
En Ucrania, la burguesía ha lanzado contra los trabajadores una terrible ofensiva de hambre, muerte y desolación como la que sufre el pueblo de Palestina y Siria. La crisis del capitalismo ha conducido al colapso de los eslabones más débiles de la economía mundial, como ha sucedido en Ucrania y frente a la amenaza de la revolución proletaria, el capital financiero ha puesto en pie al fascismo que ha venido ganando influencia sobre amplias masas pequeño-burguesas desde el inicio de la crisis mundial. Apoyado en éstas, el partido “Svoboda” con su frente de milicias “Sector de Derecha” encabezó una insurrección fascista “pro-europea” que condujo al derrocamiento del gobierno bonapartista “pro-ruso” de Yanukovich y la imposición de un régimen de transición fascista. Continuando con su política pero de forma redoblada, el imperialismo está sobre-endeudando a Ucrania e imponiendo la privatización desenfrenada a favor de las transnacionales, la liquidación del salario por la inflación, el aumento del precio del gas, despidos y una represión policial y fascista despiadada contra las organizaciones obreras.
Paralizado por sus direcciones pacifistas, el proletariado ucraniano ha respondido con retraso a esta declaración de guerra lanzada por el capital financiero, movilizándose y tomando por asalto los municipios y arsenales en el Este rusófono del país, poniendo en pie milicias revolucionas. Soldados rasos están desertando para unirse a las filas de la revolución, mientras que las familias obreras del Este bloquean las rutas y se enfrentan a los fascistas para impedir que sus hijos vayan a morir en nombre de la sucia campaña “anti-terrorista” del gobierno. La burguesía rusa por su parte, mientras enviaba a sus agentes militares a contener el levantamiento, presionó a Putin para recuperar Crimea y negociar luego su devolución a cambio de que la fronteriza Ucrania no sea integrada a la OTAN, todo con el fin de proteger su tajada del saqueo imperialista. Kiev rechazó la oferta pero pactó con Moscú y la burguesía “pro-rusa” de Ucrania legitimar al régimen de transición fascista con elecciones fraudulentas del que salió ganador el millonario Poroshenko, expresando un importante cambio en la correlación de fuerzas luego del desastre de la masacre fascista de Odesa y de la extraordinaria respuesta revolucionaria del proletariado ucraniano, solo comparable a la España del 36.
Poroshenko es el rostro negociador de la ofensiva imperialista en Ucrania que tiene al fascismo en las “sombras del poder”, ocupando ministerios y dirigiendo batallones de milicianos que están sembrando el terror y la muerte en la población rusófona del Este, mientras que se bombardean barrios obreros enteros como en Palestina y en Siria. La campaña fraudulenta alrededor de la tragedia del avión malayo caído en zona de guerra es con el fin de justificar estos crimines. Sin embargo, el imperialismo en pacto con Putin y la burguesía “pro-rusa” del Este tiene también una política para contener y desorganizar por dentro al frente revolucionario anti-fascista del proletariado. Se han puesto en pie repúblicas burguesas “populares” con el Partido Comunista “pro-ruso” ejerciendo cargos de gobierno en una clásica política de Frente Popular contra-revolucionario que como sucedió en España, tiene el fin de salvar la propiedad privada y llevar la resistencia anti-fascista finalmente a la derrota. Esta es su verdadera esencia, sin importar si declaran nacionalizaciones (siempre burguesas) o su constitución defienda el derecho al aborto (siempre formal). Al sostener estos gobiernos contra-revolucionarios, el estalinismo es responsable también de la pérdida de Slaviansk y del callejón sin salida en el que se encuentra la revolución socialista ucraniana.
El proletariado levantado en armas no tiene por qué sostener un gobierno conformado por los partidos políticos de la burguesía “pro-rusa” y los agentes militares de Putin, carnicero del pueblo checheno y georgiano. Debe preparar el camino a su propio poder, llamando a la huelga general revolucionaria, poniendo en pie sobre todo a los explotados y oprimidos de la capital. Si bien la ofensiva fascista con la OTAN en la retaguardia obliga a la vanguardia revolucionaria apoyar provisionalmente sus fusiles sobre los hombros de la “Unión de Repúblicas Populares” y del ejército ruso en Crimea, esto no la fuerza a otorgarles el más mínimo respaldo político como viene haciendo el PC como parte del gobierno de la burguesía y organizaciones como Borotda por fuera del mismo. Y es que solo luchando con los métodos de la revolución proletaria es posible derrotar al fascismo: ocupando las minas para proveer de explosivos poniendo en pie comités obreros, tomando las fábricas de alimentos, los latifundios y grandes centros comerciales para sostener el frente de batalla, imponiendo el control obrero de la producción, expropiando sin pago las minas, acerías y mansiones de Rinat Ajmétov y de toda la oligarquía esclavista de Ucrania y Crimea.
