el Partido Colorado que dirige ahora Horacio Cartes, un empresario tabacalero no solo vinculado con el narcotráfico sino también con la ocupación ilegal de tierras, un ladrón condenado en 1985 por una estafa con el Banco Central del Paraguay (BCP) por un monto aproximado de 34 millones de dólares, pero que fue absuelto por el Poder Judicial a pesar de que el mismo BCP rechazó el fallo. Y toda esta vergonzosa impunidad se desnudó bajo la sotana del gobierno de Fernando Lugo, ese cura chavista que prometió socialismo pero solo gobernó para la burguesía, garantizando la esclavitud capitalista de los trabajadores con masacres como la de Curuguaty, siendo disciplinado por el régimen militar-policial meses después, retirándolo del cargo de presidente semicolonial[5]. Y ahora con esta enmienda que su partido apoya, este chavista ha manifestado explícitamente su interés en postular en las elecciones de abril próximo.
Frente a las contundentes protestas, el gobierno de Cartes se ha visto obligado a retroceder, destituyendo al Ministro del Interior, al jefe de la policía y deteniendo al agente que asesinó a un político burgués de oposición. Incluso ha declarado que no postulará en las próximas elecciones. Esto ha presionado para que el parlamento vote finalmente contra la enmienda reeleccionista. Sin embargo, el año pasado, también fue rechazada, así que no se puede descartar nuevos intentos reaccionarios en el mismo sentido. Lo que sí está por aprobarse, es otra ley anti-obrera, que permitirá embargar hasta el 65% del salario del trabajador que tengas deudas con la banca usurera y parasitaria. La burguesía lo que concede con una mano, lo recupera con la otra.
Los trabajadores de Paraguay han dado un gran salto político en su lucha contra el régimen político del capital. Estas movilizaciones deben seguir desarrollándose poniendo en pie organismos permanentes de combate, resguardados por autodefensas y centralizados en un gran congreso de todos los explotados del campo y la ciudad, en directa oposición y desafío al podrido parlamento burgués del régimen policiaco paraguayo. La expropiación sin pago de los terratenientes, las transnacionales y los bancos para el reparto de la tierra es la demanda democrática fundamental de la lucha de clases en Paraguay y una bandera de lucha para toda América Latina. ¡Abajo las empresas, deudas, tratados y bases militares del imperialismo!
A pesar de las traiciones y decepciones, la revolución latinoamericana no ha sido derrotada aún, por el contrario, está buscando abrirse paso en nuevos países como la Guyana Francesa, colonia del imperialismo francés en Sudamérica, y también en Paraguay donde el parlamento de la burguesía fue incendiado. En la resistencia revolucionaria árabe y los levantamientos proletarios de Europa del Este, tiene todavía un gran punto de apoyo. Contra estos procesos y confluencias están conspirando los reformistas, que buscan bloquear el desarrollo político de los trabajadores con más falsas promesas y engaños. Los revolucionarios debemos desenmascararlos sin conciliaciones y seguir combatiendo por la refundación de nuestro partido: la Cuarta Internacional.
Notas
[1] Telesur, “Gobierno y campesinos de Paraguay firman acuerdo tras protestas”; 23-4-17.
[2] Banco Central del Paraguay, “Estadísticas Económicas”, 2017.
[3] Deuda pública de Paraguay es de US$ 6.092,6 millones”, 13-1-17.
[4] Última Hora, “El pago de los intereses de la deuda pública creció casi 30% en el 2016”, 6-1-17.
[5] Un hecho que guarda muchas similitudes con lo sucedido con Dilma en Brasil. Ver: NRCI, “Brasil, una nueva bancarrota del frente popular”, 17-6-16.