De esta forma se prepara el camino para la toma revolucionaria del poder y la conquista de Repúblicas Socialistas de los explotados de la ciudad y el campo, las únicas que puede garantizar el derecho de autodeterminación nacional tanto para los oprimidos rusófonos y no rusófonos de Ucrania, como para los tártaros de Crimea. Evidentemente lo más conveniente es su unificación federal pero por decisión propia y no por imposición del imperialismo o del reformismo a su servicio. Y este combate no es ni puede ser nacional: debe despertar al poderoso proletariado ruso que en Crimea ya se ha levantado, debe unirse a la resistencia revolucionaria de los pueblos de Palestina y Siria, a las luchas del proletariado europeo contra los gobiernos de la Troika y el fascismo, a la lucha de los explotados y oprimidos de las semi-colonias y metrópolis. Esto es lo que han comprendido los voluntarios revolucionarios que han llegado de Europa y también de Rusia para combatir al fascismo junto a sus hermanos de clase ucranianos. Esto es lo que reclama, contra la voluntad de sus direcciones, el proletario revolucionario del Este: “Nosotros, los residentes de Donbass, venimos luchando contra todas las manifestaciones del nazismo y del fascismo. Estamos luchando con las armas en la mano, por nuestras vidas y las vidas de nuestros seres queridos. No tenemos donde retroceder – ¡esta es nuestra tierra! Hacemos un llamamiento a los obreros de los países europeos, pidiendo su ayuda y solidaridad: ayúdennos a romper la fortaleza del fascismo en Ucrania. ¡Esta será nuestra victoria común!” (Sindicato independiente de mineros Donetsk. 15-7-14).
Sin embargo, el proletariado europeo sigue atado de pies y manos por sus direcciones reformistas, unos respaldando abiertamente el Maidán fascista y otros sosteniendo el Frente Popular contra-revolucionario de Strelkov y el fugado Pushilin. La social-democracia internacional, manchada por un siglo de traiciones, nuevamente se encuentra a los pies de la burguesía imperialista, levantando el mito del Maidán “revolucionario”, silenciando o justificando masacres como la de Odesa y sosteniendo por izquierda la ofensiva “anti-terrorista” de Kiev. Burócratas sindicales como Volynko de Donbás, respaldan abiertamente los batallones del fascismo, mientras que otros como Volynest de Kryviy Rih sostienen que “el enemigo principal es el capital ruso”, ambos miembros del partido de Tymoshenko. Y sobre esta burocracia es que se apoyan organizaciones fraudulentas como “Oposición de Izquierda”, la sección ucraniana no oficial de todo el seudo-trotskismo “pro-europeo” internacional. Así vemos como la LIT-CI afirma que el fascismo dirigió milicias obreras durante el Maidán, como si de una dirección reformista se tratara, mientras que el SWP inglés llama a voltear el fusil “contra Washington y Moscú”, como si estuviéramos frente a una guerra inter-imperialista.
El estalinismo internacional por su parte, desde los eurocomunistas más pacifistas hasta los maoístas más vocingleros, viene sosteniendo el papel contra-revolucionario que está jugando el PC ucraniano tanto en el parlamento del Kiev fascista (hasta su reciente expulsión), como en el gobierno burgués de Donbás. Mientras que Borotda, como fracción pública a la izquierda del PC, está respaldando por fuera del gobierno la política reaccionaria del frente popular, bajo el esquema estalinista clásico de “revolución por etapas”. Este partido reformista también se ha convertido en una suerte de sección no declarada del seudo-trotskismo “pro-ruso” internacional. Organizaciones como “la quinta internacional” y castro-chavistas como Alan Woods lo reivindican abiertamente. Los pacifistas incurables del PTS denuncian el Maidán como reaccionario pero tildan de “separatistas” a las milicias obreras del Este con el fin de evitar cualquier compromiso con la guerra civil revolucionaria. De esta forma la izquierda reformista “pro-europea” y “pro-rusa” es por sus traiciones, cómplice de la guerra de exterminio que está sufriendo el pueblo ucraniano.
¡Por un comité internacional de las organizaciones obreras sin ningún otro acuerdo político que una acción común en defensa y asistencia de la resistencia revolucionaria anti-fascista del proletariado ucraniano! ¡Las direcciones reformistas de Europa, EEUU y Rusia deben romper con su política social-imperialista y responder con acciones al llamado de los sindicatos de Donbás!
¡Abajo el régimen de transición fascista y el pacto contra-revolucionario entre el imperialismo, la OTAN, Putin y la oligarquía pro-rusa! ¡Abajo las repúblicas burguesas del Este y la política de frente popular que las sostiene! ¡Abajo la ocupación militar rusa de la península de Crimea!
¡Por el restablecimiento del socialismo en todos los países ex soviéticos bajo Estados Obreros apoyados en la auto-organización y armamento del proletariado!
¡Viva la lucha de los explotados de Palestina y Siria, una sola lucha con el pueblo ucraniano! ¡Por la destrucción del Estado de ocupación de Israel, aparato militar del imperialismo yanqui!
¡Contra el oportunismo y el sectarismo: refundemos la Cuarta Internacional!